La Fundación Soberanía Sanitaria, ha emitido un documento donde advierte que los «cambios en el rol controlador del Estado, sobre las investigaciones farmacéuticas con personas, pone en riesgo la seguridad y la salud”.
Por Carlos del Frade / APE
La pibada y la industria del medicamento
Las cinco más grandes compañías farmacéuticas han ganado más de 50 billones de dólares en 2015. Mientras tanto cerca de uno de cada cinco norteamericanos no puede pagar las medicinas que le fueron prescriptas.
El resultado: millones de norteamericanos se enferman más, algunos terminan en los servicios de emergencia a un enorme costo y otros, innecesariamente pierden sus vidas, escribió el senador norteamericano Bernie Sanders. A la vez, la ANMAT aprobó casi una veintena de investigaciones experimentales en niños, niñas y adolescentes, desde recién nacidos hasta los diecisiete años.
El imperio, síntesis del sistema, marca el rumbo.
Las empresas farmacéuticas imponen remedios, silencian Estados y usan a las chicas y los chicos. Las pibas y los pibes son inmolados en el altar del dios dinero, de allí que tiene sentido, más que nunca, la etimología de la palabra fármaco: ofrenda a los dioses.
Los cuerpos de las nenas, los cuerpos de los nenes de la Argentina, serán inmolados en las cuentas de las multinacionales de los medicamentos.
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica aprobó 17 investigaciones experimentales en niños, niñas y adolescentes, desde recién nacidos hasta los diecisiete años de edad, a realizarse entre mayo de 2015 y el mes próximo, junio de 2017. “Algunas pueden haber finalizado, pero la mayoría se encuentran en curso. Trece de ellas fueron autorizadas durante el actual gobierno”, contaba el diario “Página/12”, el domingo 28 de mayo.
El 18 de abril, el presidente Mauricio Macri anunció la reducción del plazo para que la ANMAT apruebe los estudios clínicos necesarios para permitir la entrada al mercado de nuevos medicamentos. Hasta ahora, la ANMAT, un organismo regulador y fiscalizador creado en 1992, se tomaba seis meses para sus evaluaciones, pero para los negocios de Macri y sus empresarios-ministros, eso es demasiado tiempo.
Durante una conferencia de prensa para hablar de la modernización del Estado, el líder de la alianza Cambiemos anunció desde la Casa Rosada que los plazos se acortarán a setenta días. En su artículo 1º de la Disposición 4008/2017 publicada en el Boletín Oficial del jueves último (con fecha 26 de abril), indica que “las áreas técnicas intervinientes deberán expedirse en el término de 60 (sesenta) días hábiles administrativos”. En su artículo 3º precisa que en el caso de que el patrocinador presente un pedido de autorización de un estudio de farmacología clínica que esté aprobado por determinados países o por países de la OPS, “los plazos establecidos en el artículo 1° de la presente disposición serán de 45 (cuarenta y cinco) días hábiles administrativos para emitir el informe técnico final”.
Según la Fundación Soberanía Sanitaria, en su documento titulado “Conejillos de Argentina. Cambios en el rol controlador del Estado, sobre las investigaciones farmacéuticas con personas, pone en riesgo la seguridad y la salud”, indicó que “en la mayoría de los países europeos, los Estados cuentan con un promedio de más de 120 días hábiles para realizar la evaluación de un ensayo clínico”, y subrayó que “en ningún país existe la aprobación automática de ensayos clínicos en los que no esté probada la seguridad del medicamento”
“Lo que se busca es incrementar los ensayos clínicos en Argentina con el justificativo de que esto atraería inversiones extranjeras y generaría nuevas fuentes de empleo. Sin embargo, una vez más lo que se esconde es el beneficio de las empresas multinacionales por sobre la industria nacional, dado que son aquellas las que en mayor medida realizan ensayos clínicos con fines de registro de medicamentos”, explicó el documento de la Fundación.
Los negocios de las multinacionales de los medicamentos, a poco más de cincuenta años de la ley Oñativia, vuelven a subordinar la vida de las pibas y los pibes argentinos a una mera cuestión de costos operativos.
Como siempre, la renovación de la dependencia, el afianzamiento del colonialismo es pagado, en primer lugar, por las chicas y los chicos.-