Arnaldo Dubin es médico intensivista, profesor de la Cátedra Terapia Intensiva de la Universidad Nacional de La Plata, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y uno de los firmantes de la carta abierta A la sociedad argentina que distintos docentes de la Facultad de Ciencias Médicas acaban de publicar.
En ella, hablan de “angustia”, de soledad y de “riesgo”.
“Llamamos a la sociedad a que reflexione y cumpla con las medidas simples pero importantes avaladas científicamente –afirman-. El personal sanitario y el sistema de salud están al borde del colapso. Y si esto ocurre, puede repetirse el escenario que hemos visto en otros países”.
En esta entrevista con Canal Abierto, Dubin confirma lo expresado, critica los “mensajes equívocos” que dan algunos gobernantes y asegura que todo lo logrado hasta aquí corre riesgo inminente de ser echado por la borda de la mano de una responsabilidad individual que no ocurre.
-¿Qué los motivó a hacer este comunicado?
—Estamos viendo una catástrofe sanitaria en ciernes, con una conducta social absolutamente disipada y mensajes equívocos de algunos gobiernos. En el contexto de la peor crisis sanitaria que ha tenido la Argentina desde la polio o desde la fiebre amarilla, estamos en un punto de inflexión, está cambiando el comportamiento de la enfermedad, está creciendo notablemente el número de casos y existe un riesgo cierto de colapso del sistema sanitario como ya ha ocurrido en algunas provincias.
-¿Por qué pronostican un colapso del sistema?
—La terapia intensiva (UTI) es el punto sensible del sistema. Porque si hay pacientes graves, que necesitan ventilación mecánica y no podemos tratarlos, esos pacientes se van a morir.
El 5% de los pacientes que desarrolla Covid-19 presenta formas graves que requieren internación en terapia intensiva, y la mitad de ellos ventilación mecánica. En los últimos siete días hay un promedio de más de 1330 casos de Covid diarios en la Ciudad de Buenos Aires, significa que por lo menos un estimado de 65 pacientes por día van a ser ingresados a terapia intensiva. Por lo tanto, en la próxima semana vamos a tener un ingreso de entre 500 y 600 pacientes en terapia intensiva, y el ingreso no es igual al egreso, porque los pacientes con Covid pueden estar mucho tiempo internados. La internación promedio es de dos a tres semanas y hay pacientes que están meses. Esto significa que el sistema está amenazado.
Sin embargo, desde las autoridades aseguran que hay camas suficientes…
—El problema es el personal sanitario. Los médicos, quinesiólogos y enfermeros intensivistas, entre otros, ya éramos muy pocos antes de la pandemia. Y la pandemia ha desnudado y agravado notablemente esa deficiencia estructural.
Ahora estamos sobrecargados de trabajo, exhaustos física y anímicamente, cometemos errores, nos contagiamos. Hay compañeros que han muerto, y obviamente el funcionamiento y los resultados no pueden ser los habituales. El colapso va a devenir de esto, y el mejor ejemplo es San Salvador de Jujuy. Hay como 60 camas ociosas, respiradores, monitores que no pueden ser usados porque no hay intensivistas. Y esos intensivistas no se consiguen en ningún lado. El Ministerio de Salud de la Nación ha hecho un esfuerzo denodado por conseguir gente y solamente pudo aportar un puñado.
-Una de las jactancias de la situación argentina es la baja tasa de letalidad del coronavirus. ¿Eso puede variar si hay colapso?
—La tasa de letalidad de la Argentina es muy baja. Era inferior al 2%, siete veces más baja que la de Inglaterra. Inglaterra tuvo esa letalidad porque explotó la enfermedad y los pacientes no pudieron ser bien atendidos. En la Argentina el aislamiento, la tan denostada cuarentena, permitió que la enfermedad creciera lentamente. Esto dio tiempo para fortalecer el sistema y los pacientes pudieron ser atendidos adecuadamente en las terapias intensivas. En este momento la terapia intensiva tiene riesgo de colapso, ese riesgo implica que va a aumentar la letalidad. De hecho, la letalidad ya está aumentando: en la Ciudad de Buenos Aires, el último informe dado por el gobierno muestra que la letalidad es de 2,44%.
-¿Cómo están viviendo esa irresponsabilidad civil ustedes, los médicos de las UTI?
—Como intensivistas, tenemos una visión esquizofrénica de la realidad. Por un lado está nuestro trabajo cotidiano, nuestro contexto permanente con la muerte, este cansancio insostenible, más allá de nuestro compromiso irrenunciable a seguir trabajando, y vemos cerca el colapso. Hay lugares donde hace meses que estamos trabajando al 100%. Y, por otro lado salimos a la calle y vemos grupos de gente, con conductas disipadas, sin guardar distancia, gobernantes diciendo que la situación se está aliviando, que se puede flexibilizar el aislamiento. A nosotros nos cuesta compatibilizar esto porque estamos enfrentando la muerte cotidianamente.
-El COVID-19 es percibido como un riesgo sólo para la gente mayor y eso contribuye a que la población más joven salga y se junte. ¿Cuál es el motivo por el que no deberían hacerlo?
—En este momento el sistema sanitario está al límite, no podemos expandirlo más. Lo único que se puede hacer es disminuir la velocidad de progresión de la enfermedad, los contagios. Y para esto no hay otra cosa más que el aislamiento.
Estas versiones edulcoradas, estos mensajes suavizados que se han dado los últimos días no nos ayudan a que la población se cuide. Si vos le decís a la gente después de lo que hemos vivido «pueden hacer reuniones de hasta diez personas al aire libre» o «pueden ir a tomar un café», esto es un potencial gatillo para el desmadre. Y eso es lo que está ocurriendo. La única posibilidad de evitar un desastre sanitario que está en ciernes es que la sociedad cambie sus conductas.
A la sociedad argentina
En el comunicado emitido por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata y firmado por Judith Bernstein, docente de la cátedra de Microbiología y Parasitología, y el propio Dubin, hacen un llamamiento a una responsabilidad civil y colectiva que poco a poco ha ido desapareciendo.
Algunos párrafos:
“Llamamos a la sociedad a que reflexione y cumpla con las medidas simples pero importantes avaladas científicamente: distanciamiento social (permanecer a más de 1,5 metros), uso de tapabocas (cubriendo nariz y boca), lavado frecuente de manos (con agua y jabón o alcohol en gel), no aglomerarse, no hacer reuniones. No debemos salir más que lo imprescindible”.
“El personal sanitario y el sistema de salud están al borde del colapso. Y si esto ocurre, puede repetirse el escenario que hemos visto en otros países. Debemos insistir en explicar a la población que el aislamiento ha salvado decenas de miles de vidas en nuestro país y en el mundo. Los trabajadores de la salud no podemos derrotar solos a la pandemia. Necesitamos la ayuda del conjunto de toda la sociedad”.-