Violencia policial contra vecinos sin viviendas y periodistas en Salta

El vallado y «la seguridad» para los periodistas

Una vez más (perdimos la cuenta de la cantidad de veces que la escena se repitió), nuestro compañero, el fotógrafo Rolando Díaz, fue atacado por uniformados que cuidaban que las vallas no sean traspasadas, en especial, por los periodistas.

Minutos antes de esos hechos, se había encontrado en el centro al vicegobernador Andrés Zottos quien, al ser consultado sobre el vallado impuesto a la prensa, respondió (tras consultar sobre el hecho al ministro de Seguridad, Eduardo Sylvester), que esto había sido «por seguridad» dado que la gente que estaba ocupando los terrenos y resistía el desalojo, estaba «con palos y piedras».

Pero, como se ve en la foto, no fueron los que resistían el desalojo quienes atacaron a la prensa sino agentes de la propia Policía que según el funcionario, tenían la intención de ‘proteger’ a la prensa.

Estos uniformados, que de a tres tuvieron que ir a detener la toma de imágenes que ponían en evidencia la violencia con la que se ejercía la orden de la jueza Mónica Faber, tomaron la decisión de ir contra nuestro compañero cuando (en medio de la represión), quiso ingresar al predio a tomar las imágenes de cerca.

No es la primera vez que Rolando sufre estas arremetidas policiales. Todas las veces, fue en su carácter de trabajador de la prensa. Y es en ese carácter que la Policía intentó encausarlo en la Justicia, propósito que no pudo lograr.

La responsabilidad de informar por parte de los periodistas, y el derecho a ser informados de la población, no pueden seguir siendo cercenados por funcionarios públicos que mediante la represión, esperan monopolizar el relato de lo acontecido. Desde Nuevo Diario repudiamos el ataque a nuestro compañero, y el que se haya perpetrado contra todos aquellos trabajadores de este oficio que hayan sufrido esta represión. Agradecemos las voces de solidaridad ante los acontecimientos nuevamente ocurridos. Y a las autoridades provinciales preguntamos ¿La seguridad de quién?-

Nuevo Diario