Graves acusaciones contra Aldo Saravia, ex Secretario de Seguridad de Urtubey

24/08/2012 | Revista Norte

 

La agente policial Marina Garzón, esposa a su vez del ex jefe de inteligencia de la policía Gabriel Giménez, acusó a Aldo Saravia (foto)

La esposa de Gabriel Giménez dijo que Aldo Saravia la perseguía: fue sobreseída, pero la exoneraron /

La ex policía Marina Garzón habló en el programa «Cara a Cara» sobre su situación, ya que no tiene trabajo porque fue exonerada a pesar de haber sido sobreseída en forma definitiva.

Marina Garzón es la esposa del ex jefe de inteligencia procesado por tráfico de drogas y fue exonerada de la fuerza policial por un decreto del Ejecutivo.

La decisión fue tomada a pesar de que la Justicia la sobreseyó en forma definitiva en la acusación de “partícipe” del hecho.

A mi me sobreseyeron hace 7 meses pero sigo exonerada de la policía, legalmente corresponde que vuelva a la fuerza”, explicó en Cara a Cara Garzón, quien aclaró que el decreto de su despido fue firmado por el Gobernador de la Provincia.

La ex policía agregó que fue en el ministerio de seguridad donde la definieron cómo culpable, por encima de la decisión de un juez federal que la declaró inocente.

“Actuaron sin la consideración del juez”, dijo Garzón, quien aseguró que se presentó en persona al Ministerio para que se agilice la situación pero nunca fue atendida por nadie.

Marina Garzón pide que le devuelvan el trabajo para alimentar a su hijo

La esposa del detenido Gabriel Giménez dijo que se encuentra desempleada y que vive gracias a la solidaridad de su familia.

“Yo sigo fuera de la fuerza, mis cuñados están procesados, mi marido detenido y no tengo con qué darle de comer a mi hijo, que es un menor de edad”, dijo Marina Garzón.

Marina explicó que pide justicia y que le devuelvan su puesto en la Policía para tener un ingreso que sustente a su familia.

A mí me echaron por ser esposa de Giménez, es una impotencia muy grande la que siento”, expresó Marina Garzón de Giménez.

Garzón era segunda jefe de División en Embarcación cuando fue exonerada de la Policía.

 

Garzón denunció que Aldo Saravia presionaba a Gabriel Giménez

Según Garzón, el ex secretario de seguridad Aldo Rogelio Saravia “presionaba y perseguía” a su marido.

“Mi marido tuvo muchos problemas con Saravia por la presión que ejercía en el trabajo, casi un odio desmedido”, dijo Garzón y aseguró que el traslado de ella hacia Embarcación, fue para “desgastar a la familia”.

Garzón explicó que su traslado fue supuestamente por cuestiones de servicio, pero sugirió que siempre hay algo detrás de un traslado.

“Estos traslados se dan por razones de servicio pero esas razones tienen algo detrás”, sostuvo Garzón, que recordó que Giménez estaba con carpeta médica al momento de ser acusado de narcotráfico.-

 

Fuente: FM Aries

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NARCOPOLICIAS, TODA LA DECLARACIÓN DE GABRIEL GIMENEZ

El ex subcomisario y principal implicado en un caso de contrabando de cocaína asegura que el tráfico nunca existió. Lanza acusaciones y un desafío: que sea peritada su notebook, donde está todo sobre escuchas y espionajes.

El ex subcomisario y exjefe de la División de Inteligencia Criminal Gabriel Giménez aseguró -en un manuscrito de su puño y letra que entregó al juez federal Julio Bavio, quien investiga las supuestas actividades de una banda de narcopolicías salteños- que jamás ha traficado droga, que la droga hallada en un operativo “fortuito” le fue “plantada” y acusó por ello al exsecretario de Seguridad de la Provincia Aldo Rogelio Saravia, a quien sindica como el “armador” del procedimiento.

Giménez, quien escapó de un control policial realizado en un camino vecinal, cerca de Gemes -junto a Marcelo Francisco Irahola, alias “Lobito”, un colombiano-boliviano de pésimos antecedentes- el 25 de mayo del año pasado, fue capturado el 9 de enero pasado en Santa Cruz de la Sierra, en una acción coordinada por fuerzas de seguridad combinadas de Bolivia y Argentina y, según su versión, trasladado clandestinamente a nuestro país, sin dar cumplimiento al más mínimo protocolo.

Ahora se halla preso en la cárcel federal de Gemes, donde también está su colega Carlos Gallardo, detenido durante el procedimiento efectuado en mayo del año anterior.

En su primera declaración ante el magistrado, negó ser narcotraficante y advirtió ser víctima de una venganza por parte de autoridades superiores, por negarse a continuar con tareas de escuchas telefónicas y espionajes personales e informáticos a terceros, entre ellos dirigentes de la oposición, periodistas, empresarios y hasta integrantes del equipo gubernamental del Centro Cívico Grand Bourg, especialmente a los que cumplen funciones en la Secretaría de Prensa.

Giménez reconoció haber estado con Irahola cuando huyó, pero dijo que esa noche no traía droga sino que custodiaba junto a Gallardo, que los seguía, armado y en otro auto, un despacho de $800.000 procedente de Orán, vía Bolivia, y que debía ser trasladado a Salta primero y a Buenos Aires después, lo que les daría un rédito de $3.500 a cada uno.

“Tenía desconfianza y miedo de que nos mejicanearan”, señaló al explicar las razones de su desplazamiento por un camino vecinal.

“El dinero se hallaba en una bolsa de tela verde y contenía $870.000, discriminados en 87 fajos de $100 y un fajo de $6.000”, especificó.

“A horas 20, cuando circulábamos junto a Irahola como vehículo de cabecera, observé a lo lejos chalecos refractarios; me asusté, porque eran dos opciones: o personal de una fuerza de seguridad o delincuentes, por lo que instintivamente miré hacia atrás y no visualizaba el automóvil de Gallardo, por lo que, en forma inmediata, le dije, vía radial, que estábamos en problemas”, continuó.

“Era un control policial; nos hicieron una inspección visual y nos dijeron que continuáramos la marcha. Al alejarnos, observamos que la camioneta en la que se encontraba la policía salió presurosamente rumbo al norte, sin saber por qué…”. (Era la persecución de Gallardo).

Luego, cuenta que se quedaron atascados en el río Toro, que fueron a Gemes a pedir ayuda para sacar el vehículo y que, finalmente, llamó a sus hermanos a Salta para que los rescataran. Cuando llegaron ellos a auxiliarlo, lo retaron preguntándole en qué andaba.

“Cuando nos trasladábamos al lugar donde estaba atascado el auto de Irahola, observé que pasaba a gran velocidad una camioneta dorada o champán, lo que me hizo pensar que habían robado el dinero, que estaba en el baúl. Al llegar, observé el movimiento de personas cerca del rodado por lo que le pedí a Luis que diera la vuelta y apagara las luces, y nos fuéramos rápido. Mi otro hermano, Carlos, comenzó a insultarme y me dijo: «­Dónde nos metiste, hijo de puta!’. Luego observé a lo lejos una luz de un vehículo que nos seguía. No sabía si eran policías o delincuentes. Recorrimos unos kilómetros y estaba la camioneta dorada antes mencionada, cruzada en medio del camino. Comenzaron a escucharse disparos. Escuchamos la palabra «policía’ y con Irahola nos bajamos y corrimos hacia unos cañaverales, pensando que nos matarían. Me entró el real miedo, ya que estaba seguro de que si no me mataban algo me iba a suceder, por todos los problemas que mantenía con el secretario de Seguridad Aldo Rogelio Saravia.

Logré escapar y mi próximo destino fue La Quiaca y cruzamos por un paso clandestino a Villazón, Bolivia. Pernocté en diferentes ciudades de ese país y, finalmente, me asenté en Santa Cruz de la Sierra. Pasados unos días, comencé a informarme y grande fue mi sorpresa cuando en ningún momento se mencionaba un procedimiento por el dinero que trasladábamos, sino por infracción a la ley de estupefacientes. Desde ese día mi único objetivo es, y será, desenmascarar a Saravia. El nos ordenaba acciones no policiales, como controlar la red de computadoras del Grand Bourg, después que se retiraban los empleados a efectos de comprobar, especialmente en Prensa, si desde esas computadoras salía información a medios en contra del Gobernador. Estas actividades eran realizadas bajo coacción…”.

 

SARAVIA NOS PIDIÓ QUE FUÉSEMOS A MATAR

En su extensa declaración manuscrita ante el juez Bavio, Gabriel Giménez -cuyas acusaciones, de ser comprobadas, abrirían la puerta a un escándalo insospechado- asegura que las pinchaduras de teléfonos a terceros y la consecución de las sábanas de llamadas de estos con sus contactos también les eran solicitadas por altos jefes de la fuerza “tales como el actual jefe de Policía, comisario general Néstor Cardozo; comisario general Simón Pistán, quien fuera en ese momento director de Drogas Peligrosas; comisario general Néstor Hugo Méndez, quien fuera director de Seguridad y su ayudante, oficial Velázquez; el jefe de la Brigada de Investigaciones 1, Juan Carlos Míguez; el comisario Flores, jefe de la brigada de Orán y actual jefe de la 1; el comisario general Marcelo Lami, que en aquel tiempo era jefe de Inteligencia” y menciona a otros, sin dar nombres.

“Dejo expresamente aclarado que no existían órdenes judiciales para tales actividades y que tanto el ministro (Pablo Kosiner) como el secretario de Seguridad tenían pleno conocimiento de las mismas…”.

“En reiteradas ocasiones Aldo Rogelio Saravia me citaba a su oficina y me daba órdenes no compatibles con una persona racional: que ingresáramos clandestinamente a la República de Bolivia y matáramos a los individuos que cometían delitos del lado argentino, ya que su pensamiento era que si se sacaba del camino (mataba) a un par de ellos se produciría un efecto de temor sobre los delincuentes. Esas órdenes, las cuales no cumplíamos porque eran de una locura, lo enfurecían de una manera tal que amenazó con corrernos de la Policía o amenazarnos la vida. Hoy me doy cuenta, con el torbellino de presiones que sufrí, que Aldo Rogelio Saravia cumplió sus amenazas valiéndose de su poder y apoyo político para causarme daño…”.

Giménez continúa su exposición asegurando que eran tantas las presiones, que “me dieron carpeta médica psiquiátrica y que las constancias constan en Simela y el doctor que me trataba, Roque Almada, tiene pleno conocimiento de lo que me sucedía y le comentaba sobre las cosas que me pedían, como es el caso de los teléfonos, quien si se lo cita podría corroborar lo que estoy diciendo”.

Giménez expone también lo que ya fue publicado por El Tribuno en el sentido que fue convocado por un ingeniero (Elio del Frari y un legislador de nombre Pablo y de apellido Ruiz o Díaz) y luego por el entonces diputado Fredy Petrón, para que realizara más escuchas ilegales y espiara al entonces candidato a gobernador Alfredo Olmedo y su entorno. Que, cansado de todo esto, pidió asesoramiento al abogado del gobernador, Horacio Aguilar, a quien le exhibió su computadora con toda la información de acciones ilegales realizadas, ya que allí tenía “cargado el informe de la investigación del Sr. Alfredo Olmedo, el que había obtenido por intermedio del cabo Rolando Rodríguez, quien solo daba los formatos de los informes por su conocimiento en informática y en estos se veían las sábanas de llamadas de los diferentes números telefónicos del Sr. Olmedo y demás investigaciones, a lo que el Dr. Aguilar se sorprendió con dicha información y me dijo que el gobernador estaba de viaje y que cuando regresara le contaría las acciones de Saravia…”.

“Por alguna circunstancia Saravia supo que yo estaba solicitando ayuda por lo que estaba haciendo… por lo cual, en el procedimiento de fecha 25 y 26 de mayo de 2011, vio su gran oportunidad y en complicidad con efectivos policiales de jerarquía «plantaron’ la droga que fue hallada en el lugar de tránsito casi 24 horas después”.

 

Un desafío bravo

“Para comprobar la veracidad de mis dichos y del informe que hago referencia, al mismo se lo puede extraer de mi computadora portátil secuestrada, la cual para su acceso tiene una clave personal; que en este mismo acto solicito que la traigan a los efectos de proceder a buscar el archivo de referencia” (No se accedió a esa demanda).

“Asimismo, hago saber que en caso de que el archivo hubiera sido borrado, existen formas de lograr su recuperación mediante programas y aparatos para obtener la información eliminada como así también determinar las veces que se accedió a partir del 25 de mayo de 2011 a la máquina, solicitando, en caso de ser así, que dichas pericias sean realizadas por la Gendarmería o la Policía Federal Argentina, quienes poseen los elementos para tal fin. Que dicha información también estaba contenida en un DVD que se hallaba en un sobre blanco dentro de un cajón de mi placard, al igual que un pendrive, que fueron secuestrados de mi casa, en Los Inciensos 70 de esta ciudad, elementos que también sean traídos en este acto”.

“Pudieron ver este informe el Dr. Aguilar, que trabajó en la Justicia Federal; el cabo Rolando Rodríguez, quien le dio el formato; el cabo Sergio Quiroga, quien consiguió las sábanas de llamadas y realizó otras investigaciones sobre el Sr. Olmedo y se entrevistó varias veces con el ingeniero enviado de gobierno (Elio del Frari), de quien poseía su número de teléfono; el cabo Dante René Armella, quien sabía toda la actividad y observó y filmó -con cámara oculta en una lapicera de Inteligencia Criminal-, junto al cabo Rolando Rodríguez, la última reunión que se realizó en la estación Shell de la terminal”.

 

INVESTIGADORES DE CONFIANZA TOTAL

En su momento el exsubcomisario Gabriel Giménez y su segundo en el mando, Carlos Gallardo, ambos de la División de Inteligencia Criminal, se constituyeron en investigadores de confianza total y absoluta tanto del ministro de Gobierno, Seguridad y Derechos Humanos, Pablo Kosiner, como del secretario de Seguridad de entonces, Aldo Rogelio Saravia y del exsubjefe de la Policía de la Provincia, Mario Paz. Estuvieron al frente de casos de alto impacto mediático como la detención del contador Torino Dantur, acusado de pornógrafo y ahora libre de toda sospecha como de la captura y ubicación, en Buenos Aires, mediante hackeos y trucos informáticos, del ingeniero Federico Benjamín Méndez. Poco después cayeron en desgracia, al igual que Paz, quien pasó a ser el enemigo público n§ 1 de Saravia. Giménez se alejó de las funciones con carpeta médica, Gallardo fue trasladado al norte y Paz pasó a retiro.

 

YO NO FUI DETENIDO, SINO SECUESTRADO ILEGALMENTE

En su extensa declaración manuscrita de 20 páginas, cuyo texto íntegro -en originales escaneados- puede leerse en el sitio web www.eltribuno.com ar-, el exsubcomisario Gabriel Giménez, hijo de un emblemático exjefe de Policía, de igual nombre, se refiere a su detención en Bolivia y a la irregularidad total del procedimiento, ya que, según su relato, más parece un secuestro que una aprehensión legal.

“En relación con mi detención, fue totalmente irregular; me detuvieron en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) personal de la FELC (Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de la Policía Nacional del vecino país) y de la Policía de Salta, quienes no dieron aviso a ninguna autoridad; sabían el lugar exacto donde vivía y que pernoctaba junto a Irahola. Me detuvieron a las 7.30 aproximadamente a metros de la entrada de mi domicilio en la urbanización Cotoca, avenida Jardín y calle Las Hortensias, donde en forma presurosa me subieron a un automóvil blanco donde iban dos policías bolivianos y un argentino, y en ese momento otro policía argentino, a quienes reconozco, le dijo «lo saquemos rápido, Irahola no interesa’. Luego anduvimos como veinte minutos y paramos en un paraje; se los notaba nerviosos y me sustrajeron un celular que yo poseía”, puntualiza en su manuscrito.

 

Seguidamente, da su versión de lo que fue su traslado hacia Salta.

Cabe señalar, para ilustrar a los lectores, que Santa Cruz de la Sierra se halla a 500 kilómetros al nordeste de Salvador Mazza, ciudad argentina que limita con la localidad boliviana de San José de Pocitos, provincia (departamento) de Gran Chaco, prefectura (provincia) de Tarija.

“Luego de ello emprendieron viaje a Pocitos argentino (Salvador Mazza) y los policías, durante el viaje, festejaban por un dinero que tenían que recibir por el procedimiento, mientras que uno de ellos manifestaba que se compraría un vehículo”.

 

Lo grave

Siguiendo con su relato, el exsubcomisario Gabriel Giménez protesta por la forma en que fue ingresado al territorio de la República Argentina. “En ningún momento -escribe- hicieron trámite por mi extradición, obviando las vías diplomáticas con arreglo a los tratados existentes”.

 

Dos peticiones

Al respecto, el imputado realizó dos peticiones formales: “Solicito protección para mi familia y orden de restricción de acercamiento de personal de la Policía de la Provincia de Salta hacia ellos, por temor a represalias que puedan tomar. Que ante todo lo expresado solicito al Sr. juez interviniente en la causa que se dé cumplimiento al artículo 304 del CPPN (Código Procesal Penal Nacional) a los efectos que se investiguen todos los hechos y circunstancias a los que me he referido”.

 

Otras denuncias

En su extensa exposición, Giménez hace otras denuncias, como que su domicilio fue allanado sin razones y que “mancillaron el buen nombre de mi familia y de mi padre, a quien el propio gobernador de la Provincia le pedía consejos con relación a su seguridad, y hoy manifiesta públicamente que somos narcotraficantes, obviando el derecho constitucional de la presunción de inocencia. Exoneraron a mi esposa, Marina Beatriz Garzón, de la Policía de la Provincia, quien, conforme al decreto 5118 del Poder Ejecutivo de Salta, habría participado en los acontecimientos del supuesto traslado de estupefacientes, cosa que no fue probada por la Justicia, ya que se está en la etapa de instrucción. Y, como si fuera poco, la firma el gobernador de la Provincia, dejando de lado un principio fundamental de la Constitución, el de la presunción de inocencia y que nadie puede ser condenado sin juicio previo, sin importarle que la Constitución es la ley suprema, dejando a mi hijo desamparado. Si eso es Justicia, que Dios nos ayude. Eso es odio y maldad desmedida. Esto parece un cuento de terror, pero es la cruel y cruda realidad. Un gobernador, un ministro de Seguridad y altos jefes policiales que apoyan a Aldo Rogelio Saravia en un procedimiento armado”.

 

PEDIDOS DE CAREOS CON TODOS LOS MENCIONADOS

El exsubcomisario Giménez, en su declaración, solicita ser careado con todas las personas que señala en su manuscrito.

“Me ofrezco para la Justicia en todo tipo de actividad para determinar la veracidad de mis dichos, como por ejemplos, careos con las personas que mencioné, ya que con mi presencia seguramente declararán la verdad. En tanto, si se adoptara tal medida, deberá ser con la reserva del caso, ya que desde el Gobierno y la jefatura de Policía evitarán que se realicen los careos, como fuera el caso del careo que se evitó por las torturas a mi hermano Carlos Javier Giménez”, señalo.

 

Los apremios

Y en relación con lo último, enfatiza que “en forma reiterada, el que en ese momento era secretario de Seguridad, Aldo Rogelio Saravia, el director de Drogas, Marcelo Lami; el 2§ jefe de Operaciones de Drogas, Marcelo Alvarez, y otros policías, todos ellos totalmente identificados por mi hermano, quienes lo torturaron tanto física como psicológicamente, tanto como que le apuntan con una pistola en la cabeza y, percutándole el arma, le propinan golpes de puño y puntapiés en diferentes partes del cuerpo; trataban de introducirle un hierro por el ano; igualmente, amenazaban con que le iban a matar a su hermano e insultaban a nuestra madre diciendo que «ahora la vamos a reventar a esa vieja hija de puta’, entre otros términos, instándolo siempre a que diga dónde está la droga, sin que esta existiera o se presentaran, a partir de ese procedimiento, indicios certeros de la presencia de sustancias estupefacientes. Pero, ante todo esto, la Justicia miró para otro lado en base a la información errónea que les proporcionaba la Policía y el estamento político; que esta situación se descubrió gracias a una pregunta realizada por el (fiscal Federal) Dr. Toranzos, cuando dijo: «¿Carlos, vos estás bien, te hicieron algo?’; y ahí comenzó el aberrante relato y recién entonces actuó la Justicia pero en la actualidad no se hizo nada, tal es así que los autores de estas atrocidades ostentan elevados cargos públicos y gozan de libertad. Tal es el poder de estas personas que el médico legal de turno de la localidad de Gemes, Dr. Delgado, mintió en su examen médico, no encontrando ninguna lesión en el cuerpo de mi hermano; en tanto, el médico de Gendarmería Nacional determinó la existencia de las lesiones, documentándolas debidamente y mediante tomas fotográficas. Todo esto lo considero inaudito. Cómo la Justicia puede creer en estos funcionarios que estuvieron a cargo del supuesto procedimiento de drogas con todas las falencias que se suscitaban”.

 

La gran duda

Otro de los párrafos interesantes del relato de Giménez,se refiere al hallazgo de la droga y da a conocer argumentos que avalan su versión de que fue “plantada”.

“La droga apareció 24 horas después y la encontraron próxima a la orilla del camino con un baquiano de la zona. Pero los policías, los canes, Caballería, no la pudieron encontrar siendo que la sustancia se hallaba a la vera del camino por el cual transitaban y que era el punto de referencia para su búsqueda. En un principio del procedimiento, aparece en la escena del supuesto hecho personal de Drogas Peligrosas sin hallar droga sino hasta 24 horas después. Luego aparece el director de Drogas Peligrosas, quien manifestó que en los rodados había olor a muerto (en la jerga es lo que se percibe en un auto limpio pero que ha transportado sustancias), o sea cocaína, pero nunca se halló nada, en tanto que Gendarmería, especialista en este tipo de procedimientos, realizó un examen sobre los rodados y éstos arrojaron resultados negativos; entonces, ¿cuál era la realidad de la situación?: otra falacia de la Policía”.-

 

Publicado por El Tribuno – 13.02.2012

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