Ya se registraron más de 56 mil casos y 48 muertes, cifras inéditas hasta el momento. Especialistas avanzan en un estudio sobre la genética del vector que podría ser clave para diseñar nuevas estrategias de control.
Condiciones ambientales particulares y una variante del virus que acelera los procesos de contagio son algunas de las causas que explican la problemática.
Por Marianela Ríos (Agencia CTyS- UNLaM)
En las últimas semanas, un aumento significativo de contagios de dengue encendió las señales de alerta en el sistema sanitario. Según el último Boletín Epidemiológico (Nº 649 SE15), emitido por el Ministerio de Salud de la Nación, se registraron 56.324 casos y 15 jurisdicciones del país confirmaron la circulación autóctona. También se contabiliza el triste récord de 48 muertes.
Argentina tiene tres hitos epidemiológicos de dengue, ocurridos en 2009, 2016 y 2020. Cada uno de ellos superó en cifras al anterior y los números actuales se encaminan a liderar el podio. “Estamos viendo que, comparado con el mismo periodo del 2020, este pico es notoriamente más importante”, aseguró Victoria Micieli, directora del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE-UNLP-CONICET).
El incremento de casos es común en el período estival, pero, ¿qué hizo que se esté superando marcas registradas en años anteriores? Para la investigadora del CONICET, cuando el dengue se manifiesta como una epidemia, es multicausal. “Cuando hablamos de enfermedades transmisibles, siempre nos referimos a una tríada integrada por el ambiente, el vector y el hospedador. Y todos tienen una gran incidencia”, explicó.
Las altas temperaturas, y las posteriores lluvias, que marcaron el panorama climático de los últimos meses, afectaron la dinámica del vector, generando un escenario más propicio para el aumento de la circulación viral. Según Micieli, además de las condiciones ambientales, otro factor pudo tener incidencia en la dinámica de la transmisión: los serotipos y la genética de las cepas virales que ingresaron al país este año.
Es que no hay solo un virus del dengue, sino cuatro denominados serotipos (DEN 1, DEN 2, DEN 3 y DEN 4). Si bien comparten muchas características, presentan variaciones que los hacen únicos y, por ende, su interacción con el organismo al que ingresan va a ser diferente. “En Argentina, está circulando el 1 y fuertemente el 2, el cual está asociado con formas graves de dengue”, precisó la investigadora.
En ese sentido, Arturo Lizuain, Profesional Adjunto del CONICET e integrante del CEPAVE, señaló que Argentina depende, exclusivamente, de la circulación viral que hay en los países limítrofes como Brasil, Paraguay y Bolivia, donde, en el último año, hubo un aumento muy importante de casos.
Según Micieli, además de las condiciones ambientales, otro factor pudo tener incidencia en la dinámica de la transmisión: los serotipos y la genética de las cepas virales que ingresaron al país este año.
“En el país están todas las condiciones para que el vector se pueda reproducir, y, si sumamos que circula la cepa 2 con un genotipo asociado a problemas más graves y una transmisión más rápida, eso explicaría el por qué hoy en día tenemos un brote tan importante”, aseguró.
Un mosquito made in Argentina
En 2017, un equipo internacional liderado por expertos de la Universidad de Yale, del que participó la doctora Micieli en representación del CEPAVE, buscó determinar la diversidad genética del mosquito Aedes aegypti. Gracias al aporte de la investigadora, lograron descubrir que, en Argentina, existe una mezcla genética de dos subtipos de esta especie: Aedes aegypti formosus, una variedad de origen selvático, y Aedes aegypti aegypti, la forma doméstica.
Sin embargo, el estudio para profundizar en este hallazgo se vio interrumpido hasta este año. Según Micieli, se encuentran en proceso de elaboración de datos usando genómica para entender el origen y el comportamiento de este vector en Argentina, gracias a una actual colaboración entre profesionales del CEPAVE y el equipo de la Doctora Andrea Gloria-Soria y el Doctor Jeffrey Powell.
“Detectamos una variabilidad importante en su genoma y diferente al resto del mundo. Esa subforma selvática se habría introducido en el país proveniente de África. Esto es importante para estudiar si esta variabilidad genética puede afectar al comportamiento del vector y llevar a un incremento de la capacidad de invasión”, explicó.
Una problemática para combatir todo el año
El dengue no tiene cura ni tratamiento. Las personas que lo contraen deben hacer reposo y controlar sus síntomas. Por este motivo, la mejor forma de combatirlo es con la prevención. Usar repelentes en la piel, vestir ropa de colores claros con manga larga, colocar mosquiteros en puertas y ventanas y eliminar los posibles criaderos son las recomendaciones generales.
Para Lizuain, una de las claves es continuar con las campañas de difusión y erradicación durante el invierno. “Lo que sucede es que el mosquito sobrevive durante el frío en forma de huevo, esperando que la temperatura vuelva a aumentar. Por eso es crucial descartar recipientes inservibles que puedan acumular agua y limpiar la superficies de aquellos útiles: bebederos de animales, floreros, baldes, etc”, puntualizó.
Por último, respecto a los métodos de control, sostuvo que muchas veces se pide de forma preventiva que realicen fumigaciones, por lo que aclaró que esto no es recomendable, ya que puede generar resistencia a los insecticidas, además de ser dañino para el ambiente. “El único momento donde las fumigaciones deben llevarse a cabo es cuando se dan estos brotes en lugares puntuales, como un barrio donde sabemos que hay trasmisión y tenemos que cortarla”, clarificó.-