El gobernador admitió no tener información veráz sobre la muerte de la niña wichí

Tres ministros, en las mismas horas que moría Rocío, estaban presentes en esas agrestes tierras y se esmeraban en mostrar a periodistas llevados de Salta capital los logros obtenidos. Los hombres de prensa volvieron con gusto a nada. Ninguno de la comitiva oficial se anotició de las penurias que pasaba por esas horas esta niña. O prefirieron huir hasta llegar a la Capital y preparar una coartada?  Si fue así, muy pobres resultados obtuvieron. Solo recurren a que se trata de «un problema cultural» y nunca salen airosos. La sociedad les endilga toda responsabilidad. La muerte cruel puede más: desnuda toda inoperancia.

Roque Mascarelo, Ministro de Salud Pública, se molestó con los medios de prensa «..que hacen de esto una parodia…» Se utiliza políticamente esta muerte de una criatura, se queja. La responsabilidad de Mascarello es evitar estas muertes. Es la única manera que nadie especule. Reconoció, sin embargo, que la mala calidad del agua puede ser detonante.

La Iglesia se cansó de alertar que en el chaco salteño se consumía agua con arsénico. Y Mascarelo se olvidó que el provenía de Ente provincial del agua. Era su máxima autoridad. Era quien tenía la responsabilidad, cuanto menos, de que toda  la sociedad consumiera agua «potable» y que a toda la sociedad llegara agua potable; más aún a las de extrema vulnerabilidad.

La Secretaria de Nutrición de la Provincia, Lic. Gladys Pernas, reconoció implícitamente que la beba Rocio Gracía fué abandonada más de tres meses. «La nena no estaba ni siquiera en riesgo: a los cinco meses se encontraba normal», sostuvo; y la beba terminó muriendo a los ocho meses de vida.

Pernas descargó su impotencia sobre la humilde familia de Rocío: «…la llevaron a un curandero». Esto es mentira, afirma Alejandro, papá de la niña. Y luego la misma Pernas admite que descuidaron sanitariamente la zona: «…en esos sitios reforzamos la capacitación para cualquier emergencia para con los niños. Esto se hace en forma permanente», dijo. Pero ¿a quienes capacitan? A voluntarios de la zona. Capacitados que fueron, se convierten en «curanderos» y en su desesperación, los lugareños recurren a ellos. En este caso el mismo padre de Rocío niega que haya llevado a la nena  a un curandero.  Si el mismo Ministerio reconoce que tienen enfermeros solo de Lunes a Viernes, que hay un solo médico a casi 150 km a la redonda ¿Quién auxilia en casos extremos en días de ausencia de enfermeros y médicos? Si la familia de la nena vive a unos 50 km del lugar de residencia del único médico, por qué no contuvieron a la nena si estaba con diarrea y vómitos? Otra vez, en la escuálida motocicleta del padre, recorrieron 50 km de tierra hasta su choza.  Otros 50 km, del Puesto San Patricio a Los Blancos,  cuando empeoró. Está claro, la débil criatura no resistió 100 km aspirando tierra y a los tres día murió.

¿No será tiempo que el señor Gobernador se aboque a la tarea de tratar de mejorar los estándares de atención en salud? Quizá se impone un riguroso ahorro en gastos (muchos sueldos ministeriales, muchos ñoquis, mucha burocracia, etc.). Y lo más importante: ellos dejarán a los medios de prensa huérfanos de titulares y el resto de la comunidad se evitará los sufrimientos de víctimas inocentes.

Completando el cuadro, apareció Jesús -el diputado- y denunció que «..hace un año los enfermeros vienen trabajando y el Ministerio de Salud ni siquiera los nombra. No podemos tener solo un enfermero de lunes a viernes», y denunció la «falta de agua segura en la zona».