Esa urgencia de la defesa de la vida ha sacado a relucir lo que reivindicamos hace mucho tiempo: ¡la ruptura con este sistema es urgente! Y somos nosotras, mujeres de clase trabajadora de todos los pueblos, quienes seguimos apuntando horizontes posibles, mientras nos ponemos en la primera línea para resistir los ataques del capital contra la vida. Nuestra lucha es internacionalista. Al mismo tiempo, nuestra auto organización concretiza la solidaridad feminista y popular en las acciones cotidianas en nuestros territorios. ¡Unidas, marchamos y reescribimos nuestras historias! Las desigualdades en el acceso a la salud dejaron clara la necesidad de resistir al brutal avance del mercado y sus transnacionales. Nos endeudan, toman nuestras tierras, destruyen y venden la naturaleza, atacan nuestra soberanía alimentaria y buen vivir.
El beneficio de las empresas está en una inmensa batalla contra todo aquello que sostiene la vida –como hemos visto recientemente en las muertes de las trabajadoras en un taller clandestino de la industria española en Marruecos-. Aunque con nuevas dinámicas impuestas por la pandemia, nuestro feminismo se está movilizando contra las envestidas del imperialismo, contra la militarización y el intento de minar la soberanía de los pueblos y criminalizar a luchadoras y luchadores sociales. Denunciamos las prisiones políticas. Condenamos las políticas de gobiernos que violan los derechos de los pueblos, y también los bombardeos imperialistas que son permanentes en territorios como Siria. En todo el mundo luchamos contra la militarización y la ocupación de territorios, y expresamos solidaridad a nuestras compañeras venezolanas, palestinas y saharauis, que resisten diariamente a bloqueos, sanciones y violencias.
Marchamos en defensa de nuestra autonomía y en solidaridad a las compañeras perseguidas, asesinadas y privadas de su libertad. Nuestros cuerpos, voces e ideas tienen fuerza en las calles, en las redes y en el campo, para combatir las violencias de la derecha y sus fundamentalismos que, cada vez más radicales, expresan odio, racismo, misoginia, intolerancia y demás formas de opresión y discriminación. La violencia patriarcal es un engranaje de este sistema que combatimos todos los días. Luchar por la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos y sexualidades es fundamental en nuestra lucha por otra sociedad. EL 8 de marzo es parte de nuestros procesos colectivos de resistencia que confrontan la lógica neoliberal de destrucción del Estado, privatización, competitividad e individualismo. Nuestro feminismo construye economía feminista, solidaridad, reciprocidad, soberanía y poder popular. Por todo el mundo, luchamos en este 8 de Marzo y todos los días por un mundo sin explotación y jerarquías.
¡Resistimos para vivir, marchamos para transformar!
Declaración del Comité Internacional de la Marcha Mundial de Mujeres