Cómo opera una banda narcocriminal con una parte de la Policía
Por Luciano Couso / EL ESLABÓN – REDACCIÓN ROSARIO
El año que por estos días se terminó se abrió con una contundente noticia judicial: en febrero el juez de instrucción rosarino Juan Carlos Vienna procesaba por asociación ilícita y otros delitos a 36 personas, entre ellos, 13 uniformados de distintas fuerzas de seguridad en la denominada megacausa Los Monos. Si bien el expediente se originó en un crimen ocurrido en 2012 -que aún no se resolvió-, la investigación derivó en la persecución penal de la familia Cantero, líder de la banda de Los Monos, por otros presuntos ilícitos. Tras una década y media sin inoportunas molestias tribunalicias, el Poder Judicial de Santa Fe parecía avanzar en esta ocasión sobre el archiconocido clan familiar para poner un límite a sus andanzas. La injerencia y el interés del gobierno provincial en la causa fueron indisimulables, tanto que se convirtió en el emblema de la lucha contra el narcotráfico, problema que rankea al tope del agobio de los habitantes de la ciudad. Pero lo que aparentaba ser el comienzo del fin de la organización delictiva asentada en los barrios Las Flores y La Granada -y extendida con el tiempo a otras latitudes de Rosario- casi termina siendo el fin de la carrera judicial del magistrado, que dejó varios flancos descubiertos por donde ingresaron los golpes del rival.
Una banda mitológica
El derrotero de la investigación judicial contra los Cantero -cuyo más antiguo jefe permanece prófugo- permitió a la mayoría de los ciudadanos conocer cómo opera una banda narcocriminal y cómo lo hace, al menos, una parte de la policía asociada a los ilícitos que debería perseguir.
El interés del gobierno santafesino por transformar esa causa en un símbolo de la lucha contra la narcocriminalidad -luego de que el jefe de Policía, Hugo Damián Tognoli, quedara procesado por complicidad con ese delito en dos expedientes- alentó la construcción del mito de Los Monos como la más perversa organización delictiva nunca antes conocida. Ni tanto ni tan poco.
La apoteosis de esa historia llegó en marzo con el descubrimiento de unas cavidades soterradas en dos viviendas del barrio La Granada vinculadas a la familia investigada, que los medios de comunicación porteños no trepidaron en emparentar con los túneles del cartel de Sinaloa, México. Un absurdo sin parangón teniendo en cuenta los modestos metros encontrados en el sur rosarino, que se presentaron como “una red de túneles” reducida más tarde a dos conductos de escasa longitud y sin comunicación entre sí.
La presunta utilización de una cámara de frío para guardar oníricas montañas de billetes de origen ilícito y evitar de ese modo que se pudrieran constituyó otro desvergonzado paseo mediático por la cima del delirio. La “revelación” también se produjo en marzo, al mes siguiente de que el juez Vienna procesara a algunos de los Canteros, sus familiares y lugartenientes, y a una docena de hombres de las fuerzas de seguridad vinculados al grupo.
De todos modos, el poder acumulado con los años por los Cantero en el mundo del hampa es ostensible y nada desdeñable. De aquellas sangrientas disputas con los Garompas y los Arriola a principios de siglo -dos bandas con las que estaban enfrentados por el control del delito en Las Flores- a este presente de autos de lujo y aceitada logística para ejecutar un crimen, el crecimiento de la organización se revela exponencial. Así y todo, hasta donde se conoce sus límites no se extendieron más allá de la zona metropolitana de Rosario y sus principales actividades siguen siendo el control de búnkeres y el cobro de “protección”, nada que los emparente con un cartel de drogas o con grandes narcotraficantes que envían estupefacientes al exterior.
A las piñas
Las fulgurantes revelaciones acerca de los Cantero -tanto las de carácter mitológico cuanto las reales- comenzaron a extinguirse en marzo, cuando se hicieron públicas dos planillas de la Dirección Nacional de Migraciones que mostraban las coincidentes salidas del país del juez Vienna y el promotor pugilístico Luis Paz, padre de Martín Fantasma Paz, el joven asesinado el 8 de septiembre de 2012 cuya muerte originó la investigación del magistrado contra Los Monos.
Según esos registros, Vienna viajó a Estados Unidos con escala en México el 30 de abril del año anterior y regresó el 14 de mayo. Luego explicó que fue a ver una velada boxística, pasión que comparte con su actual pareja. En las mismas fechas lo hizo Luis Paz, y el embarque local se realizó con pocos minutos de diferencia.
Sin embargo, cuando se hicieron públicos los documentos, el magistrado negó haber visto al padre del joven cuya muerte investigaba, aunque aceptó que podrían haber viajado en el mismo avión. Era evidente.
En diciembre de 2013 Vienna regresó a los Estados Unidos. Salió de Argentina el 12 de ese mes y regresó el 21. Paz lo siguió de cerca: se fue dos días antes, el 10, y volvió al aeropuerto de Ezeiza el 20 de diciembre, cuatro días antes de Noche Buena.
El juez eligió al diario La Capital para responder a la publicación de las planillas de Migraciones. “No viajé con Luis Paz a ningún lado. Si él estuvo en el mismo avión en el que yo iba, no lo vi jamás”, dijo en su descargo.
Agregó que “efectivamente salí del país en esas dos ocasiones. Al igual que mi pareja, soy muy aficionado al boxeo y en esas fechas hubo dos peleas muy promocionadas en Estados Unidos”.
“Fui con ella las dos veces -siguió-, una vez invitado, la otra pagando yo. El valor del vuelo con estadía incluida no llegó a 20 mil pesos, que estoy pagando en doce cuotas con mi tarjeta de crédito, lo que es verificable. Tengo 28 años de servicio en la Justicia y gano 50 mil pesos. No tengo embargos en mi sueldo. Pagar un viaje así en mi condición no es una excentricidad”.
La Corte Suprema de Justicia provincial, que inició un sumario al respecto, creyó en el descargo del juez que, obviamente, fue recusado por temor de parcialidad por los abogados de los imputados en la causa de Los Monos.
La foto
La paz de Vienna volvió a alterarse unos meses después, en septiembre, cuando la Cámara de Apelaciones había confirmado las prisiones preventivas dictadas por el magistrado de primera instancia. En esta ocasión, integrantes del sindicato no reconocido de policías (exonerados de la fuerza), Apropol, difundió a través del periodista Miguel Pato Villanueva una fotografía que exhibía a Vienna y Paz en Texas, durante una pelea de box, sentado a tres butacas de distancia.
Increíblemente, el primer reflejo del juez fue negar la autenticidad de la imagen. El segundo fue relativizarla, el tercero, aceptarla sin más. Entre medio de los dos estaban sus respectivas parejas. Vienna afirmó que esa noche no lo vio al padre del Fantasma.
Unos meses después, durante una entrevista con LT8 desde algún lugar donde se mantiene prófugo, Ramón Ezequiel Machuca, alias “Monchi Cantero” e integrante de la cúpula de Los Monos, reveló que la fotografía del juez y Paz en Texas la consiguió él, avivando la teoría de Vienna acerca de quiénes son los que quieren desprestigiarlo. La revelación no deja muy bien parado al tándem Apropol-Villanueva.
En septiembre, cuando apareció la foto, el juez volvió a hacer un descargo público. Además de fastidiado por el acoso de los ex policías acusados de sedición, también se mostró hastiado de los sinsabores que su labor le trae.
“En abril (de 2013) fue mi primer viaje a Estados Unidos a ver una pelea con mi novia”, dijo en una entrevista con el periodista Ariel Bulsico en AM 1330. “Cuando vuelvo de esa pelea -prosiguió- yo me encuentro con un descontrol muy grande en el cual el ministro de Seguridad (Raúl Lamberto) con varios jefes de policía vienen a verme porque determinaban que a partir de la agenda de este muchacho (el Fantasma Paz), que había sido secuestrada, se tejía una telaraña que determinaba que había una banda muy grande que estaba dedicada, entre otras cosas, a la comercialización de estupefacientes”, contó el juez.
Y dio detalles del interés del gobierno santafesino por mostrarse activo frente al avance narco y la repercusión que eso tenía en los medios nacionales.
“En esa reunión donde el Poder Ejecutivo estaba desesperado y vienen a ver qué podíamos hacer (…) ¿Por qué me vienen a ver? Porque era la única causa en la cual estaban todos los nexos de esa agenda telefónica que podía llevar a algo”, detalló el magistrado, dando cuenta del interés-desesperación del gobierno de Antonio Bonfatti por detonar la bomba del narcotráfico -que ya estallaba en los medios- en los tribunales ordinarios, allí donde podía tener alguna injerencia.
El reloj
El último cross que recibió la credibilidad del juez Vienna en la causa contra Los Monos provino de una cama que le tendió un policía procesado por presunta complicidad con la banda narco de zona sur, Sergio Blanche.
El comisario grabó clandestinamente con una cámara espía disimulada en un reloj la charla que mantuvo con el juez en su despacho, en la que el encargado de impartir justicia le recomendaba cambiar de abogado. De ese modo, dijo el magistrado, “en diez días estás caminando la calle”.
El video con cámara oculta, que se conoció en octubre, fue grabado el 18 de septiembre en Tribunales y tiene una duración de 18 minutos. La mujer de Blanche lo entregó en la fiscalía de turno junto a un escrito en el que denunció al magistrado por “extorsión”.
En el mismo documento aseguraba que renunciaba al patrocinio de sus abogados, Paul Krupnik y José Nanni, aunque el texto está inconfundiblemente escrito por un profesional del derecho.
Unas semanas después, Blanche retomó el patrocinio de ambos letrados, lo cual permite presumir que al juez le tendieron una cama en la que se recostó mansa y cómodamente.
La revelación del video volvió a poner en tela de juicio la rectitud del proceso. Los abogados defensores de Los Monos y los demás imputados por asociación ilícita en la megacausa volvieron a recusar al magistrado, quien respondió excusándose por “violencia moral”.
El trámite recayó en la jueza de instrucción Alejandra Rodenas, quien desechó el planteo de Vienna por falta de argumentos que justificaran la presunta violencia moral a la que era sometido, y que constituye una razón legítima y legal para alejarse de un expediente. La Cámara de Apelaciones, instancia superior de ambos, se inclinó por la postura de Rodenas y Vienna volvió a instruir la causa, que, en rigor, no posee un horizonte de medidas importantes por tomar, atento a que, como explicó el propio juez, está a la espera de elevación a juicio.
De todos modos, Vienna todavía debe continuar la investigación contra los dos prófugos que tiene la causa: Ariel Máximo Cantero padre y Ramón Machuca. Y quedan por resolverse las recusaciones planteadas contra el juez por algunos de los defensores. Si bien nada hace suponer que el expediente “caiga” en favor de Los Monos, la reputación del magistrado sufrió daños evidentes.-