Cómo llegó a ser millonario el ministro tucumano Juan Manzur

06/05/2014 | Revista Norte

juan luis manzur

El médico Juan Manzur (de 45 años) en un corto lapso de tiempo ha acumulado una impresionante fortuna, al punto de ser uno de los políticos más ricos del país.

“El Mocho” Manzur, como lo conocían sus amigos adolescentes que jugaban al rugby en el club Cardenales, nació el 8 de enero de 1969 y vivió en un edificio que construyó la Caja Popular de Ahorros en Congreso 850. Su padre era un libanés maronita practicante, que atendía la Casa Libanesa de Chacabuco primera cuadra.

El camino elegido por el novel médico a fines de la década del 80 fue perfeccionarse en Buenos Aires, sin saber que allí encontraría a su ángel de la guarda: Ginés Gonzáles García.

Sus primeros pasos apenas llegado a la Capital fue una residencia en cirugía general en el Hospital Alvarez de Buenos Aires. Luego se especializó como médico sanitarista en la Universidad de Buenos Aires y tiempo después, comenzó una especialización en cirugía plástica en el Garrahan. Fue en la época de perfeccionamiento cuando conoció a Gonzáles García, que a esa altura era Diplomado en Salud Pública con especialización en Administración en Salud.

Mientras estaba en el Garrahan, a mediados de los 90, por recomendación de Ginés, fue nombrado viceministro de Salud de la provincia de San Luis. La amistad entre Ginés y  Alberto Rodríguez Saa venía de la década del 70, cuando este se desempeñó como Director del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS).

Manzur estuvo en ese cargo hasta 1999. En ese momento su padrino lo propuso como encargado de la Salud del Municipio más grande, La Matanza, que había ganado Alberto Balestrinil.

El destino quiso que la experiencia De La Rúa durara solo dos años, que Eduardo Duhalde llegara al poder después de frenéticas sucesiones y renuncias, y que llevara como ministro de Salud de la Nación a Ginés.

Entre agosto y setiembre de 2002 se aprueba la ley 25.649 de promoción de la utilización de medicamentos por su nombre genérico que fue impulsada por el senador tucumano José Alperovich.

El pedido de apurar la salida de esta ley había sido expresamente de Ginés, quién poseía un laboratorio de genéricos en la provincia de La Rioja. Aprobada la ley, el negocio para el sanitarista de Duahlde estaba consumado.

Un año después, Alperovich llegó a la gobernación mientras un grupo de peronistas se rearmaba ante el nuevo esquema de poder que se avecinaba con los Kirchner a la cabeza. En ese esquema surgían entre otros Balestrini y Ginés. Fue así que en una reunión entre estos y Alperovich, le sugirieron al gobernador tucumano el nombre de Manzur para la cartera de Salud, clave para levantar la imagen alicaída de la provincia en la que se morían los niños de hambre.

El goloso Manzur presentaba como antecedente haber dibujado de manera perfecta cifras que mostraban a La Matanza como modelo en progreso de salud. Era justo lo que Alperovich necesitaba, y así volvió Manzur a su tierra.

Desde un primer momento contó con todo el apoyo del flamante gobernador y juntos elaboraron una política de marketing y una estrategia de estadísticas que les permitió  en poco tiempo, revertir esa imagen de Tucumán. El método fue sencillo: simplemente se cambiaron los parámetros de medición ocultando la mortalidad infantil detrás de mortalidad fetal. La realidad no cambió pero los números si.

La eficiencia marketinera al frente del Ministerio de Salud, el “milagro” de la espectacular baja en los índices de mortalidad infantil y su incuestionable fidelidad en épocas de conflicto entre el gobernador y su vice Fernando Juri, le permitieron a Manzur ser el bendecido para acompañarlo a Alperovich en su primera reelección. Y un día de 2007, “El Mocho” se convirtió el vicegobernador.

De la mano de las desgracias, el destino le siguió sonriendo a Manzur.

Intentando dar una nueva imagen, al asumir Cristina Kirchner como Presidenta modificó parte de su gabinete. Entre ellos cayó en desgracia Ginés, que después de estar más de un lustro al frente del Ministerio de Salud fue nombrado como embajador en Chile. En su lugar llegó Graciela Ocaña, una diputada que había acompañado a Elisa Carrió y que también había acentuado su amistad con Cristina en su época de parlamentaria denunciante.

La experiencia de Ocaña en la cartera corrió con suerte dispar. No entendió que por debajo de la superficie, corren millones de intereses intocables que no hay que molestar. Eso la puso rápidamente como candidata para dejar el cargo, aunque la excusa no aparecía. Fue una pandemia mundial, la famosa Gripe “A” la que le permitió a los Kirchner poder deshacerse de Ocaña y ese hueco fue aprovechado rápidamente por Ginés.

Llamó a Alperovich, kirchnerista consolidado y con derecho a petición, y le demostró las bondades de tener un hombre suyo en la cartera nacional. Así Manzur llegó a ocupar el cargo que ostenta con la camiseta de la sociedad Alperovich-Gines en sus espaldas. Los intereses de ambos se complementan. Tener a su vicegobernador en el gabinete nacional es negocio para Alperovich. Tener a su alumno en el Ministerio ciertamente le tranquiliza a Ginés a seguir adelante con los grandes negociados de sindicatos, obras sociales, prepagas, droguerías y demás actores del rubro.

Manzur es obediente y es obsecuente. Sabe atender los espacios alperovichianos en el poder central y sabe cuidar los negociados de Ginés. Manzur es un ministro completo, con muchos millones, decenas de propiedades y ahora una fábrica completa (Nucete) en sus bolsillos.-

 

El Periódico de Tucumán

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