Una comunidad aborigen tiene tomada, desde hace un mes, una camioneta de un empleado municipal y aseguran que no la devolverán hasta que no refaccionen su puesto sanitario de piso de tierra, paredes de adobe, techo con goteras, baño sin agua y sala de parto sin luz. Por el hecho, aunque parezca insólito, hay un solo denunciado: el enfermero del lugar, la principal víctima del estado de abandono del pequeño centro de salud, oculto entre caminos difusos y arenales, a más de 60 kilómetros de su hospital cabecera.
Eso es lo que pasa en la comunidad de Las Vertientes, donde viven 85 familias aborígenes de la etnia wichi, junto al Pilcomayo, justo en el límite con Formosa. Están como a tres horas del pueblo de Santa Victoria Este, en el departamento Rivadavia.
El enfermero Ángel Rogelio Ceballos, de 51 años, pasó meses sin volver a su casa por atender las necesidades de la comunidad y en varias oportunidades tuvo que sacar a enfermos en bicicleta o alzando un catre porque no llegaba la ambulancia. “Me denuncian, pero yo no tengo la camioneta. La tiene la comunidad, que hace años pide soluciones para la salita. Yo soy el que sufre las necesidades y el abandono en el que trabajamos y sin embargo me quieren culpar de esto”, dijo.
Solo en septiembre, el enfermero atendió 158 pacientes. De las 293 personas, 75 son niños menores de seis años y más de 50 todavía esperan su primer DNI para poder cobrar algunos de los planes sociales que hoy le son inaccesibles. No hay baño, ni cocina. Tampoco hay electricidad para una heladera. “Hago partos en la oscuridad. El piso es de tierra. El techo está todo desmoronado y el viento sacude las chapas de un lado al otro”, dijo.
“Hay dos pozos de agua pero no los han instalado bien. Uno tiene un tanque de plástico, pero el agua sale fea y me desencadena muchas diarreas. En el otro nunca hay combustible para el motor, así que todos sacamos agua del río”, explicó.
El conflicto se desató el 11 de septiembre, cuando llegó Juan Carlos Burela en una camioneta para reparar el puesto sanitario. “La gente lo tomó como una burla, porque le mandaron a un hombre con una caja de herramientas, cuando ellos piden una refacción en serio. Por eso tomaron la camioneta”, afirmó. Días después, Ceballos recibió una notificación de la denuncia penal en su contra. El enfermero está con carpeta psiquiátrica y tuvo picos de presión. “Me cuesta dormir pensando que le pueden hacer algo a esa camioneta”.-
Foto: Mujeres Wichis del paraje Las Vertientes caminan a buscar agua del Pilcomayo / Publicado por El Tribuno