Lesa humanidad. La desaparición del joven Carlos Enrique Mosca Alsina
11/07/2013 | Revista Norte

Salta.
Megajuicio. Otra vecina habló de la búsqueda de Mosca Alsina
La testigo Nelly Sauad, que era vecina de la familia Mosca Alsina, en la calle Martín Cornejo de la ciudad de Salta, habló ayer de la insistente búsqueda del padre del joven estudiante Carlos Enrique Mosca Alsina, secuestrado y desaparecido el 4 de agosto de 1976, a la vuelta de su casa.
El testimonio de Sauad, de 81 años, fue tomado en su vivienda por una comitiva integrada por la jueza Marta Liliana Snopek, el fiscal Ricardo Toranzos, sus ayudantes, y la secretaria de Derechos Humanos del Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta, Denise Blajean.
El secuestro y desaparición de Mosca Alsina es uno de los delitos de lesa humanidad, en perjuicio de 34 personas, por los que el Tribunal Oral de Salta juzga, desde mayo del año pasado, a 17 hombres, miembros del Ejército, la Policía de Salta, el Servicio Penitenciario Provincial y un civil.
Sauad recordaba poco del secuestro del estudiante: dijo que otra vecina le había contado que lo había visto entrar al quiosco. Se sabe que el joven había ido a comprar cigarrillos. Al parecer, esa fue la última vez que lo vieron en el barrio. Nunca más se supo de él, a pesar de la insistente búsqueda de su padre. En este sentido, como otros que declararon sobre este hecho, la testigo recordó la conmoción en la familia del joven: además de destacar que el padre no cesaba de buscarlo, recordó que la madre “no apareció más” porque la había ganado la depresión. Sauad también sostuvo que la Policía nunca fue a indagar sobre este hecho.
Por la desaparición de Mosca Alsina están siendo juzgados dos represores emblemáticos del terrorismo de Estado en Salta: el ex jefe de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil, y el ex jefe del Ejército, Carlos Alberto Mulhall.
Los testimonios que se escucharon en agosto del año pasado indican que el joven pudo haberse convertido en un blanco del terrorismo porque, cuando estudiaba abogacía en Tucumán, compartió vivienda con los estudiantes Rubén Manoff, Gustavo Imberti y Jaime Kulisevski, y, solo por un breve período, con Sergio Gonoraski. Los tres primeros tenían militancia estudiantil y en el Partido Socialista de los Trabajadores (MST) y en diciembre de 1975 sufrieron un atentado en su casa, luego de que alojaran a un militante de la Juventud Guevarista que era perseguido y finalmente fue asesinado.
Este hecho convenció a Manoff, Imberti y Kulisevski de que debían salir de Tucumán y de Salta. Mosca Alsina, que no tenía militancia alguna y creía que por ello estaba seguro, decidió quedarse con su familia, y continuar sus estudios en la Universidad Católica de Salta. Se sabe que en ese período él y Gonoraski fueron presionados por Guil con el propósito de que convencieran a sus compañeros para que se presentaran en la Policía. Manoff está convencido de que “Mosquita” fue secuestrado por esta amistad.
Al dolor de la desaparición del joven, se suma en este caso el hecho de que los secuestradores extorsionaron al padre sacándole dinero a cambio de supuesta información sobre el paradero del chico, y porque reiteradamente lo engañaron generándole falsas expectativas de que iban a liberarlo.
El debate continuará el próximo 29 de este mes, con una larga lista de testimonios. El Tribunal tiene previsto escuchar los alegatos en agosto, cuando se podría conocer la sentencia.-
Por Elena Corvalán
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MEGACAUSA DE LA UNSA: EL TÍPICO CASO DE UNA VÍCTIMA INOCENTE
Carlos fue secuestrado “por ser amigo de…”
En la audiencia de ayer declararon testigos por el caso de un estudiante de Derecho raptado a metros de su domicilio.
Por Rubén Arena
El secuestro y desaparición del joven Carlos Enrique Mosca Alsina fue el típico caso de aquellas víctimas de la dictadura militar que sufrieron las consecuencias del plan genocida “por ser amigo de…”. Así lo graficó Rubén Manoff, quien declaró ayer en el juicio por la megacausa de la Unsa. La víctima estudiaba Derecho en la Universidad de Tucumán junto a otros salteños, excompañeros de la secundaria y amigos con los que alquilaron un vivienda.
El grupo estaba integrado, además de Manoff, por Gustavo Imberti, Jaime Kulisevzki y Sergio Gonorazky, todos dirigentes estudiantiles. En cambio Mosca Alsina se mantenía al margen y no se le conocía militancia política. “Era pura vida, una persona de bien, y ahora uno se siente culpable porque los que hacíamos política estamos vivos y Carlitos no”, reconoció Manoff. Dijo que para salvar su vida se autoexilió en Israel, lo mismo que Gonorazky, en tanto Kulisevzki e Imberti se fueron a España.
Relató que cuando le contó de su partida a Mosca, este le manifestó que se quedaría porque él no tenía porqué temer. “Esto era así, por eso me sorprendió cuando supe lo que había pasado”, señaló el testigo.
Manoff reveló que al retornar a Salta se enteró que el padre del desaparecido culpaba a sus amigos por lo sucedido. “No tuve la valentía de ir a hablar con la familia”, reconoció.-