AL PRESIDENTE ALBERTO FERNANDEZ
«Bouvier ha querido que su carta al presidente Fernández se hiciera pública el día 26 de julio, fecha que la familia considera es la que corresponde a la muerte de Cassandre».
El periodista e investigador francés, Jean-Charles Chatard, hizo pública hoy la carta que el padre de una de las turistas francesas asesinadas en Salta durante el gobierno de Urtubey le envió en junio pasado al Presidente Argentino, Alberto Fernandez.
En ella, Jean-Michel Bouvier pide justicia y el esclarecimiento de las muertes.
Tanto el poder judicial como el poder político de la provincia, vienen negando a las familias de las víctimas y a la familia del inocente preso condenado a perpetua -para esconder a los verdaderos culpables- una investigación exhaustiva sobre los horrendos crímenes de las jóvenes. Por el contrario, la causa quedó plagada de irregularidades. Mientras, hace años la Corte Suprema de Justicia de la Nación omite expedirse sobre la prisión de Clemente Vera -el inocente preso condenado sin pruebas- y por quien el mismo Bouvier pide la libertad.
Cassandre Bouvier y Houria Moumni -que inspiraron la figura del femicidio en las leyes argentinas- desaparecieron en Salta el 15 de julio de 2011, durante el gobierno de Juan Manuel Urtubey. Sus cuerpos aparecieron el 29 de julio de ese año, plantados en la Quebrada de San Lorenzo.
LA CARTA:
Al señor Alberto FERNÁNDEZ, Presidente de la Nación Argentina
Soy el padre de Cassandre BOUVIER, una de las dos víctimas, junto con Houria MOUMNI, del crimen de las turistas francesas, ocurrido en la Provincia de Salta en julio de 2011.
Más que una hija, he perdido a una cómplice intelectual. Desde aquel sábado 30 de julio de 2011 -la fecha siniestra en la que me enteré de su asesinato- vivo condenado, a perpetuidad, al sufrimiento, a las lágrimas, a la desesperanza, a la depresión… Solo la gracia de los niños pequeños o el conocimiento de una injusticia reparada en alguna parte del mundo consiguen secar mis lágrimas por un instante.
Cassandre era un alma bella. Mejor que yo -que soy evidentemente parcial- sus amigos(as) han encontrado las palabras adecuadas para describirla. De entre ellas he elegido aquellas que resonarán en usted ya que se encuentran en el corazón de su misión:
Ella amaba la tolerancia, la libertad de pensar y de actuar con respeto hacia los demás.
Ella detestaba la injusticia y sus consecuencias: la pobreza, la marginación, la exclusión.
Amaba buscar aquello que permitiera a las personas desfavorecidas superar su condición.
Le gustaba ser solidaria con todos los que sufrían y hacer cosas por ellos.
Amaba descubrir la vida de las personas, su cultura y defender esta diversidad…
La muerte de Cassandre y Houria es una injusticia que todavía espera ser reparada. Su memoria exige esta reparación. La Argentina que amaban está en deuda con ellas.
Desde 2011 viajo regularmente a Buenos Aires y a Salta para exhortar a las autoridades nacionales y provinciales argentina a la transparencia de los hechos y a la exhaustividad de las investigaciones. Asistí al juicio oral en 2014. Hasta mi muerte voy a rendir homenaje a los tres jueces que emitieron un veredicto justo fundado exclusivamente en la presencia o ausencia de evidencias científicas incontestables. Ellos también han sacado a la luz las maquinaciones policiales contra los acusados y el recurso sistemático a métodos de interrogatorio (torturas físicas y psicológicas) indignos de un Estado de Derecho y contrarios a los derechos humanos.
A pesar de mi edad, del progresivo deterioro de mi salud y de los obstáculos a los desplazamientos que ha erigido la pandemia de la Covid-19, no renunciaré jamás a pedir a las autoridades argentinas que investiguen seriamente los hechos para que la verdad de lo que realmente ocurrió sea por fin conocida y que todos los responsables de los crímenes y sus cómplices (cualquiera sea su rango social) sean juzgados conforme lo prescriben las leyes.
Francia ha hecho justicia a la Argentina al extraditar a Mario SANDOVAL. Argentina debe ahora hacer justicia a Francia dilucidando las condiciones reales de las ejecuciones de Cassandre y Houria. Argentina también debe corregir la injusta suerte de dos de sus propios ciudadanos. Daniel VILTE, total y justamente absuelto de los crímenes de Cassandre y Houria, debe ser indemnizado por el daño sufrido por una pena de prisión de casi 3 años por nada. Clemente VERA, absuelto en primera instancia y puesto en libertad, fue reencarcelado a pesar de que no se han presentado pruebas científicas incontestables en su contra.
Los ADN no identificados que fueron descubiertos por los peritos franceses, y que no fueron unidos a su investigación por un juez de instrucción parcial, deben servir para la confección de retratos robot. Ellos permitirán reorientar la investigación. Las muestras de ADN no estudiadas, que fueron perdidas por el Poder Judicial de Salta y luego encontradas recientemente en una de sus cajas fuertes, deben ser sometidas sin demora a un doble peritaje (argentino y francés).
Aceptar sin reservas las sentencias del Poder Judicial de Salta pronunciadas en perjuicio de Clemente VERA sería una afrenta contra el derecho fundamental a un juicio justo. Negarse a reanudar las investigaciones para conocer toda la verdad sería:
por un lado, insultar la memoria de las dos víctimas y despreciar a sus familias;
por otro lado, supondría ofender a la Justicia internacional.
Espero con impaciencia la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Este tribunal no puede convalidar las deficiencias y debilidades de los procedimientos policiales y judiciales de la Provincia de Salta. Legitimarlos constituiría una denegación de justicia. Sería como destilar el veneno del resentimiento en el corazón de las mujeres de todo el mundo y principalmente de las mujeres argentinas.
Privar de libertad a un hombre sobre el que no pesa ningún cargo fundamentado es un dolor adicional para mí. La duda siempre debe beneficiar al acusado. En nombre de este principio, Cassandre hubiera querido que Clemente VERA fuese liberado.
Muy respetuosamente, Jean-Michel BOUVIER En París, el miércoles 2 de junio de 2021.