Debate sobre las trabas al derecho a interrumpir el embarazo

21/03/2016 | Revista Norte
De izquierda a derecha, Ester Szlit, Victoria Tesoriero, Nelly Minyersky, Estela Díaz y María Elena Naddeo.

De izquierda a derecha, Ester Szlit, Victoria Tesoriero, Nelly Minyersky, Estela Díaz y María Elena Naddeo.

 

Los obstáculos de la cultura

Se realizó un debate, organizado por la APDH, sobre los obstáculos jurídicos e ideológicos que se interponen al derecho a la interrupción del embarazo. La Iglesia, la cultura machista, la corporación judicial y los médicos, en las críticas de las especialistas.

La resistencia de los profesionales de la medicina, la intromisión de los sectores fundamentalistas de la Iglesia Católica, una cultura machista que entroniza e idealiza a la maternidad y una corporación judicial conservadora. Estos fueron algunos de los “Obstáculos jurídicos e ideológicos para garantizar el derecho a la interrupción legal del embarazo”, como invitaba a pensar el título del debate organizado por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, en el marco del mes de los derechos de las mujeres.

Ester Szlit, médica, integrante de la comisión de Salud APDH, abrió el debate en un panel compuesto por Nelly Minyersky, reconocida jurista que participó de la redacción del Código Civil; Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA; Victoria Tesoriero, de Católicas por el derecho a decidir, y coordinado por María Elena Naddeo, titular de la Secretaría de los Derechos de las Mujeres, Igualdad de Género y Diversidad de APDH.

Szlit señaló el primer obstáculo: “Los médicos son los primeros responsables de que el aborto no se cumpla. En vez de estar al servicio de la persona sufriente, utilizan su propia ideología para decidir sobre la vida de otras personas. Y si un profesional no hace un aborto cuando lo tiene que hacer, no se hace. Pasa el tiempo y se convierte en riesgoso”.

Hizo, además, un repaso por las cifras conocidas y las desigualdades que subyacen en este tema: “Me preocupa la cantidad de abortos que se hacen. Entre 400 y 600 mil abortos clandestinos al año. Y mueren entre 40 y 100 mujeres por año por estos abortos, solo de las clases humildes, no son de todas las clases porque las que son de otros sectores tienen acceso a las pastillas, a un aborto en condiciones de asepsia”. Y también recordó que “nadie quiere imponer a nadie el aborto. No es algo deseable, es una consecuencia de la falta de otras cosas: de los métodos anticonceptivos, de la educación sexual, del acompañamiento del Estado y de la sociedad”.

Victoria Tesoriero también de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, planteó que uno de los obstáculos más fuertes para la legalización del aborto es un sector de la Iglesia Católica. Hizo un poco de historia sobre los avances y las trabas que históricamente se dieron en torno al aborto. Desde la década pasada, cuando surgió la Campaña, dijo: “La estrategia de los sectores fundamentalistas fue instalarse en servicios de salud y ocupar equipos de bioética para obstaculizar. La otra estrategia fue instalarse en los servicios de justicia.”

Marcó como un punto de inflexión en esta historia la designación del papa Francisco, “que es progresista en muchos aspectos pero en los derechos de las mujeres sigue siendo restrictivo”.

Estela Díaz, también militante de la Campaña, reflexionó sobre las dificultades para lograr el acceso al aborto seguro y gratuito. Dijo que “nos llevó 20 años de democracia conseguir la ley de salud sexual y reproductiva. Algo que no estaba prohibido. Es que cuando discutimos de sexualidad aparece un campo de batalla”. “Hace 10 años del nacimiento de la Campaña, y en ese entonces dijimos ‘hay que sacar el aborto del closet’ porque era algo que se transitaba siempre en silencio. Hacer una disputa por el sentido y el valor de determinadas enunciaciones”.

Sin embargo, en ese campo “hay una batalla que los conservadores nos han ganado. Es la idea de que la persona que no nació es una vida inocente. Y el valor vida tiene un fuerte contenido político en nuestra sociedad que ha pasado por dictaduras. La discusión es entre la autonomía de las mujeres y la posible persona. Este es el núcleo fuerte del debate en la sociedad y nunca va a haber un acuerdo”.

Por otro lado, habló de un contexto mundial muy conservador, en el que hay retrocesos significativos incluso en países donde el aborto es legal, como España o Francia. Sin embargo, no se mostró pesimista: “Creo que avanzamos mucho y no les va a ser tan sencillo que vayamos para atrás porque hay un acumulado político, médico, jurídico con el que estamos resistiendo”.

Para cerrar, Nelly Minyersky retomó algunos de los argumentos planteados, ampliándolos y profundizándolos. Para ella el impedimento central está en lo cultural. Y para dar cuenta de la magnitud de ese obstáculo recordó que el Código Penal, que en su artículo 86 establece las causales en las que el aborto es no punible, es de 1921 y todavía no se ha logrado su efectivo cumplimiento. “La pregunta que nos hacemos siempre es por qué las mujeres no logramos avanzar en el tema de derechos sexuales y reproductivos. Porque son un combo en el cual la interrupción voluntaria del embarazo es el elemento más paradigmático. Los obstáculos están en muchos aspectos de la educación, no solo en la educación sexual. Están intrínsecamente unidos educación sexual, estereotipos, divisiones de roles en el hogar”, dijo.

“Culturalmente todavía estamos tan identificadas con el rol materno… hay toda una cultura, un mundo que te está imponiendo ese rol”, agregó. En ese sentido, dijo que “estamos luchando con algo que es muy poderoso porque es impulsado desde sectores muy poderosos y también porque no hemos logrado transmitir bien el discurso”.

Como parte de lo que hay que saber comunicar, y en relación al dilema planteado por Díaz, entre la autonomía de la mujer y el feto, explicó que “al principio del embarazo el derecho de la mujer es mayor y eso va decreciendo en la medida que el embarazo va avanzando. Tenemos que mejorar nuestro discurso. Esto es un problema de salud pública”. Como Szlit, acordó que “no son cuestiones agradables ni felices. Son dilemas bioéticos como tantos en la vida donde debe primar la autonomía de la mujer.”

Paradójicamente, reconoció que uno de los obstáculos que están apareciendo son los protocolos que reglamentan cómo deben hacerse los abortos no punibles: “El Código Penal no necesita reglamentación. Nos equivocamos con esto porque ahora hay protocolos en algunas provincias que limitan la ley”.

De los obstáculos planteados se desprendieron los desafíos para que el cuerpo de las mujeres deje de ser “campo de disputa permanente” como planteó Naddeo en la apertura.

“El desafío es seguir luchando para desmontar la estructura jerárquica y patriarcal que tiene la Iglesia Católica”, dijo Tesoriero. “Salud no es ausencia de enfermedad, es bienestar psicosociofísico. Por lo que un embarazo no deseado podría estar perfectamente en un aborto no punible. Tenemos un camino dentro de lo legal para trabajar. Hay que pelear para que esto que ya es legal se cumpla”, acotó Szlit.-

 

 

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