El interés por las reservas hidrocarburíferas de Salta, el NEA, Mendoza, Neuquén

11/03/2014 | Revista Norte
reservas hidrocarburiferas argentinas 2
Salta, el NEA, Mendoza, Neuquén,  el Golofo 
de San Jorge y Buenos Aires en la mira.

Qué pasa con los hidrocarburos en Argentina

Documento cuyo contenido ha sido investigado por los miembros del CEMIDA: Cnl (r) José Luis García y prof. Elsa Bruzzone. El CEMIDA mantiene enlaces con instituciones similares en asuntos relacionados con la Defensa Nacional.

En los últimos tiempos comenzaron a llegarnos requerimientos desde los ámbitos más heterogéneos, acerca de cuál podría ser la riqueza potencial en hidrocarburos en lugares tan diversos de nuestro territorio como Los Monos, San Martín, Orán, Anta, Metán y Rosario de la Frontera en la Provincia de Salta; el Chaco Paranaense en el Noreste; Cacheuta en Mendoza; Claromecó en Buenos Aires; la cuenca del Golfo San Jorge conocida como D129; además de la amplia zona conocida como Vaca Muerta en Neuquén. Indagamos las razones de ese interés y las respuestas configuraron el siguiente cuadro de situación.

Los Estados Unidos requieren, para el normal funcionamiento de su sistema productivo industrial-militar, gran disponibilidad de energía, utilizando para ello y en su mayor parte, hidrocarburos. Pese a ser grandes productores de estos insumos, han tenido y tienen una gran dependencia de los que han recibido de otros lugares; especialmente del Medio Oriente, África y Latinoamérica, principalmente de Venezuela. Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana esta relación comercial se fue deteriorando, aumentando su costo y disminuyendo el volumen. Para paliar las consecuencias de ese deterioro Estados Unidos decidió intensificar la producción en su territorio de sus reservas de hidrocarburos, especialmente el shale oil y el shale gas utilizando el método conocido como “fracking”. El resultado inicial resultó muy prometedor y les permitió convertirse en uno de los principales productores mundiales de hidrocarburos de ese tipo. Pero lo que no pudieron solucionar fue el problema de la agobiante contaminación resultante que provocó que algunos Estados lo prohibieran. Muchas de esas consecuencias fueron metódicamente ocultadas o desmentidas. Pero algunas salieron a la luz en los Estados de Nueva York, Pensilvania, Ohio, Wyoming y Dakota del Norte. Esta situación hizo necesario modificar el plan puesto en marcha y han trascendido algunos aspectos de un nuevo curso de acción que incluiría procedimientos que pueden modificar el actual panorama estratégico. En extrema síntesis consistirían, entre otros, en: 1) Presionar al gobierno venezolano con acciones de todo tipo, incluido el “Golpe de Estado Blando”, para recuperar la privilegiada situación que tenían antes del advenimiento del Comandante Chávez. Ello les permitiría recibir mayores cantidades de hidrocarburos y en condiciones más ventajosas. 2) Atenuar los conflictos desatados en el Medio Oriente con Irán y en Siria (donde los mercenarios financiados por Estados Unidos, la OTAN, Israel, Qatar y Arabia Saudita están siendo derrotados por el Ejército Sirio), a fin de intentar luego reanudar el flujo comercial de hidrocarburos con los gobiernos de la Región. 3) Participar masivamente en la extensión de la exploración en nuevas zonas geográficas de la Argentina, además de Vaca Muerta, para precisar la mejor manera de producir masivamente el Shale Oil y el Shale Gas a través del fracking, asociando a ambos gobiernos en ese logro. Para ello ha designado cómo ejecutor a su empresa Chevron junto a nuestra YPF Reforzar posteriormente esa alianza con el agregado de las petroleras trasnacionales Pluspetrol y Petronas entre otras.

La puesta en marcha de esas medidas podría producir cambios en la situación estratégica mundial y su grado de veracidad parece afianzarse ante los hechos que día a día ocurren. En el Medio Oriente Irán y Siria parecen haber dejado de ser, por algún extraño conjuro, los gérmenes del mal. Las tensiones disminuyen y – pese a la oposición de Israel – se pueden reabrir las vías comerciales, objetivo principal de esas operaciones.

En Venezuela se desató un grave conflicto cuyo principal objetivo era y es eliminar o al menos debilitar al actual gobierno, lo que permitiría negociar, como un objetivo de mínima, la compra de hidrocarburos en condiciones más ventajosas que las actuales; y como uno de máxima, el libre acceso y control de la riqueza petrolífera tal como lo hiciera hasta la llegada al poder de Chavéz. Pero han chocado con obstáculos imprevistos y casi insuperables: el apoyo de la masa del pueblo a los objetivos de la Revolución Bolivariana, la indestructible unidad cívico – militar y el apoyo solidario de los países de la Región. La operación se activa diariamente y los opositores aún no quieren darse por vencidos.

En la Argentina para hacer factible lo planificado asistimos a una etapa de eliminación de los obstáculos que el mismo poder transnacional había colocado previamente para dificultar la libertad de acción del gobierno. Así, sorpresivamente, Repsol renunció al 50% de la indemnización exigida para restituir la mayoría accionaria al Gobierno Argentino en la parcial renacionalización de YPF. De un día para el otro “asunto terminado”. Las presiones se han intensificado no sólo sobre el “Club de Paris” para el arreglo de una deuda pendiente sino también sobre los “Fondos Buitres” para que cese el acoso económico delictivo que desarrollan. Con estas acciones se allanaría el camino para lograr los avales y seguros internacionales que los “inversionistas” requieren para aportar los fondos que Chevron y sus aliados necesitan para operar en una escala que promete ser muy amplia y sobre diferentes espacios geográficos. De la contaminación resultante del proceso a utilizar, hasta ahora ni una palabra, más aún, se la desestima. Pero en el ámbito de la política interna argentina remover obstáculos no será tarea simple. A la oposición de la población de numerosas localidades incluidas en el proyecto y de los sectores ambientalistas, habría que sumar a los que intentarán preservar el poder de decisión de nuestro país sobre la forma de disponer y utilizar sus recursos naturales. Seguramente será más fácil lograr el apoyo de algunos sectores políticos que, hasta ayer, han demonizado todo el accionar gubernamental y que recibirán ahora la indicación de sus habituales mandantes externos, para apoyarlo. Es en este marco que las informaciones que se nos requirieron acerca de distintas locaciones con probables reservorios de petróleo no convencional cobraron sentido. Los Estados Unidos están en pleno proceso de complementar su información indagando a cuantas organizaciones puedan disponer de datos sobre el tema, ya que su plan abarcará ahora amplios espacios geográficos de nuestro país, mucho más allá del que ya ocupan en Vaca Muerta.

El discurso presidencial del 1º de marzo pasado ha borrado las dudas sobre lo que se está planificando en nuestro país en materia de hidrocarburos y en qué contexto general se realiza. Con este panorama y las graves derivaciones que con razón se adjudican a la tecnología del fracking sostenemos que quizá no resulte conveniente mantener a la población al margen de la previa discusión de estos problemas. No sería dificultoso un procedimiento de consulta previa, máxime teniendo en cuenta la confianza que la mayoría de la población tiene en el Gobierno. La alarma que motiva nuestra advertencia por la utilización de la técnica del fracking se basa en datos comprobables acerca de los enormes perjuicios que su empleo produjo en Europa y en los Estados Unidos y se incrementa cuando se advierte que la empresa que dirigirá el operativo, Chevron, ha sido previamente responsable, a través de una subsidiaria, de una enorme contaminación en la región amazónica de Ecuador por la que fue condenada. Además no podemos dejar de tener en cuenta que, con el mismo criterio capitalista de producir al margen de las normas ambientales, la transnacional Botnia contaminó y sigue contaminando la región del Río Uruguay. Y no nos olvidamos que Repsol nos dejó en sus irresponsables operaciones un pasivo ambiental de alrededor de diez mil millones de dólares, del cual ya no se habla. Es imposible que luego del Consenso de Washington, que puso en marcha el sistema de producción transnacional globalizado, pueda existir un capitalismo responsable y no contaminante en sus operaciones. Por el contrario, siempre es depredador, pues esa es su esencia en la búsqueda de ganancias. A fines de este mes de marzo de 2014 el Congreso Argentino comienza la consideración de estos temas. Esperamos que esté a la altura de las circunstancias. Nosotros nos negamos a emular el comportamiento de los antiguos habitantes de Constantinopla que discutían sobre “el sexo de los ángeles” mientras los turcos derrumbaban los muros para entrar en la ciudad sitiada. Por lo menos aquí, en el CEMIDA, tratamos de cumplir la modesta misión de advertir algunos peligros y sus consecuencias en el largo plazo. Preferimos que nos corrijan si lo que expresamos no se corresponde con la realidad. Advertir es un deber exigido por nuestro permanente accionar al servicio de la Democracia Argentina en los últimos treinta años.-

 

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