Según fuentes reservadas, el fin de semana pasado se habría realizado una `cumbre´ de intendentes del departamento Orán. El anfitrión habría sido Julio Jalit, de Pichanal; y el motivo, ver qué hacer para responder a los crecientes malestares de los ciudadanos del departamento.
Luego de la impresionante manifestación social en las calles de la ciudad el pasado jueves, donde alrededor de 10.000 oranenses marcharon reclamando seguridad al gobierno de la provincia, a los intendentes se les ocurrió una salida: organizar los corsos de invierno.
Es increíble, y de concretarse, sería una grave afrenta contra la población que pide a gritos soluciones inmediatas al poder político.
No es de extrañar que se improvisen medidas distractoras ante la contundencia de la manifestación, mientras que, pasado ya 5 días, aún no hubo manifestación pública ni de Ministros ni del Gobernador, para dar respuestas a la comunidad de Orán.
«No más marchas»
Uno de los Ministros que representa «el principal pilar del gobernador», dicho por sus propios subditos, habría conminado a algunos amigos que protagonizaron la gran marcha para pedir por seguridad, a que no se manifiesten más. «No más marchas» habría dicho telefónicamente quien también se tomó el trabajo de pedir la cabeza de una periodista oranense al hacerse eco de una posible renuncia suya al gabinete provincial. Para esto `negociaba´ la pauta oficial al medio de comunicación donde la periodista se desempeña, como condición de continuidad: `o la pauta o la periodista´, así dirimiría la cuestión el funcionario mano derecha.
Los corsos de invierno que estarían en la cabeza de los intendentes, vendrían a resolver dos grandes cuestiones en este año: por un lado se convertiría en la principal estrategia para calmar los ánimos sociales que por estos meses han puesto en el tapete varias cuestiones irresueltas (narcotrafico, contrabando, adicciones, violencia, suicidios, inseguridad, falta de viviendas, falta de trabajo y el tema de los bagayeros, entre otros). Por otro lado les permitiría direccionar recursos de campaña a los barrios para financiar las murgas y comparsas que promoverían para los corsos. Un verdadero carnaval político para una sociedad asquiada.-
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