Dra. Pizola: ‘En Orán estamos viviendo una situación crítica, caótica’

25/09/2020 | Revista Norte

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Entrevista a Julia Pizzola, médica del Hospital San Vicente Paul y Secretaria General de ATE Seccional Orán, en la provincia de Salta.

«El sistema de salud está totalmente colapsado», dijo la doctora Julia Pizola que participó de una conferencia de IDEP Salud.

LA ENTREVISTA

 

-¿Cómo es la situación sanitaria que están viviendo en Orán?

-Julia Pizzola: Estamos viviendo una situación crítica, caótica. El sistema sanitario de salud está totalmente colapsado, profundamente colapsado. Ya no es solamente la falta del insumo, del recurso material o de estructura, ahora donde más se nota el colapso es en el personal, en el recurso humano.

«El sistema de salud está absolutamente colapsado»

-Lxs trabajadorxs de salud venían advirtiendo, visibilizando y reclamando ante una situación que se hacía previsible por las deficiencias estructurales que ya padecían incluso antes de la pandemia. ¿Fueron atendidos sus reclamos?

-Julia Pizzola: Nosotros llegamos a esta situación de colapso total después de haber tenido desde ATE -yo integro la Comisión de Salud de ATE y también soy la Secretaria General de esta Seccional-, una actitud de denuncia y visibilización muy marcada en los meses de abril, mayo, junio y julio, cuando hicimos muchos relevamientos y análisis de situación profundos que daban cuenta de las falencias estructurales que teníamos, de la falta de recursos humanos, de una retracción del personal de la planta del hospital del 30%, una situación que también reproducía lo que sucede en las regiones del interior. Nosotros estamos en Orán, que es el distrito cabecera del Departamento, entonces todos los hospitales del interior de alguna manera confluyen o derivan al Hospital de Orán. Orán tiene un solo hospital que es el San Vicente de Paul. Aquí venimos de varias gestiones que nunca han atendido las demandas y los reclamos de lxs trabajadorxs de la salud, ni nos han abastecido, pero que sí han generado una división muy marcada entre el centralismo de la provincia de Salta y las regiones del interior de la provincia. Nosotros somos los marginados, los periféricos, los subalternos, es como que ya se había naturalizado que había como una categorización, una clasificación, entre los usuarios de las comunidades en general y también de los trabajadores, por supuesto, donde Salta tenía acceso a muchos más insumos y recursos que el interior.

-¿Ya percibían que iba a ser muy difícil poder enfrentar la situación de pandemia?

-Julia Pizzola: En ese contexto nosotros entendíamos que el frágil y endeble sistema de salud que teníamos no iba a poder de ninguna manera generar protectores para la gente y menos para los trabajadores. Y más cuando comenzamos a ver que, geográficamente, estábamos rodeados de lugares donde el virus avanzaba de modo muy preocupante, como Ledesma (en Jujuy) o Bolivia. Nosotros estamos a 60 kilómetros de la frontera con Bolivia, estamos cerca de Tartagal, del departamento de San Martín, entonces era imposible que no sufriéramos también los embates de ese avance.

¿En qué momento comenzaron a estar en alerta sanitaria?

-Julia Pizzola: Nosotros dimos el alerta entre el 9 y el 13 de agosto, pero ya nos habíamos anticipado haciendo una campaña por redes, dando la discusión de que ya había instalada, desde hacía un tiempo, una circulación comunitaria viral que el gobierno no reconocía. Nosotros habíamos percibido que los primeros días de agosto habían sido como una represa que se rompió y empezaron a ingresar por guardia una gran cantidad de pacientes. Dimos una vez más la alerta sanitaria, hablamos con el ministerio de Salud, con las autoridades locales, pero tampoco fuimos escuchados. Entonces creció mucho la preocupación que teníamos porque entendimos que el colapso era el camino inexorable al que se iba. Y se dio también porque no había una política de salud por parte del gobierno de la provincia. El ministerio de Salud no bajaba con una política de salud clara, no estábamos equipados porque nunca llegaron en tiempo y en forma los equipamientos, no llegaba el insumo, no llegaba el recurso y, para lo declamativo, prometían dispositivos de internación. Pero ya estábamos a mediados de agosto y los casos ya empezaban a confirmarse –no importados-, sino que ya empezaban a salir de la propia comunidad, de distintos lugares, sin nexo epidemiológico. Y cuando planteábamos esta situación tampoco hubo respuestas. Los casos empezaron a aumentar, los dispositivos nunca se habilitaron y con eso el caos, literalmente. Los casos de covid empezaron a surgir de todos los espacios, de todos los lugares, de todos los barrios y se colapsó la guardia central, que es lugar donde se direcciona el ingreso a todos los lugares. No había recursos suficientes para los dispositivos de internación -que no estaban funcionando-, no estaban equipados y eso explica el cuello de botella que colapsa el sistema. No había camas y por eso circularon fotografías por todo el país de pacientes en bancas o en sillas, con requerimiento de oxígeno –óxigeno que tenían que comprar los propios familiares porque no tenía el hospital-. Tampoco había antibióticos: claritromicina, ceftriaxona ni heparina (anticoagulante) un tratamiento que no es para nada barato si hablamos de que se tienen que hacer cargo los familiares, son medicamentos caros y difíciles de conseguir porque empezaron a escasear en las farmacias ante tantos pacientes, ya no había abastecimiento. Ese fue otro gran problema y todo generó mucho malestar. Entonces lo que era nuestro reclamo se empezó a transmitir a la comunidad y hubo tres caravanas importantes, masivas. Y, de alguna manera, a partir de ahí con todas las comunidades, con lxs trabajadorxs, con las organizaciones y las instituciones en defensa de la salud pública, ya empezaron a bajar lentamente los recursos y también llegaron recursos e insumos de la nación. De alguna manera, desde ahí hubo algún alivio que se empezó a notar en estos días, sobre todo esta semana.

«El oxígeno y los antibióticos los tenían que comprar los propios familiares porque no había en el Hospital»

-Ustedes presentaron datos de un revelamiento que indica que Orán tiene la tasa de letalidad más alta de la Argentina, por encima del 11%, ¿esto se relaciona con el colapso del sistema por la pandemia o está más relacionado con las deficiencias estructurales del sistema de salud?

-Julia Pizzola: Nosotros hicimos un relevamiento, un informe técnico, que pudiera demostrar en números, en indicadores, lo que está pasando: la tasa de letalidad supera diez veces la nacional, habíamos alertado que íbamos a tener el número de contagiados más alto de Salta y efectivamente ya lo tenemos, están diezmados los servicios, sin personal, sin enfermeros, sin médicos, los servicios totalmente colapsados. El 90% de los trabajadores reconoce haberse comprado sus propios equipos de protección; el 95% de los trabajadores están agotados tanto física como mentalmente, entonces, es una situación más allá del límite, muy delicada y muy compleja. Y entendemos que no solamente tiene que generarse definitivamente una política de salud que no solamente resuelva esta coyuntura con recursos y con insumos, sino también que haya una política no cortoplacista sino que pueda modificar las desigualdades en el acceso, las desigualdades que se generan en una misma provincia, en un mismo país, donde siempre las estructuras más pobres son las más perjudicadas.

-¿Saben por qué son tan altos los índices de letalidad y mortalidad?

-Julia Pizzola: Tenemos una estructura muy empobrecida, el norte de Salta es uno de los sitios más pobres y ya a fines del año pasado se había declarado la emergencia socio-sanitaria para esta zona, justamente por los altos indicadores de mortandad, por las muertes de los niños en las comunidades originarias y ya se evaluaba la situación de los hospitales y centros de salud muy complicada. Pero a pesar de haberse declarado la emergencia sanitaria nunca se resolvió esa situación y en el marco de ese cuadro que describo se instala esta pandemia. Ahora estamos muy complicados, nuevamente reunidos los trabajadores, quizás se empiece a percibir los resultados de las acciones en quince días, ahora la morgue sigue colapsada, los recursos son los mismos. Han llegado cinco médicos, de los cuales operativamente solo tres están trabajando, hay técnicos, hay kinesiólogos, pero el recurso sigue siendo insuficiente y está visto que esto es todo lo que va a venir así que vemos con preocupación el futuro. Así y todo, en medio de toda esta situación compleja y de dolor, porque todos hemos perdido familia, amigos, conocidos, vecinos, que sea definitivamente un antes y un después en las políticas de salud, al menos al interior, a la periferia. Que alguna vez se vea por lo menos que esta situación de tanto dolor sirva para que las cosas cambien, que no haya desigualdades en el acceso, en las oportunidades, porque realmente este también nos ha jugado en contra. Acá hay poblaciones muy enfermas con enfermedades crónicas, diabetes, mucho HIV, mucha tuberculosis, entonces no había elementos protectores para hacerle frente a un virus que no es lo mismo con un cuerpo sano, con un estilo de vida saludable o con las condiciones de pobreza y hacinamiento en que viven muchas comunidades, donde la distancia social es muy improbable, la falta de acceso al agua potable, a lavandina o al alcohol, hacen muy dificultosa la prevención de los contagios. Todo esto ha hecho un caldo de cultivo que hace que tengamos estos indicadores y esta crudísima realidad.

Video realizado por lxs trabajadorxs de ATE de Orán:

 

Entrevista: Rubén Fernández, IDEPSALUD ATE Argentina. 

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