La baja del crucifijo de la legislatura en Salta. Se han rasgado las vestiduras ante ese sencillo hecho protocolar

13/09/2018 | Revista Norte

POLEMICA EN SALTA POR EL RETIRO DEL CRUCIFIJO CUANDO DISERTABA HORACIO VERBITSKY

Luego de la polémica desatada por la bajada del crucifico del recinto de la Cámara de Diputados de la Provincia, quedó más clara que nunca la realidad en la que se encuentra inmersa Salta la linda.

Por M. O. para Revista Norte

EL CRUCIFICO QUE HABLA

Por ahora no está claro quién lo bajó o quién lo hizo bajar, lo que sí quedó claro es que un montonero sobreviviente nunca va a ser bien visto por el orden establecido y se aprovechó el hecho para dejarlo bien a la luz.

En una provincia en donde se cometen los mayores femicidios, donde los niños y niñas mueren como consecuencia de la desnutrición y el abandono, donde parajes enteros carecen de los más elementales derechos como el agua, la luz, y donde se cierran escuelas; muchos católicos, empezando por obispos, diputados y gente de bien se han rasgado las vestiduras ante ese sencillo hecho protocolar.

Todo comenzó en el siglo III, donde la religión católica se casó con el Estado. Allí se dio vuelta la tortilla, ya que antes del siglo tercero los verdaderos seguidores del crucificado estaban en las catacumbas, eran perseguidos y vivían en comunidad, en solidaridad unos con otros, donde estaban incluidos los borrachos, las prostitutas, los ricos que habían donado todo a los pobres, las mujeres que habían sido apedreadas por adúlteras, los zaqueos que habían devuelto todo lo que robaron, los que se hicieron conscientes y empezaron a ver la realidad como el ciego de nacimiento, los laburantes comunes, los que priorizaban a las personas antes que al dinero, etc..

Cuando toda esa espiritualidad pasó a ser “oficial” se ponderó la obediencia al “Orden establecido”, se inició la  acumulación del capital dentro de la iglesia hasta llegar hoy a ser una de las mayores potencias económicas del mundo. Así como se dice una mano lava la otra, mientras ella se enriquecía y recibió prebendas y honores del Estado, esta debía convencer a las ovejas que el rey era puesto por dios y por lo tanto se le debía temer, respetar y obedecer… Así, en nombre de la religión se mató, se persiguió, se mutiló, se quemó miles de mujeres, se violó, se excomulgó. Se conquistaron países y continentes completos, con la cruz y la espada; unos ponían la biblia: la palabra y la  persuasión, los otros la espada: el ejército, los funcionarios, el dinero y todos los servicios del Estado necesarios para la dominación y la sujeción.

Se arrancó de cuajo los valores primigenios. Religión-Estado fue uno, hasta el día de hoy, en muchos países y especialmente en Argentina y en Salta;sin desmerecer honrosas excepciones donde algunos creyentes fundamentaron su lucha liberadora en los principales principios cristianos.

Estamos presenciando en estos días una encendida disputa en medio del feroz saqueo, por parte de los gobernantes de turno, de todos nuestros recursos, derechos y conquistas sociales. Esa disputa tiene que ver con el avance de la sociedad en la conquista de nuevos derechos como el de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, del acceso a la educación sexual integral en las escuelas, el derecho de las personas a optar por un credo o no, y una jerarquía eclesiástica que se resiste al progreso de la sociedad avalada por un gobierno donde la mayoría de sus funcionarios
apoyan esa jerarquía y sus posturas retrógadas, porque a ellos les permite también perpetuarse en sus posiciones y mantener a las personas sujetas.

El broche último aconteció con la renuncia de un grupo de ciudadanos a la religión católica, y la gestión de la separación del Estado y la Iglesia Católica, esto último de una gravedad inusitada porque significaría que la jerarquía y algunos curas, monjas y buena parte del clero tendrían que trabajar y sostenerse en forma autónoma como cualquier hijo de vecino. Tampoco tendrían acceso a todos los subsidios para sus obras faraónicas y ya no podrán sentirse omnipotentes, no podrán imponer ni manipular a la sociedad, perdiendo todo poder. Sino, observemos lo que pasó en el Milagrito* Casi ningún niño de las escuelas públicas asistió. Y en las clases de religión, que son a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia ahora optativas, no participan ni el 10% de los niños y niñas. Todo, sin desmerecer a las miles de personas que con inocencia, sinceridad o desesperación hoy marchan al Milagro (la fiesta religiosa de Salta) haciendo prevalecer el homo religioso, aunque de esto sabe muy bien la jerarquía y el Estado cómo sacar provecho.-

 

*Milagrito: fiesta religiosa direccionada a la participación niños en el marco de la fiesta religiosa conocida como El Milagro o El Señor y La Virgen del Milagro, de Salta.

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