El Obispo de Orán dice ser víctima de la difamación por el informe de gendarmería que trascendió contra él

23/05/2014 | Revista Norte

Gustavo Sanchetta - Obispo de Orán

Gustavo Sanchetta, Obispo de Orán, respondió mediante una carta en la que niega los hechos difundidos ayer por la tarde en el canal de noticias nacional C5N conducido por el periodista Eduardo Feinman.

Feinman leyó un informe de gendarmes en el que acusaban al Obispo de Orán de oponerse a un control antidrogas en ruta, episodio en el cual habría amenazado a los gendarmes que cumplían el trabajo de hacerles caer todo el peso de la autoridad.

Hoy, el diario de mayor tirada de la provincia, publica una carta de Sanchetta en la que explica su versión de los hechos.

 

EN UN CONTROL EN EL CRUCE DE LAS RUTAS 81 Y 34

El Obispo Zanchetta denunció maltrato de Gendarmería hacia su persona

“Ante algunas noticias difundidas por medios de comunicación nacionales, quiero llegar a ustedes para llevarles tranquilidad con la verdad de los hechos. Ese es siempre el mejor camino frente a la calumnia y la difamación”, comenzó la carta.

El Tribuno

Palabras del Obispo Zanchetta a la opinión pública y los medios de comunicación: 

Ante algunas noticias difundidas por medios de comunicación nacionales, quiero llegar a ustedes para llevarles tranquilidad con la verdad de los hechos. Ese es siempre el mejor camino frente a la calumnia y la difamación.

La situación difundida como noticia (el periodista Eduardo Feimman de C5N dijo que había evitado una requisa de droga), no se ajusta en nada a lo que realmente ocurrió la noche del lunes 12 de mayo en el cruce de las rutas 81 y 34, en Senda Hachada, donde como saben, hay un puesto fijo de control de Gendarmería Nacional. Por ese lugar paso muy frecuentemente, sea cuando viajo hacia las comunidades del norte, por la ruta 34, o hacia nuestro Chaco Salteño por la ruta 81. Fue el caso de esa noche, donde regresaba de celebrar misa en la localidad de Los Blancos con ocasión de su Novena Patronal, acompañado por cuatro de nuestros seminaristas.

A las 22.30 aproximadamente, el personal de Gendarmería me detuvo, me preguntaron de dónde venía y hacia donde viajaba, tal como lo hacen siempre. Luego el gendarme me dijo, pero de mala manera, que me corriera a un costado para una revisión del vehículo, a lo cual accedí, aunque me llamó la atención la actitud innecesariamente hostil y el hecho de que el gendarme no se identificó ni requirió mi documentación personal ni la del vehículo. El mismo es una camioneta Toyota de color gris, la cual es el único vehículo para uso del Obispo de la Nueva Orán, y exhibe una chapa de bronce, junto a la patente, donde puede leerse: Obispado de Orán-Salta. R.A. Esa chapa es la que han usado también mis predecesores y al solo efecto de identificar el vehículo del Obispo. No es para “chapear” ni obtener eximición alguna de los controles que legítimamente puede y debe hacer la Gendarmería Nacional o la Policía en su tarea de prevención.

Requerí entonces la presencia del oficial a cargo ya que no me sentí bien tratado y porque no me parecía la forma de hacer un control de rutina. De hecho hicieron bajar del vehículo a los seminaristas y les ordenaron que abrieran las puertas de la cabina y la puerta trasera de la caja del vehículo. Todo dicho de muy mala manera y rodeando la camioneta como si se estuviera ante una situación de riesgo.

Luego siguió una requisa donde noté que era exagerada y realizada de una forma que llamara demasiado la atención. De hecho uno de los seminaristas escuchó que parte del personal que estaba a un costado se lamentaban por la forma en que era tratado el Obispo.

Concretamente la caja trasera del vehículo estaba vacía, y en el interior del mismo sólo estaban los abrigos de los muchachos y mis ornamentos para celebrar la misa, incluidos la mitra y el báculo pastoral.

Nunca pidieron documentación, ni a los seminaristas ni a mí, por lo cual tomé la iniciativa de hacerlo, entregando en mano al oficial a cargo mi D.N.I. junto con la Credencial Eclesiástica otorgada por el Estado Nacional donde dice que soy el Obispo de la Nueva Orán. La misma lleva el Nº 287 y está firmada por el Secretario de Culto de la Nación, Embajador Guillermo Oliveri.

No lo hice para ostentar ningún privilegio porque ello sería una contradicción con mis convicciones más profundas. Pero entendía que esa situación de maltrato y la forma en la que hicieron un control de rutina se hubiera encauzado si requerían, como corresponde, identificar al conductor y al vehículo. Es por eso que me quejé ante el oficial a cargo, porque creo que nadie se merece ser tratado de esa manera. El Obispo es un ciudadano más y tiene la obligación de cumplir la ley. Pero al ver lo que me ocurrió junto a los seminaristas no he dejado de pensar en las muchas personas que transitan habitualmente como yo estas rutas y que les puede pasar lo mismo. Por eso le dije expresamente al oficial que me iba a quejar ante quien correspondiera, porque no era esa la forma de proceder.

Luego que terminaron de revisar todo, y sin darme ninguna explicación, retomé el regreso a Orán por la ruta 34. Y dialogando en el camino con los seminaristas me hicieron referencia al miedo que sintieron y el mal momento vivido. Realmente eso me duele en el alma.

Al día siguiente expuse la situación al Juez Federal de Orán, Dr. Raúl J. Reynoso, quien me prometió que pediría informes al Jefe de Escuadrón de Gendarmería de Tartagal, de donde depende ese puesto de control vehicular, y me dijo que ya se habían verificado otras situaciones parecidas, lamentando los hechos.

Por mi parte sólo pedí al Sr. Juez que vea la forma de hacer saber a quien corresponda que sólo cuestiono el modo en el que fuimos tratados los seminaristas y yo. Que no pido ningún privilegio ni excepción, como tampoco deseo sanciones al personal involucrado, sino más bien se los instruya para que traten correctamente a todas las personas.

Finalmente hermanos, les comparto que me siento en paz, y que en todo caso la humillación y el destrato recibidos los asumo como parte de mi camino de conversión.

Recen por mí, para que esta experiencia me ayude a crecer en humildad. A fin de cuentas no soy más que un simple servidor (Lc 17,10).

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