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LA SALTA DE URTUBEY
La policía de la provincia se negó a ayudarla. Sola hizo inteligencia y rescató a su hija de 17 años de una red de trata que opera en la capital salteña y que parecen impunes. La policía no quiso detener al secuestrador conocido como Ale, el jefe de la banda de los Decididos, a pesar de ser encontrado infraganti por la mujer y unos patrulleros que pasaban por el lugar.
Soledad Sánchez, una madre que denunció la desaparición de su hija, pasó cuatro días buscándola ella misma tras la apatía de la Policía de Salta por ayudarla. Sánchez informó a la policía sobre la desaparición de su hija que padece un retraso madurativo, pero en la policía no le dieron importancia y se excusaron diciendo que tenían a seis chicas perdidas y 90.000 pesos también buscando esa misma noche, contó esta mamá.
Ante esto ella misma se dedicó a buscarla. Fue casa por casa en barrio Solidaridad, hasta que el sábado pasado a la noche dio con un hombre encapuchado que trasladaba a la joven hacia su domicilio de barrio Libertad. Soledad reconoció a su hija de 17 años pese a los hematomas que tenía en su rostro. También presentaba rasguños y golpes en las piernas. El secuestrador, al ser sorprendido por la madre de la adolescente, se refugió en su domicilio donde se atrincheró. «Ningún policía quiso detenerlo, me decían que debía denunciarlo primero. Yo solo había logrado llegar hasta su nombre de pila, el tal Ale, jefe de los Decididos», contó Soledad a El Tribuno. «Lo peor es que no la quisieron revisar ginecológicamente ni tomarle muestras de orina ni sangre para hacerle los estudios toxicológicos. Así me la entregaron, así es el protocolo oficial. Nada. Ninguna asistencia. Desde que llegó a casa durmió casi 20 horas, no recuerda nada. La destruyeron, otra vez», dijo.
Soledad también contó que fue amenazada de muerte por el secuestrador que lidera una banda conocida como «Los Decididos» de Solidaridad en la capital salteña.
«Cuando vi que la policía no la buscaba, que la Brigada de Investigaciones no me atendía siquiera, salí a la calle casa por casa, esquina por esquina».
«Recorrí cientos de calles entre el miércoles y el sábado a la madrugada cuando la encontré. Pedí ayuda al 911 cuando me batieron que se hallaba secuestrada por el jefe de Los Decididos. Me contestaron que les dé la dirección exacta del domicilio del jefe, el nombre completo del mismo y que haga una denuncia contra él».
Pasó todo el sábado por las cientos de fiestas que se realizan en las casas y salones de Solidaridad. «En una de estas fiestas un muchacho me dijo que estaba con el Ale, el jefe, y me dio las coordenadas de un aguantadero en barrio Libertad», contó la mamá.
«Yo no quería ir sola pero la Brigada no me contestaba y la policía exigía el número de casa y la calle para dirigirse, y yo solo tenía la explicación de un muchacho que se apiadó de mí. Como pude llegué a la casa. Me quedé sentada hasta que vi que venían varios encapuchados y traían a mi hija cayéndose, directo al aguantadero ahí salí les grité como si fueran perros y los otros huyeron. El tal Ale me miró desafiante y por esas cosas de la vida aparecieron dos patrulleros que estaban allí por otras causas. Ellos me ayudaron con mi hija tambaleante pero tampoco detuvieron al jefe. Lo demás fue el famoso protocolo de lavarse las manos. No te veo, no te reviso y te vas a la casa», concluyó la mujer.
Golpeada y amenazada
«Mi hija me suplicó que no haga nada porque el Ale le dijo que la va a matar. Pero no puedo más. No voy a esperar que eso pase. Es la tercera vez que se la llevan y la drogan para sus locuras. Basta. No voy a andar más en las noches, para eso está la justicia y la policía. Mi hija necesita tratamientos y seguridad».
«Ahora nadie puede saber qué droga le dieron y qué drogas usan para otras víctimas, no se olvide que la misma Brigada me dijo en la cara que esa noche estaban desaparecidas seis chicas más. Seguramente aparecieron y le aplicaron el mismo protocolo de no asentar nada», dijo.
«Hace poco desapareció una chica y resulta que la hallaron violada por decenas en una casa de Siglo XXI. A eso queremos llegar. A que no regresen al hogar sino muertas. Ese no es respeto del Estado para con las mujeres», sostuvo la mamá.-
Revista Norte / Fuente: El Tribuno