PARO Y BLANQUEO
Hay un Paro del que no se habla. Se trata de un Paro silencioso que no se hace notar, un Paro que no es de un día, un paro permanente y sistemático, un Paro que se oculta hablando de él de otra forma. Un Paro del que no hay responsables. Nadie hace este paro.
Por Claudio Lozano, economista. Con la colaboración de Tomás Raffo
Frente al Paro Nacional realizado el pasado 6 de abril, las principales figuras del gobierno, empezando por el Presidente Macri, cuestionaron la medida por variopintas razones de las cuales queremos extraer una: La que el Paro representa un costo de $15 mil millones, según un cálculo realizado por el Ministerio de Economía.
Se trata de una operación discursiva que con el obvio objetivo de desacreditar el reclamo de los trabajadores utiliza como método argumental, el costo que la sociedad en su conjunto debe asumir por la actitud de los trabajadores y principalmente de sus organizaciones y sus dirigentes.
Tomaremos por válido este costo, aunque bien puede relativizarse, pero consideramos que más allá de la justeza de la medición, no hay dudas de que el éxito contundente de una medida de fuerza que supone paralizar la producción tiene un costo en términos de pérdida de riqueza que no se ha producido durante un día laborable.
Pero queremos contrastarlo con otro paro del que no se habla. Se trata de un Paro silencioso que no se hace notar, como el de los trabajadores. Se trata de un Paro que no es de un día, sino que es de prácticamente todos los días, es un paro permanente y sistemático. Se trata de un Paro que se oculta hablando de él de otra forma. Se lo menciona con otro nombre, muy alejado de como se caracteriza al Paro de los trabajadores, y cuya enunciación lleva consigo la idea de que no hay responsables. Nadie hace este paro.
Ocurre como por arte de magia, ocultándose así a sus actores. Y para colmo, en los días que corren casi se lo presenta como una celebración. Como un verdadero logro del Gobierno Nacional que va a dar réditos mágicos a la sociedad en su conjunto y principalmente a uno de los sectores más postergados de la sociedad (los jubilados).
Nos referimos al Paro que los principales empresarios del país realizan cotidianamente y que se expresa en la formidable fuga de capitales que de manera sistemática vienen desarrollando en los últimos 40 años de historia económica. Se trata de un Paro, puesto que la fuga es excedente que se dirige afuera de la economía argentina. Son recursos que se generan en nuestra economía, bajo procesos productivos de valorización, que los empresarios al remitir al exterior transforman en pérdida millonaria para la economía nacional.
Mientras los trabajadores en lo que va del gobierno de Macri le hicieron un Paro cuyo costo es de U$S 1.000 millones (a un tipo de cambio de 15), los Empresarios en el mismo período le hicieron un Paro sistemático que ya lleva un costo 13 veces superior al de los trabajadores.
En los últimos años la fuga de capitales acumula un total de U$S 240 mil millones (a septiembre del 2016 según lo revela los datos del INDEC). Es más, según estimaciones privadas el valor de los diferentes activos que los millonarios argentinos tienen en el exterior ascendería a los U$S 375.000 mill.
Más aún, en base a los datos del Banco Central, de enero del 2016 a febrero 2017 (último dato disponible) la “formación de activos en el exterior”, sutil manera de denominar el Paro Empresario fue de U$S 13.760 millones. Es decir que mientras los trabajadores en lo que va del gobierno de Macri le hicieron un Paro cuyo costo es de U$S 1.000 millones (a un tipo de cambio de 15), los Empresarios en el mismo período le hicieron un Paro sistemático que ya lleva un costo 13 veces superior al de los trabajadores.
Y para colmo hoy la fuga se la presenta como blanqueo. Una nueva tergiversación, donde al Paro que los empresarios le hacen cotidianamente a la sociedad argentina se lo transforma en una supuesta buena noticia de “retorno de la confianza perdida”. Retorno que por otra parte se produce otorgándoles incentivos fiscales o financieros para retornar o, de manera más correcta, para exteriorizarse (no necesariamente retornan). Incentivos que llevan en el orillo la evidencia de que la política en curso considera que el Paro Empresarial o Fuga ha sido absolutamente legítimo y al cual la sociedad en su conjunto debe pedirle disculpas resignando impuestos y exculpando delitos.
Queremos proponer un blanqueo distinto al del Gobierno, y de carácter nominativo, que es ahí donde se juega buena parte del sentido y validez de los procesos sociales. Blanquear la fuga es nombrarla como el Paro de los Empresarios al país. Un Paro sistemático de los empresarios versus los paros puntuales de los trabajadores. Un Paro cuya comparación en costo con el de los trabajadores es, este año, 13 veces más caro.
Un aspecto central es la prensa opuesta que tiene un Paro respecto del otro. Mientras el de los Trabajadores es denostado por el Gobierno y las Cámaras Empresarias, el de los Empresarios pasa desapercibido. Es más puede incluso observarse una dialéctica entre ambos Paros. Por un lado el rechazo al Paro de los Trabajadores por parte del Gobierno y los Empresarios puede entenderse como la impugnación a que los trabajadores interrumpan el circuito de Fuga y Paro de los Empresarios.
Así cobra validez el argumento presidencial de que el Paro de los trabajadores en “un palo en la rueda”, sólo que incompleto, es un palo en la rueda de la fuga de capitales. Así el Paro de los Trabajadores es también el aro de la Fuga, es la interrupción del Paro de los Empresarios. Por el contrario bajo la normalidad de la actividad económica, cuando los trabajadores no están de Paro, la Fuga reaparece, y por ende los empresarios realizan su sistemático Paro a la economía argentina.
Un Paro que al detraer excedente que se produce en el país y remitirlo al exterior condena a la economía a la falta de inversión y al atraso económico, que entre otras cosas, se refleja en el bajo nivel salarial de la economía, que es la razón de fondo por la cual los trabajadores realizan su Paro. Conviene precisar aquí que los trabajadores no paran para que no se generen ingresos y riqueza. Paran cuestionando el modo en que se distribuyen los ingresos y la riqueza. Poniéndole números a lo señalado podemos afirmar lo siguiente.
Haciendo un simple ejercicio con la información estadística oficial del PBI, horas trabajadas y salario medio de la economía para el año 2016, surge que el valor de la hora trabajada (o en otros términos el rendimiento económico de la hora de trabajo) es de aproximadamente $245. Sin embargo, tomando el salario medio de la economía, la retribución a la fuerza de trabajo por cada hora trabajada se ubicó en $57.
Es decir que el trabajador solo apropia el 23% de lo producido. Considerando válido el cálculo del Ministerio de Economía, de esos $15.000 millones que se perderían en el paro, solo $3.450 millones llegarían a manos de los trabajadores, el resto engrosaría el excedente empresario y por tanto la fuga. Dado el modo en que funciona la economía local. Dado el modo en que se genera, se distribuye y se destina el excedente, un Paro produce el otro. El Paro Empresario, cuyo correlato es la fuga, es el responsable en última instancia de las condiciones que llevan a los trabajadores a realizar jornadas de protesta como la desarrollada recientemente en el Paro Nacional.
Por ende, no puede haber resolución consistente de las condiciones que llevan al Paro de los Trabajadores sino se replantean las condiciones que definen el Paro de los Empresarios. Y esto no se puede hacer denostando a los trabajadores y ocultando el comportamiento rentístico de gran parte del capital concentrado.
Menos aún premiándolos con un blanqueo que supone un borrón y cuenta nueva sobre su comportamiento pasado de fuga de capitales. Borrón y cuenta nueva que garantiza la reproducción en el tiempo de este comportamiento de fuga y paro empresario que nunca se penaliza, y que acarrea consigo los problemas laborales que están por detrás del paro de los trabajadores. Una contradicción más del actual esquema económico que ubica como problema central lo elevado de los costos laborales, cuando el obstáculo principal para el desarrollo argentino es la insuficiencia y la baja calidad de la inversión, cuestión esta que remite a la desigual distribución del excedente y al comportamiento fugador serial del capital local más concentrado.
Característica esta que sólo un replanteo estructural estará en condiciones de superar, aunque difícilmente sea en el marco de un Gobierno de CEOS y dueños de las principales empresas del país.-
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