Uno de los intelectuales más originales de la Argentina, uno muy especial, porque se animó a cuestionar todo el sistema de creencias de la argentinidad, incluido el peronismo.
Desde el 2006, cuando el legislador Fernando Caeiro intentó que Juan José Sebreli sea investido como ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires hasta mañana, cuando finalmente se concrete, pasaron casi diez años. En el medio, incluso, hubo otro tanteo, realizado por la diputada Patricia Bullrich en el Congreso de la Nación, donde buscó alguna forma para destacar su aporte al pensamiento nacional, pero tampoco logró nada.
En el 2006, Caeiro no logró los votos necesarios para que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires declare ciudadano ilustre al filósofo y ensayista autodidacta. Por eso, cuando la legisladora Cecilia De la Torre lo llamó para hacerle conocer su intención, Sebreli no le ocultó su pesimismo. Le dijo que estaba de acuerdo con que volviera a intentarlo, pero descreía que fuera posible. De la Torre, entonces, le ofreció proponerlo como «personalidad destacada de la cultura«, que solo necesita mayoría de votos (31), y no dos tercios (40), pero el autor de «Buenos Aires, vida cotidiana y alienación», le dijo que no: «ciudadano ilustre o nada».
Para sorpresa de todos, no hubo ningún inconveniente. De la Torre llevó el proyecto a la Comisión de Cultura, que preside su amiga Lía Rueda (PRO), quien se encargó de alcanzar los acuerdos con los demás bloques parlamentarios, incluido el del Frente para la Victoria. Así, contra todo pronóstico, Sebreli mañana lunes tendrá su acto en el Salón Dorado, el más grande de la Legislatura, que se vestirá de gala para homenajear a uno de los intelectuales más originales de la Argentina, uno muy especial, porque se animó a cuestionar todo el sistema de creencias de la argentinidad, incluido el peronismo.
En efecto, la trayectoria de Sebreli se destaca por su acendrado combate a las «corrientes de la gran aceptación», los mitos nacionalistas locales, que incluyen el fútbol, Eva Perón, Carlos Gardel, el «Che», Maradona y, por supuesto, el peronismo en todos sus tentáculos. Para los nacionales y populares, se trata simplemente de un «gorila», alguien que no merece ser escuchado, porque carece de la sensibilidad para comprender al pueblo argentino, fuente de toda razón y justicia. Aunque soplan aires nuevos.
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Un hito fue, sin duda, El Olimpo Vacío, el documental sobre la vida de Juan José Sebreli producido y dirigido por Pablo Racioppi y Carolina Azzi, una bomba de resignificación del personaje, que despertó a muchos. Un lacerante párrafo del libro Mar del Plata, el ocio represivo es el faro que guía la película. «Con la sociedad irracional no se puede negociar, se le debe oponer el Gran Rechazo. Hay que aprender a ir contra la corriente, hay que ir acostumbrándose a quedar solo, a no ser escuchado por casi nadie, mientras el engaño triunfa por todas partes».
Como bien dice De la Torre en el proyecto aprobado, Sebreli se destaca por «su estilo frontal, a veces ácido, que ha generado polémicas. Se podrán compartir o no sus ideas, pero no se puede negar que se trata de un intelectual comprometido, agudo», «capaz de opinar y cuestionarlo todo, incluso lo que considerábamos incuestionable».
En la revista Noticias, el propio Sebreli se definió como «un hombre contemplativo, no de acción«, aunque dijo que siempre tomó «una actitud frente a lo político o lo que es malo, pero nunca militancia». Y agregó que «ni el escritor, ni el periodista tienen que ser militantes, porque el político no puede decir toda la verdad y el escritor tiene que decir toda la verdad. Intelectual orgánico o periodista militante son contradicciones en los términos«.
Su vida fue siempre apasionante. En los años 50, cuando la mayoría de los intelectuales eran antiperonistas y él tenía 20 años, escribía en las revistas Sur y Contorno, pero a poco de andar fue virando hacia posiciones de claro respaldo al peronismo, siempre desde la izquierda. Producido el golpe de la Libertadora, publicó una solicitada en la que criticó duramente la represión en las universidades, que le costó la cárcel y luego el exilio. En 1966 publicó un ensayo del que ahora no está demasiado orgulloso, Eva Perón, aventurera o militante, aunque se trata de una muy valiosa interrogación acerca del verdadero papel de la segunda mujer de Perón.
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Al poco tiempo, en 1967, fundó junto a Manuel Puig, Néstor Perlongher y Blas Matamoro, entre otros, el Frente de Liberación Homosexual (FLH), de tendencia izquierdista y revolucionaria, que en 1973 adhirió a la candidatura presidencial del troskista Nahuel Moreno.
Los expertos en historia de la lucha por los derechos homosexuales en la Argentina, cuentan que el FLH movilizó para el 25 de mayo de 1973, porque tenía muchos lazos con el peronismo, y fueron recibidos en la Plaza de Mayo con el grito de «No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros», una humillación que habría sido clave para desarticular la organización que dirigía un ex comunista, Héctor Anabitarte. Aseguran que Sebreli estaba en esa movilización y que, a partir de ahí, se alejó para siempre del peronismo, del cual ya estaba muy distanciado.
En las vísperas del regreso de la democracia, en 1983, publicó el libro menos leído entre los peronistas, Los deseos imaginarios del peronismo, un ensayo poderoso, con el que trató de advertir a las nuevas generaciones de la vocación bonapartista, profundamente antidemocrática, del movimiento fundado por Perón, con la secreta esperanza de que no gane las elecciones. La intuición le funcionó, porque sorpresivamente Raúl Alfonsín triunfó holgadamente en esos comicios que parecían realizados a la medida de la fórmula justicialista que encabezaba Italo Argentino Luder.
Los últimos 20 años fueron su etapa más prolífica, con obras notables, como Crítica de las ideas políticas argentinas, El olvido de la razón o El malestar de la política, por nombrar algunas. Hace dos años se encuentra trabajando en una crítica a la religión que podría llamarse El dilema de Dios, próxima a publicarse.
Mañana a las 18, sus amigos, lectores y admiradores, que luego de años de ostracismo ahora tiene a raudales, se reunirán en la Legislatura. Jorge Fernández Díaz, otro gran escritor argentino, igualmente desencantado con el peronismo, hablará de su trayectoria. Se tratará de una misa pagana para homenajear a un intelectual «verdadero», definido por Edward Said, como aquél que vive en un «exilio autoimpuesto, en los márgenes de la sociedad». A un hombre, en fin, que tuvo el coraje de vivir con dignidad, leyendo, observando, escribiendo, sin pactar con el poder.-
Infobae