Informe del Observatorio del Derecho Social sobre el mercado de trabajo

01/08/2017 | Revista Norte

CON INFORMACIÓN OFICIAL SOBRE EL CRECIMIENTO Y EL EMPLEO A JULIO DE 2017.

«A un año y medio del cambio de gobierno a nivel nacional los datos referidos a los asalariados registrados muestran un agravamiento de las tensiones que el mercado de trabajo ya venía presentando desde al menos el año 2012».

Así lo indica un informe sobre la situación de los asalariados registrados con la última información oficial disponible realizada por el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma.

A continuación una síntesis de los principales contenidos del informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA-A coordinado por Luis Campos:

Según los últimos datos oficiales, correspondientes al mes de mayo de este año, la cantidad de asalariados registrados se incrementó en un 1,5% con relación al mismo mes de 2016 y un 2,3% con respecto a 2015. Estos porcentajes son similares al crecimiento vegetativo de la población y, por ende, en términos relativos no reflejan un proceso de recuperación en el empleo.

En los últimos dos años la categoría ocupacional que presentó el comportamiento más pobre fueron los asalariados registrados del sector privado, que en mayo de 2017 presentaban una variación interanual positiva del 0,5%, y una variación negativa del 0,2% con respecto a 2015. Por el contrario, quienes más crecieron en idéntico período fueron los monotributistas (4,7% y 5,9% con relación a 2016 y 2015 respectivamente). A su vez, los asalariados del sector público se incrementaron en un 1,4% y 4,7%.

Este mayor crecimiento de los monotributistas y de los asalariados del sector público profundiza la pérdida de posiciones relativas de los asalariados registrados del sector privado, que pasaron de representar el 55,5% del total de los trabajadores registrados en 2012 al 51,4% del total en 2017.

A pesar de este estancamiento relativo, el Gobierno nacional ha comenzado a instalar discursivamente que el empleo estaría en vías de recuperarse, mostrando variaciones interanuales positivas y crecimientos mensuales a partir de julio de 2016. Ello esconde, por un lado, que la comparación se realiza contra el peor momento de la crisis de 2016 y, por el otro, que en el mediano plazo la evolución del empleo registrado apenas acompaña el crecimiento vegetativo de la población.

Dentro de los asalariados registrados del sector privado, el crecimiento del empleo a partir de julio de 2016 fue liderado casi exclusivamente por la industria de la construcción (entre julio de 2016 y mayo de 2017 creció un 8,2% contra un promedio de apenas el 0,8%). Dentro de este sector, las empresas de más de 100 trabajadores explicaron el 75% de los nuevos puestos de trabajo.

En otras palabras, el principal impulso a la creación de empleo en el sector privado ha estado en manos de un sector y empresas directamente ligadas a decisiones del Estado, tanto a través de la obra pública como del fomento al mercado inmobiliario.

Por el contrario, la industria manufacturera no parece encontrar un piso, y en mayo de 2017 registró la menor cantidad de trabajadores desde agosto de 2010, profundizando así una caída iniciada en septiembre de 2015 y que aún no se ha detenido.

El Gobierno nacional también afirma que se estaría registrando un crecimiento del salario real. Sin embargo, los propios datos oficiales muestran que en mayo volvió a caer el ingreso de los asalariados registrados del sector privado en comparación con el mes anterior, situación que ya se repite desde el mes de febrero de este año.

De otra manera, el discurso oficial solo puede sostenerse en la comparación interanual, es decir, con relación a los peores meses de la crisis de 2016. La tendencia declinante del salario real en el mediano plazo sigue siendo una característica central del mercado de trabajo en nuestro país, que se ha profundizado en la primera parte de este año».-

 

EL INFORME COMPLETO:

Un mercado de trabajo anémico y sin perspectivas de recuperación en el corto plazo*

Síntesis

– A un año y medio del cambio de gobierno a nivel nacional los datos referidos a los
asalariados registrados muestran un agravamiento de las tensiones que el mercado de
trabajo ya venía presentando desde al menos el año 2012.

– Según los últimos datos oficiales, correspondientes al mes de mayo de este año, la
cantidad de asalariados registrados se incrementó un 1,5% con relación al mismo mes
de 2016 y un 2,3% con respecto a 2015. Estos porcentajes son similares al crecimiento
vegetativo de la población y, por ende, en términos relativos no reflejan un proceso de
recuperación en el empleo.

– En los últimos dos años la categoría ocupacional que presentó el comportamiento más
pobre fueron los asalariados registrados del sector privado, que en mayo de 2017
presentaban una variación interanual positiva del 0,5%, y una variación negativa del
0,2% con respecto a 2015.

– Por el contrario, quienes más crecieron en idéntico período fueron los monotributistas
(4,7% y 5,9% con relación a 2016 y 2015 respectivamente). A su vez, los asalariados del
sector público se incrementaron en un 1,4% y 4,7%.

– Este mayor crecimiento de los monotributistas y de los asalariados del sector público
profundiza la pérdida de posiciones relativas de los asalariados registrados del sector
privado, que pasaron de representar el 55,5% del total de los trabajadores registrados
en 2012 al 51,4% del total en 2017.

– A pesar de este estancamiento relativo, el Gobierno Nacional ha comenzado a instalar
discursivamente que el empleo estaría en vías de recuperarse, mostrando variaciones
interanuales positivas y crecimientos mensuales a partir de julio de 2016. Ello esconde,
por un lado, que la comparación se realiza contra el peor momento de la crisis de 2016
y, por el otro, que en el mediano plazo la evolución del empleo registrado apenas
acompaña el crecimiento vegetativo de la población.

– Dentro de los asalariados registrados del sector privado, el crecimiento del empleo a
partir de julio de 2016 fue liderado casi exclusivamente por la industria de la
construcción (entre julio de 2016 y mayo de 2017 creció un 8,2% contra un promedio
de apenas el 0,8%). Dentro de este sector, las empresas de más de 100 trabajadores
explicaron el 75% de los nuevos puestos de trabajo. En, otras palabras, el principal
impulso a la creación de empleo en el sector privado ha estado en manos de un sector
y empresas directamente ligadas a decisiones del Estado, tanto a través de la obra
pública como del fomento al mercado inmobiliario.

– Por el contrario, la industria manufacturera no parece encontrar un piso, y en mayo de
2017 registró la menor cantidad de trabajadores desde agosto de 2010, profundizando
así una caída iniciada en septiembre de 2015 y que aún no se ha detenido.

– El Gobierno Nacional también afirma que se estaría registrando un crecimiento del
salario real. Sin embargo, los propios datos oficiales muestran que en mayo volvió a
caer el ingreso de los asalariados registrados del sector privado en comparación con el
mes anterior, situación que ya se repite desde el mes de febrero de este año. En otras
palabras, el discurso oficial solo puede sostenerse en la comparación interanual, es
decir, con relación a los peores meses de la crisis de 2016. La tendencia declinante del
salario real en el mediano plazo sigue siendo una característica central del mercado de
trabajo en nuestro país, que se ha profundizado en la primera parte de este año.

*Luis Campos, Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la
Argentina (CTA Autónoma)

1. Introducción

La situación del mercado de trabajo está lejos de presentarse auspiciosa para el conjunto de
los trabajadores. A un año y medio de la asunción del nuevo gobierno, y luego de la aplicación
de numerosas medidas económicas que ubicaron como claros ganadores a los sectores ligados
a la producción de productos primarios y a la intermediación financiera, la situación de los
trabajadores sigue siendo crítica en materia de empleo y salarios y no existen indicios de que
ello vaya a modificarse en el corto plazo.

Hacia fines de 2015 el mercado de trabajo presentaba serios problemas, tanto en materia de
creación de empleo como de evolución salarial. Sin embargo, la política económica aplicada a
partir de entonces ha estado lejos de resolver dichas tensiones. Por el contrario, la situación de
los trabajadores ha mostrado un deterioro tendencial que, a un año y medio del nuevo
gobierno, está lejos de poder ser calificado como producto de la corrección de distorsiones. Se
trata, en efecto, de un nuevo modelo que cierra con salarios bajos y con una creación muy
limitada de puestos de trabajo, por debajo incluso del crecimiento vegetativo de la población.
Aun así, es posible realizar un análisis más pormenorizado del funcionamiento del mercado de
trabajo a lo largo del último año y medio que permita identificar algunas particularidades
sectoriales, efectuar una periodización y señalar algunas tendencias de más largo plazo. En
particular, la información disponible muestra tanto la magnitud del deterioro experimentado
por las principales variables del mercado de trabajo a lo largo del primer semestre de 2016
como la insuficiencia del rebote posterior, pese a las continuas declaraciones de funcionarios
gubernamentales en sentido contrario. A su vez, también se observa un marcado contraste
entre dos actividades que presentaron un comportamiento muy disímil durante los últimos
meses: por un lado, el fuerte crecimiento del empleo en la industria de la construcción, en
cierto sentido la estrella del rebote experimentado a partir del segundo semestre; por el otro,
el continuo declive del empleo en la industria manufacturera, que no parece encontrar un piso
y actualmente se encuentra en los mínimos absolutos desde agosto de 2010.

En otras palabras, como veremos a continuación el motor del crecimiento del empleo a partir
de julio de 2016 ha sido la industria de la construcción, principalmente a través de las grandes
empresas, cuya dinámica ha estado fuertemente ligada a decisiones vinculadas a la obra
pública y al impulso de la construcción de viviendas. Por el contrario, la industria
manufacturera ha sido la clara perdedora del nuevo modelo económico, mientras que el
empleo en los servicios y en el sector primario no muestra capacidad de traccionar firmemente
el mercado de trabajo. Puesto en estos términos, cabe interrogarse acerca de la sostenibilidad
de un modelo en el que la creación de empleo está vinculada a la evolución de la construcción
y, en particular, si el impulso público a esta actividad se sostendrá una vez finalizado el período
electoral actualmente en curso. Las perspectivas, dadas las restricciones fiscales que enfrenta
el sector público y las propias declaraciones que emanan de los funcionarios estatales, no
parecen muy alentadoras.

2. Los datos actuales sobre el empleo registrado y una mirada de mediano plazo

Los últimos datos disponibles en materia de empleo registrado provenientes del SIPA
corresponden al mes de mayo de 2017. En la siguiente tabla se observan los valores absolutos
y la comparación con el mismo mes de los años 2015 y 2016.

La información aquí volcada permite identificar algunas conclusiones preliminares acerca del
funcionamiento del mercado de trabajo en el período reciente. En primer lugar, cabe destacar
que la evolución del total de trabajadores registrado es relativamente similar al crecimiento
vegetativo de la población (levemente superior al 1% anual). Sin embargo, este
comportamiento se explica por variaciones muy distintas al interior de cada uno de los
subgrupos. En efecto, mientras que la cantidad de asalariados registrados en el sector privado
se mantiene virtualmente estancada en términos absolutos, ello es compensado por el
crecimiento de los trabajadores en el sector público, en casas particulares y con mucha mayor
intensidad en las distintas formas de monotributo existentes.

La pérdida de posiciones relativas de los asalariados registrados del sector privado respecto del
total de trabajadores registrados constituye una señal de una creciente precarización de la
inserción laboral en el mercado de trabajo, tendencia que se mantiene sin mayores
modificaciones al menos desde el año 2012 (momento en el que se inicia el relevamiento del
Ministerio de Trabajo).

3. Un segundo semestre con ganadores y perdedores dentro de los asalariados
registrados en el sector privado

La evolución del empleo registrado en el sector privado durante los primeros meses del
gobierno de Cambiemos no presentó mayores divergencias. Prácticamente todos los sectores
experimentaron un fuerte retroceso, a tal punto que entre noviembre de 2015 y julio de 2016
el SIPA registró una caída de 131.415 trabajadores en el sector privado.

Por entonces, el discurso oficial hacía referencia a que dicho comportamiento respondía a los
ajustes necesarios que debían realizarse en la economía y que, a partir del segundo semestre,
comenzaría a verse una recuperación en el mercado de trabajo. Como puede observarse en el
siguiente gráfico, el punto más bajo de la serie se registró en el bimestre junio – julio, y desde
entonces la cantidad de asalariados registrados en el sector privado comenzó a crecer
levemente, tanto en la serie absoluta como en la desestacionalizada. Esta recuperación ha
llevado a que el promedio de los primeros cinco meses del 2017 sea similar, en términos
absolutos, al mismo período de 2015.

Este crecimiento ha tenido un comportamiento muy dispar en las distintas actividades,
mostrando claros ganadores y perdedores en lo que a creación de empleo registrado se
refiere. En términos porcentuales, el crecimiento de los asalariados registrados en el sector
privado entre julio de 2016 y mayo de 2017 fue del 0,8%. Sin embargo, como puede
observarse en el siguiente gráfico, el principal motor de este incremento fue la industria de la
construcción, con un crecimiento del 8,2% en dicho período, mientras que la industria y la
minería registraron caídas del 2,2% y 4,6% respectivamente. Por su parte, el resto de las
actividades mostraron un comportamiento más cercano al promedio. En otras palabras, gran
parte del crecimiento del empleo generado a partir de julio de 2017 se explica por la evolución
de la industria de la construcción que, como veremos a continuación, también presentó
variaciones muy significativas en su interior.

Como hemos señalado, entre los meses de julio de 2016 y mayo de 2017 la evolución del
empleo registrado en la construcción y en la industria manufacturera presenta
comportamientos marcadamente diferentes al resto de los sectores. Cabe preguntarse si ello
responde a una cuestión puntual de dichos meses, o si estamos frente a una tendencia
sostenida. Al respecto, en el siguiente gráfico puede observarse el crecimiento de esta brecha
en todo el período, donde el empleo en la construcción muestra una evolución muy superior al
del resto de las actividades, mientras que la industria manufacturera se retrae
constantemente. Sobre algunas de las particularidades de cada sector volveremos a
continuación.

3.1 El empleo en la construcción

La industria de la construcción ha sido el principal motor del empleo a partir de julio de 2016.
Este comportamiento se debe, parcialmente, a que este sector había sido el más afectado por
el ajuste que se produjo luego del cambio de gobierno, por lo que su capacidad de rebote era
significativamente mayor, sumado a que se trata de una de las actividades que presenta mayor
capacidad de reacción a estímulos provenientes de un crecimiento de la actividad o de
decisiones de política pública.

Al respecto, el Instituto de Estadísticas y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC)
brinda información sobre la evolución del empleo en la construcción desagregándola según el
tamaño de los establecimientos. En este sentido, resulta abrumadora la evidencia acerca de
que el crecimiento del empleo en este sector se explica casi exclusivamente por el
comportamiento de las grandes empresas constructoras (más de 100 trabajadores) que dan
cuenta del 75% del incremento total de trabajadores en este período. En otras palabras,
mientras que el empleo en las pequeñas empresas mostró una evolución no muy superior al
del resto de las actividades económicas, registrando entre julio de 2016 y mayo de 2017 un
crecimiento del 4,1%, la cantidad de trabajadores en las grandes empresas constructoras se
incrementó en un 23,6% en el mismo período, situación que se explica fundamentalmente por
la reactivación de la obra pública y el impulso de grandes construcciones (muchas de ellas
vinculadas a políticas oficiales de fomento de la construcción de viviendas). Más aún, como
puede apreciarse en el siguiente gráfico, el despegue del empleo en las grandes empresas
constructoras se produjo a partir de enero de 2017, siguiendo desde entonces un patrón muy diferenciado respecto del empleo en las pequeñas empresas y en el total informado por el
SIPA

Fuente: Elaboración propia con datos del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la
Construcción y el Ministerio de Trabajo de la Nación – SIPA

3.2 El largo declive de la industria manufacturera

A diferencia de la industria de la construcción, la evolución del empleo en la industria
manufacturera no ha mostrado crecimiento alguno durante los últimos meses. Por el
contrario, en este sector se ha profundizado un retroceso que ha llevado a que el último
registro correspondiente al mes de mayo de 2017 sea el mínimo desde agosto de 2010.
Como puede apreciarse en el siguiente gráfico, el empleo registrado en la industria
manufacturera estuvo virtualmente estancado entre fines de 2011 y fines de 2015. Desde
entonces, no ha frenado su caída, situación que pone serios interrogantes sobre la propia
subsistencia de sectores completos del entramado industrial. Esta situación, a su vez, tiene
serias consecuencias a nivel local en pueblos, ciudades y hasta provincias cuya economía está
fuertemente ligada a alguno de esto sectores en particular.

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Trabajo – SIPA

3.3 Los sectores primarios y los servicios

Finalmente, cabe destacar que en el discurso oficial la creación de empleo está más asociada a
la evolución de aquellos sectores en los que la economía argentina presenta ventajas
comparativas (productos primarios) y al sector servicios. Sin embargo, como puede apreciarse
en la siguiente tabla, estos sectores tampoco han presentado variaciones significativas para
torcer el rumbo de un mercado de trabajo que sigue mostrando un comportamiento anémico.

Variación del empleo registrado en el sector primario y los servicios

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Trabajo de la Nación – SIPA

En tal sentido, cabe resaltar el retroceso del empleo con relación a 2015 de dos de los sectores
más beneficiados por las medidas económicas adoptadas por el nuevo gobierno. Mientras que
en la agricultura y ganadería el empleo cayó un 1,8%, en la minería se desplomó un 11,1%.

4. La evolución salarial de los trabajadores registrados

La evolución del salario real de los trabajadores registrados del sector privado también
experimentó una fuerte caída en el primer semestre de 2016. El proceso inflacionario sumado
a la demora en implementar los incrementos salariales tuvieron como resultado caídas que, en
términos interanuales, superaron el 10% en los meses de junio y julio. Desde entonces el
salario real comenzó a mostrar un leve crecimiento, producto en gran medida de los acuerdos
salariales celebrados entre los meses de marzo y junio de 2016. De esta manera, las
variaciones interanuales negativas se suavizaron significativamente en los últimos meses del
año, sin llegar a recuperar el retroceso experimentado en el primer semestre. En otras
palabras, los acuerdos salariales llegaron tarde y fueron insuficientes para evitar un deterioro
en el salario real de los trabajadores.

Sin embargo, este crecimiento solo se prolongó hasta el mes de enero de 2017. Como puede
observarse en el siguiente gráfico, desde entonces el salario real ha vuelto a experimentar
retrocesos mensuales, consolidando un declive respecto de los años previos. Por el contrario,
el discurso del Gobierno Nacional que hace hincapié en un crecimiento del salario real solo
puede explicarse a partir de la comparación interanual con los peores meses de la crisis de
2016.

Para los trabajadores del sector público no existe una serie de salarios similar que permita
analizar la evolución del salario real. Sin embargo, sí es posible evaluar en términos reales la
evolución del salario real – asalariados registrados del sector privado (enero 2013 = 100)
evolución del salario de convenio de los trabajadores del sector público nacional. Como puede
observarse en el siguiente gráfico, el retroceso salarial en términos reales ha sido sostenido en
el tiempo y luego de implementados los recientes acuerdos salariales (agosto de 2017) el
salario real de convenio se encontrará un 4,7% por debajo de un año atrás y un 21,7% por
debajo del nivel del año 2009.

5. Perspectivas de cara a los próximos meses

La información oficial disponible muestra que el mercado de trabajo está lejos de haberse
recuperado luego de la fuerte caída experimentada en el primer semestre de 2016. Las
tensiones que venían experimentándose durante la primera mitad de esta década no solo no
se resolvieron sino que, por el contrario, parecen haberse profundizado significativamente. En
el último año y medio la economía argentina no ha creado puestos de trabajo registrados en el
sector privado, y si bien a partir de julio de 2016 la cantidad de asalariados ha comenzado a
incrementarse, el ritmo al cual se desarrolla este proceso todavía resulta insuficiente para
equiparar el crecimiento vegetativo de la población, generando las bases para un crecimiento
de las formas más precarias de inserción laboral en el mercado de trabajo.

Por otra parte, el análisis sectorial de la evolución del empleo en el período de crecimiento
posterior a julio de 2016 también muestra signos de interrogación muy importantes. Por un
lado, debido a que el principal motor del empleo ha sido la industria de la construcción, y
dentro de ella las grandes empresas constructoras cuya actividad depende en gran medida de
decisiones gubernamentales ligadas a la obra pública y a los programas de fomento de la
construcción de viviendas. En este sentido, las restricciones fiscales que enfrenta el sector
público en sus distintos niveles permiten dudar seriamente de que, una vez transcurridas las
elecciones de medio término, los impulsos estatales a la industria de la construcción continúen
con los ritmos que han mostrado en el período reciente. En caso de que ello sea así, el
mercado de trabajo habrá perdido a uno de sus principales motores en materia de creación de
empleo.

En segundo lugar, el creciente deterioro del empleo en la industria manufacturera pone serios
desafíos de cara a la evolución del mercado de trabajo en el mediano plazo. Aquí ya no se trata
de un sector o región en particular, sino que el retroceso es generalizado, sin que aparezcan
actividades sustitutas que puedan ir abriendo oportunidades para aquellos trabajadores que
son desplazados en el marco de los procesos de ajuste que experimentan los distintos sectores
industriales.

En tercer lugar, al menos hasta la actualidad ni los sectores primarios ni los servicios han
mostrado un dinamismo que permita inferir que serán ellos los futuros motores de la creación
de empleo en nuestro país. Todo ello sin considerar las restricciones y desafíos
macroeconómicos, que exceden el marco de este informe, cuya resolución, sin dudas,
condicionará la evolución del mercado de trabajo.

En cuanto a los salarios, la tendencia también es declinante, y si bien las comparaciones
interanuales comienzan a mostrar signos positivos, ello es producto de la crítica situación que
se experimentó en el año 2016, sin que exista evidencia alguna que dé cuenta de que estamos
frente a un proceso de recuperación salarial. Sin ir más lejos, en términos reales el retroceso
mensual ha sido una constante a partir de febrero de este año, encontrándose muy por debajo
de los niveles que presentaba en el año 2015.

Finalmente, cabe señalar que en este escenario de un mercado de trabajo que lejos está de
ofrecer los puestos de trabajo que demanda el conjunto de los trabajadores de nuestro país, se
han instalado con fuerza voces y reclamos empresariales y gubernamentales que diagnostican
que estos déficits están ligados a los altos costos laborales y la inflexibilidad de las instituciones
del mundo del trabajo. La consecuencia lógica de este razonamiento es el impulso de reformas
normativas tendientes a flexibilizar aún más las condiciones de trabajo y a debilitar los
sistemas de protección social. Un discurso que, aún con ropajes más modernos, replica la
estrategia implementada durante la primera mitad de los años ’90. Los resultados de
promover dicha flexibilización laboral están a la vista en nuestra historia reciente, y lejos están
de ofrecer soluciones a los límites que muestra un mercado de trabajo y una estructura
económica que solo beneficia a unos pocos.

 

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