Los argentinos invadimos el espacio ajeno con música a todo volumen y hablamos a los gritos en todo momento y lugar. Pero dos provincias, San Juan y Mendoza, son pioneras en el mundo en legislar contra la contaminación móvil.
Publicado por La Nación
Laura y Pedro se encuentran en la estación de subte Alem para ir a la consulta con el obstetra. La cita causa ansiedad. Durante el viaje intentan conversar sobre sus miedos, pero resulta imposible: en el vagón, un joven escucha música con su celular sin auriculares a todo volumen.
Tras 15 minutos de concierto impuesto llegan al consultorio. Se registran y toman asiento, pero cuando quieren retomar la conversación pendiente, otro atropello celular se los impide. Una paciente tiene todas las alarmas de su smartphone activadas y el equipo no para de sonar: notificaciones de e-mail y SMS más un estridente ringtone de moda para anunciar las llamadas entrantes.
En el mundo existe aproximadamente un celular por cada adulto, y el uso de este dispositivo es tan intensivo que hay quienes recurren a él en todo momento y lugar, olvidando modales y contextos.
No porque sí, en estos días, el ministro de Defensa del Medio Ambiente de Israel, Guilad Ardan, convocó a profesionales para que recomienden las medidas por tomar contra la utilización de teléfonos en el transporte público. «El uso indiscriminado de celulares -asegura- molesta a un gran número de pasajeros, que se quejan porque otras personas mantienen conversaciones en tonos elevados o usan el celular como reproductor de música sin auriculares.»
Ardan quiere seguir la línea de ciudades como Estocolmo, donde desde 2011 existen zonas limpias de teléfonos en los trenes y micros, o Viena, donde el último vagón de los trenes se definió como espacio sin celulares.
En el nivel municipal, una de las pioneras es Graz, la segunda ciudad en importancia en Austria, donde desde 2008 no se puede hablar por celular en el transporte público. El objetivo es reducir la contaminación sonora.
«Estas zonas libres cumplen una función adecuada, sobre todo cuando se trata de espacios públicos. No obstante, si uno respeta a quienes están a su alrededor utilizando el tono correcto de voz, creo que no son necesarias. Es posible utilizar el celular u otros dispositivos móviles siempre de manera mesurada y respetuosa», dice Marisol de la Fuente, gerente de Comunicación y Relaciones Públicas de Intel Cono Sur.
Pero cuando esta mesura falta, las medidas son la única medicina que funciona. Así, las autoridades de la provincia de San Juan prohibieron desde agosto que se oiga música sin auriculares en los colectivos. En caso de desacato, la persona puede ser expulsada por el chofer e incluso pueden detenerlo en una comisaría.
En Mendoza, desde principios de septiembre rige la resolución 3274 de la Secretaría de Transporte, pero que impone hasta diez días de arresto o una multa máxima de 1000 pesos para los que no la cumplan.
En la ciudad de Buenos Aires no existen proyectos para instalar vagones especiales ni áreas libres de celulares, aunque por estos días se debatirá en la Legislatura porteña un proyecto de ley impulsado por Daniel Lipovetzky de PRO, similar al de las provincias recién mencionadas: «Actualmente, el proyecto está en el seno de la comisión de Asuntos Constitucionales y podría convertirse en ley antes de fin de año», dice el legislador, que propuso esta medida por las quejas de los ciudadanos y de su propia experiencia viajando en subte, donde «cada uno sube el volumen de su celular para que prevalezca su tema preferido».
¿Qué ocurre en otros países? «En los últimos tres meses estuve en Brasil, Uruguay y Canadá -enumera David Espinoza, ejecutivo de la firma de publicidad online Wakamole-. A simple vista pude notar que en Río de Janeiro tienen las mismas costumbres que los argentinos. En cambio, en Uruguay y Canadá existe un respeto mucho más arraigado por el espacio ajeno. Es muy raro oír ringtones a volúmenes extremos y las conversaciones son privadas, es decir, las personas no hablan a los gritos en los lugares públicos. Como anécdota, viví una experiencia extraña y reveladora en un cine de Canadá: no escuché un solo ringtone durante toda la película», ironiza.
En Estados Unidos, los gimnasios se están poniendo cada vez más estrictos en la prohibición de usar teléfonos en vestuarios y la zona de entrenamiento. Algunos argumentos son que las conversaciones telefónicas de terceros pueden distraer y molestar a quien está concentrado en su actividad física. Además, el uso de algunos equipamientos requiere de una técnica y de un nivel de atención difícil de lograr si se está usando el teléfono. Por último, capturar imágenes de otra persona sin su autorización es ilegal. Eso sí, la cadena Life Time Fitness, que cuenta con 92 clubes, también ofrece zonas para hablar por celular sin restricciones.
Pero hay una gran variedad de decisiones en este sentido. Algunos gym los prohíben, otros los permiten sin restricciones y existen los que piden a sus usuarios respetar ciertas condiciones, como mantener el dispositivo en modo silencio o vibrador, salir del área de entrenamiento para hablar y, por supuesto, no usar la cámara.
Con más de 30 centros, Megatlón es uno de los gimnasios más grandes de la Argentina. Desde la compañía, comentan que en sus instalaciones los celulares están permitidos con restricciones: «No se pueden usar en las máquinas como cintas o elípticos, por razones de seguridad. Está comprobado que puede causar accidentes o caídas por el chequeo constante del teléfono mientras se camina o se corre».
El cine es uno de los lugares universales donde se solicita no utilizar el celular durante la proyección del film para no perturbar a la audiencia. Sin embargo, por estos días en Estados Unidos se plantea autorizar su uso en las salas como una manera de atraer más público, en especial a los adolescentes que se han ido alejando de las salas al considerar que allí se sienten atrapados. La iniciativa es impulsada por Amy Miles, presidenta de una de las cadenas de cines más importantes de Estados Unidos, Regal Entertainment Group, que tiene 6775 salas en 39 estados de ese país.
«No creo que ésta sea una opción para atraer a los jóvenes, sino las buenas producciones orientadas a este público -opina, en cambio, Laura Najlis, gerente de Marketing de Hoyts Argentina-. En nuestro caso, como no existe una normativa legal vinculada con el uso de los celulares en nuestro país, apelamos a la buena voluntad y el respeto de los espectadores para que no utilicen dispositivos con sonido.»
Por lo tanto, las personas que no cumplen con el pedido no reciben multas ni pueden ser expulsadas. «Si identificamos a alguien haciendo sonidos molestos con su equipo, podemos solicitarle con amabilidad que lo apague, pero nada más. Lo que observamos es que siempre existe aquella persona que olvida apagarlo o que intenta evadir el pedido. Suelen ser los otros espectadores los que exigen a los demás respeto en este sentido», describe.
Dado lo fanáticos que somos los argentinos de los teléfonos móviles, es propicio recordar aquí aquel viejo refrán que dicta: Tus derechos empiezan donde terminan los míos.
Nuestro país, entre los primeros en usar el celular al conducir
Lejos de lo que se cree, el problema de usar el celular al manejar no tiene que ver sólo con hablar ni con el uso de las manos, sino con que la conciencia se enfoca en la charla y no en el tránsito. Además, nuestro interlocutor ignora, al estar ausente, lo que ocurre alrededor, y seguirá hablándonos en una avenida despejada o en un cruce peligroso. Según Alberto Silveira, presidente de la asociación civil Luchemos por la Vida: «Los efectos de hablar por celular manejando son iguales o peores que hacerlo alcoholizado».
En Colombia utilizar el móvil mientras se conduce está penado con una multa equivalente a 148 dólares. En la ciudad de Buenos Aires, el 9,7% de los conductores (unos 174.000) que circula diariamente lo hace con el celular en la mano. Este valor, de septiembre de 2011, es muy superior al 4,1% registrado en 2007.
El uso del móvil está prohibido por la ley nacional de tránsito 24449, e incluye el hablar con auricular. «Si bien el auricular permite al conductor tener ambas manos sobre el volante, le quita capacidad de escucha. Por eso mismo también está prohibido utilizar el sistema de manos libres», explica Silveira. Sin embargo, las infracciones que se labran son escasas: «La gente habla por celular aprovechando la impunidad y la falta de castigo -dice el titular de Luchemos por la Vida-. No existe una política adecuada de seguridad vial con controles eficaces y sanciones efectivas».
Por comparación, Canadá se encuentran entre los países donde el usuario móvil es más respetuoso.
Según la asociación que dirige Silveira, «mientras que hasta el 7% de los conductores ha sido observado usando el celular en la conducción en un momento dado del día en Australia, Holanda, Reino Unido y otros países europeos, en Canadá el índice es del 2,8% en áreas rurales, aunque sube a 5,9% en zonas urbanas». Lejos del 10% de Colombia y nuestro 9,7 por ciento.
Según el entrevistado, si bien la combinación de celular y volante es un problema mundial, en los países más desarrollados se está controlando cada vez más.
«Apagar el celular al conducir puede salvar la vidas», sentencia Silveria.