Su muerte no es un caso aislado en El Cruce sino que se enmarca en la epidemia regional que golpea con especial fuerza a las comunidades indígenas.
Publicado en Página 12 por Dolores Curia
“Ya sé que tengo la enfermedad. Me duelen los codos, las articulaciones, la cabeza y estoy afiebrado”. Así enumera sus síntomas Alejo González, cacique de una comunidad indígena instalada a siete kilómetros de Tartagal, Salta. Lo cuenta entre el nerviosismo y resignación: son los indicios del dengue, sospecha. “Acá se fue volviendo de lo más común. Mañana voy a ir al médico de vuelta pero sólo me da Paracetamol. Es de lo más común. Alejo González despidió ayer a la madrugada a otro cacique, Isidro Segundo, que falleció por esa misma enfermedad. Isidro era su primo y referente de la comunidad El cruce, un asentamiento con más de cinco mil habitantes donde confluyen wichis, chorotes, tobas, guaraníes y coyas. “La comunidad más grande del Norte y la más postergada”, asegura el cacique en diálogo con Página12.
Isidro Segundo, representante chorote, era diabético y según, cuenta Alejo, el hecho de haber contraído dengue complicó su cuadro. Su muerte no es un caso aislado en El Cruce sino que se enmarca en la epidemia regional que golpea con especial fuerza a las comunidades indígenas. “Es muy triste la forma en la que estamos viviendo, es decir, sobreviviendo”. Alejo González describe las casas de la comunidad como “chozas improvisadas con algunas chapas y un nylon”. En Tartagal llueve desde hace días y los habitantes de El cruce duermen sobre colchones empapados, visten ropa embarrada y conviven con la misma humedad dentro y fuera de sus casas: “Hoy que salió un poco de sol, aprovechamos a secarse algunas cosas. Pero con eso no alcanza. Hace años que solicitamos al gobierno municipal y al provincial viviendas dignas. Hacemos cortes, marchas, sentadas. Y nada. No somos escuchados”, relata el cacique.
La muerte de Isidro Segundo sacudió a Alejo pocas semanas después de haber tenido que despedir a su esposa, que murió también por dengue. “Antes de la infección ella se había resbalado en el barro”. Se cayó y se fracturó la cadera, la rodilla y la pierna. “Acá tenemos el baño retirado, fuera de la casa, no hay cloacas. Salió al baño y se accidentó y ahí todo se empezó a complicar. Ella contrajo dengue estando ya muy débil por las cirugías que le tuvieron que hacer y por eso ya no está”.
“Acá estamos todos así: chicos, grandes, hombres, mujeres. Todos con síntomas como los que tengo ahora yo”. Alejo denuncia que los médicos no tienen mucho que hacer más que recetarles medicamentos para la fiebre porque no hay acceso a otras drogas y “hasta que no estás muy grave nadie hace nada”. A los casos más complejos se los interna en hospitales de toda la provincia pero la mayoría son controlados de forma ambulatoria. “Es todo un tema moverse acá porque no hay asfalto. Hay que andar en el barro. Ni las ambulancias pueden pasar. Escuchamos las sirenas a lo lejos entonces tratamos de sacar nosotros a los enfermos hasta la ruta. A veces viene la Policía y los traslada, pero sólo cuando están bien jodidos, cuando ya no damos más”. Eso mismo sucedió con su primo Isidro.
Hace algunos días el conductor Marcelo Tinelli visitó la provincia para llevar donaciones pero, según relata Alejo, los alimentos, agua y ropa no llegaron a las comunidades: “Quedó todo en los cuarteles, supuestamente, pero hasta el momento no recibimos nada”. Ése va a ser otro de los reclamos que llevarán a la manifestación que preparan para el miércoles frente a la Municipalidad de Tartagal. El Municipio, según denuncia Alejo, no fumiga lo suficiente. “También nos la pasamos pidiéndole al gobierno provincial que desmalece la zona. Vivimos entre los yuyos, no podemos ni ir a buscar leña. De hecho ofrecimos a nuestros jóvenes para que con ayuda del Gobierno puedan desmalezar pero no tuvimos respuesta”. La consigan principal serán viviendas dignas, atención médica para las comunidades y medidas de prevención contra el dengue, ya que en El Cruce combaten los mosquitos como pueden: “Prendemos fuego para ahuyentarlos con el humo. Pero son incontenibles, vienen como en olas. A la tardecita empiezan a bajar y nos dejan con fiebre y dolor de cabeza”. –