¿Quién mata a un hombre que dejó de respirar bajo la helada, mojado y embarrado, mientras dormía en una calle de Santa Fe? ¿Es el mismo policía que dispara en la nuca, de atrás, en defensa propia, a un adolescente de 14 años que no estaba armado, en una calle de San Martín? ¿Quién mata al hombre de 60 años que a pesar del alcohol no soportó los 18 grados a la intemperie patagónica de Las Ovejas? ¿Quién mata al hombre que apareció muerto entre bolsones de arena, en la madrugada más fría de Mar del Plata? ¿Y al que amaneció sin vida en una casilla en Rafaela, cuando la escarcha caía como cuchillos? ¿Y al que murió igual pero en Junín de los Andes? ¿Es el mismo policía que le disparó al Paraguita, de 14, cuando volvía a la villa sin volver de robos ni sangres y ahora no volverá a volver nunca?
¿Quién condena a muerte a la mujer que huyó del parador cerca del mar y se fue otra vez a su esquina, para que el funcionario marplatense dijera que es como un perrito, que vuelve donde está cómoda? ¿Es el mismo que exhibe en la vidriera del escarnio a un chico de once que consume desde los cinco, vive al borde del abismo, fabula que mató y tal vez lo hizo y sólo se encuentra con las instituciones cuando lo ofrecen como expiación a las fieras de la vigilancia y el castigo? ¿Quién mata al que se devora el fuego que encendió para no morirse de frío en La Plata? ¿El mismo que puso monóxido de carbono en los pulmones de un papá y su hija de 10 en San Martín de los Andes, ellos que sólo querían dormir con tibieza? ¿Es el mismo bombero que mató con gatillo ligerísimo a un muchacho de 25 en Barracas después de perseguirlo seis cuadras?
¿Quién cuenta la gente que vive en la calle en la bella y rica Buenos Aires? ¿Son los mismos que no saben contar a los pobres? ¿Los mismos a los que les sobran millones aquí y allá? ¿Son los mismos que cuentan 1.000 y en realidad son casi 4.500? ¿Quién le enseñó a contar a esta gente? ¿El mismo que controla los paradores? ¿El mismo que dispone un teléfono que nadie atiende? ¿El mismo que pretende que la gente que vive en la calle haga tres horas de cola para tener un lugar eventual para dormir esa noche y al otro día a las ocho afuera? ¿El mismo que determina con frialdad burocrática que cuando se termina la última cama el que hizo tres horas de cola y quedó al borde tiene que volver a la calle? ¿Es el mismo que decreta que la gente duerma en lugares con olores de náusea, llenos de cucarachas y ratas, fríos y tantas veces sin agua, total si no les gusta, que vuelvan a su portal o su esquina? ¿El mismo que después dice oficialmente que los indigentes no quieren dormir en los paradores y que son como perritos que vuelven a su árbol?
¿Quién mata? ¿Quién cuenta? ¿Quién decreta y determina?
¿Sabe el que mata y cuenta y determina lo que es amanecer debajo de una autopista? ¿Imagina una mañana común, un lavado de cara, de dientes y un café caliente en la mesa? ¿Se piensa en ese lugar de la calle? ¿Puede sentir una noche de fiebre, una tardecita con gastroenteritis, un mediodía con dolor de muelas? ¿Sabe cómo es mirarse al espejo, seducir, tener intimidad detrás de un cartón en plaza Congreso? ¿Cómo es el broncoespasmo y la bronquiolitis sin cuna ni manta? ¿Alguien imagina cómo es dormir cuando acechan todos los monstruos de la tierra? ¿Cómo es estar en paz si van a venir los que se llevan la frazada o los que expulsan a golpes o los que llegan con los patrulleros a desarmar la casilla? ¿Cómo es soñar con tener un cuarto a los diez o doce o catorce, cuando cualquier niño necesita mirarse para dentro pero la condena es el afuera feroz? ¿Cómo es volver de la escuela si no hay guardapolvos ni escuela ni merienda ni casa?
¿Sabe el que mata y cuenta y determina y también desaloja que los desterrados irán bajo los puentes y que tendrán que echarlos de todos los debajos de todos los puentes porque ellos son los zombies de su sistema? ¿Sabe que los irá corriendo pero le aparecerán multiplicados en todos los rincones de su bella ciudad de jactancia europea y dobladillos de la américa oscura?
Debería saberlo el que mata, cuenta, determina, desaloja y condena.
Debería saberlo.
Silvana Melo / APe