Cierres de plantas, despidos de trabajadores, deudas millonarias y pueblos devastados por la política económica que golpea a las firmas SanCor, COTAR, Verónica y muchas pequeñas empresas como Magnasco y Chateaubriand.
Por Mario Hernandez / Rebelión
La crisis de la industria lechera parece no tener fin
La cooperativa SanCor, otrora una pujante empresa nacional, comunicó el cierre de su planta en Bahía Blanca. Alrededor de 50 trabajadores deberán optar entre una indemnización o una promesa de traslado a la planta principal a más de 1.000 kilómetros, en Sunchales, provincia de Santa Fe. Esta noticia se produce a solo 20 días del cierre de su otra planta en Neuquén. En solo tres años, la empresa ya redujo su personal a menos de la mitad, pasando de 5.100 a menos de 2.000 trabajadores.
Este nuevo cierre de una planta estratégica para la cooperativa, generará problemas en la logística de distribución de sus productos en todo el sur del país, la que probablemente se tercerizará, redundando así en una mayor flexibilización laboral.
Según el sindicato ATILRA las indemnizaciones serán pagadas en 18 cuotas. Estos trabajadores, vienen de padecer de un año sin paritarias, cobrando solo el 85% de su sueldo.
A fines de octubre, por unanimidad, los asociados de Sancor, en Asamblea ordinaria y extraordinaria, aprobaron la venta de dos de las plantas a la agropecuaria Adecoagro por U$S45 millones. Se trata de las fábricas de Chivilcoy (Buenos Aires) y Morteros (Córdoba). En esta operación también se incluyeron las marcas Las Tres Niñas y Angelita.
También se avaló, en el marco del plan de reestructuración, la transferencia del 10% que SanCor mantenía del negocio de postres, yogures y flanes en la sociedad que armó con Vicentín.
En este contexto, los tamberos de SanCor también votaron la venta del Centro de Distribución Córdoba y la marca Lechelita.
El trasfondo de esta negociación es la disputa entre dos modelos de país distintos. En su trabajo “SanCor ¿otra víctima del sinceramiento?”, las economistas Carla Seain y Paula Rodríguez sostienen que “está en juego si la lechería argentina va a poder contar, en la definición de las relaciones entre los distintos actores del complejo productivo, con una empresa cooperativa (de los productores nacionales) fuerte, o si, por el contrario, se va a redefinir todo ese espacio hacia modelos de empresas industriales privadas y/o escindidas de los tamberos, caracterizados por relaciones asimétricas donde el productor primario se ve compelido a ceder en el precio y las condiciones cada vez que tiene que entregar su producto. Dicho de otro modo, en el caso SanCor y en cómo se termine de resolver su crisis, está en juego si primarán aún más las relaciones asimétricas tan características del complejo lechero argentino o si, por el contrario, se recuperan y fortalecen relaciones de mayor paridad, con una presencia significativa del sistema cooperativo”
COTAR se financia con salarios
Los trabajadores de la fábrica láctea COTAR denunciaron en agosto que se les adeudaban un acumulado de 4 meses de salario promedio y que quienes adhirieron a retiros voluntarios pre jubilatorios deben sobrevivir con $ 8.000 pesos al mes. A esto se suma que, pese a realizar los descuentos, la empresa no realizaba los aportes sociales.
La Cooperativa de Tamberos de Rosario y Zona Limitada está técnicamente sosteniéndose con el financiamiento de sus propios trabajadores. Pese a que en 2017 tuvo un récord de producción, los empleados llevan de dos a tres años cobrando en cuotas semanales. “La empresa decía que no podía pagar todo junto. A partir de enero de 2018 empezó a depositar ínfimas sumas que no representan ni el 50% del salario. Se formó en una bola de nieve, con una deuda de 3 a 4 meses de sueldo, más el sueldo anual complementario de diciembre de 2017 y 2018”, contó Claudio Caruso, uno de los trabajadores.
En 2009 contaba con 250 puestos de trabajo, hoy COTAR emplea 120 operarios. Según la empresa esa reducción -que incluyó a casi todos los referentes gremiales de un sector combativo del gremio ATILRA- iba a hacer más viable a la Cooperativa.
“En 2017 hubo una producción récord en larga vida, sachet, polvo y subproductos con unos 300.000 litros diarios de leche. Con esa superproducción nos preguntamos qué pasó con la plata. Porque esta falta de pago tiene 2 años, entonces al menos el año pasado debieron regularizarse los sueldos ”, consideró Caruso.
Vale recordar que a fines del año pasado la provincia entregó un crédito de 6 millones de pesos a la Cooperativa, que supuestamente iba permitir comprar un equipo para envasar yogur en potes y duplicar la producción.
Sin embargo, quienes tomaron el ofrecimiento de retiro voluntario y jubilación anticipada, viven con 8.000 pesos mensuales. Algunos debieron cambiar de obra social a prepaga, dado que la empresa realiza los descuentos pero no cumple con los debidos depósitos. Según constataron en AFIP, pese a realizar los descuentos, la empresa realizó pagos parciales hasta octubre de 2017 y a partir de entonces no figuran depósitos de montos de seguridad social. A los repositores no se les pagan los viáticos correspondientes y proliferan las enfermedades, accidentes y problemas de salud.
En marzo la empresa suspendió a 23 trabajadores por 14 días y pretendió prorrogarla por dos semanas. “Pero gracias a que los propios trabajadores decidieron aportar 3.500 pesos por tres meses de sus sueldos, esos trabajadores fueron reincorporados”, es decir, que los propios trabajadores por solidaridad pagaron con sus sueldos achicados el retorno de sus compañeros para que no pierdan el trabajo. Como premio, las autoridades de COTAR quisieron acortar la deuda de marzo a junio de este año entregando bonos de supermercado.
Una extensa crónica de conflictos
El acuerdo con Sancor, que supo ser su controlante, la llevó casi a la quiebra; la intervención y auditoría judicial ; el cierre progresivo de las fábricas del interior de la provincia, siendo la última el remate de Totoras en 2010 ; el despido de delegados y referentes de hecho de los trabajadores y deudas millonarias con proveedoras de servicios, entre otras, son algunos de los capítulos.
Hablar de COTAR, también es hablar de ATILRA, el gremio lácteo dirigido hace 15 años por Héctor Ponce, quien firmó la flexibilización del Convenio colectivo de trabajo con el macrismo . Y en Rosario es remitirse a una de las escenas más nefastas del patoterismo sindical.
El 3 de diciembre de 2008 , Ponce y una larga marcha uniformada de 900 personas desembarcó en Rosario y se dio un funesto ataque a la entonces Seccional Rosario. Que posteriormente fue intervenida y disuelta por la conducción nacional.
Otros casos
La realidad de las empresas lácteas se repite en otras firmas. Tal es el caso de Verónica, que se encuentra trabajando al 60% de su capacidad productiva. Dado que ‘el negocio’ es hoy la leche en polvo, la firma que constituyó su poder en la elaboración de quesos, está abandonando ese flanco. Mientras tanto, sus empleados cobran en tres veces.
Los trabajadores de Verónica, contaron que como parte del acuerdo de flexibilización del Convenio 2/88 suscripto por ATILRA Nacional, los obreros lácteos deben aceptar la polifuncionalidad que se exige no sólo dentro de los establecimientos, sino incluso trasladándose a trabajar a otras localidades donde la firma tiene fábricas. También les fue alterado el salario con la anulación de algunos ítems. Verónica también viene retrasando los aportes sociales, lo que deja en vulnerabilidad a los trabajadores.
La realidad de los pueblos del interior de la cuenca lechera es el cierre de muchas pequeñas empresas, como Magnasco y Chateaubriand , cuyos obreros encararon largos meses de lucha. Con Sancor que ya no es la gran cooperativa argentina en escena, en medio de una crisis importante en el sector y a nivel general y un sindicato que se acomoda a las exigencias de las patronales y el Gobierno.-