No es un barco a vela pintado de blanco. Es un símbolo que debemos mantener con firmeza. Los símbolos nos ayudan, nos recuerdan la unidad que en algún momento se perdió entre nosotros.
No se trata de recuperar un barco, sino este barco, esta fragata, la Libertad. Para lograrlo, me permito sugerir algunos caminos, consciente de la gran dificultad para alcanzar el objetivo.
Por lo pronto, sería práctico, y ayudaría a la eficacia del trabajo que hay que hacer, que cerremos o posterguemos el capítulo de las acusaciones y recriminaciones. Por ahora, en este tema, el problema está afuera, no dentro de la Argentina.
Imagino el siguiente esquema de trabajo: la creación de una comisión plural y reducida, para asegurar su eficacia, que sugiera a la Presidenta en un lapso no mayor de tres o cuatro días un conjunto de ideas para contraatacar. No pienso en juristas –los que deberían ser un apoyo–, sino en políticos, porque que hay que evitar la tentación de encerrar la cuestión en el mundo legal. La pelea hay que darla en otro lado. Dije bien “contraatacar” porque debemos concentrar nuestro esfuerzo político internacional contra los fondos buitres y NML Capital en particular.
Ese grupo o comisión debería proponer a la Presidenta que una representación multipartidaria y multisectorial viaje a Adís Abeba para hablar con quien conduce el órgano ejecutivo de la Unión Africana, la señora Nkosazana Dlamini-Zuma. Se debería lograr que un alto funcionario argentino hable en una reunión al mayor número posible de embajadores de la región.
Si tuviera que sugerir el discurso, diría que debería centrarse en la naturaleza de los fondos buitres, en cómo usan nuestros bonos devaluados para especular y hacer ganancias extraordinarias. Casi no hablaría de la fragata. No haría una cuestión nacional ante los representantes de los países africanos. Mostraría, con toda crudeza, cómo estos fondos lucran con nuestros países, los latinoamericanos y los africanos. Buscaría, en síntesis, una causa común.
En otras palabras, habría que ir a Adís Abeba para atacar a quien nos atacó.
También sería útil, aunque no barato, publicar una solicitada a página entera en el New York Times y el Washington Post con una explicación clara y didáctica de cómo operan los fondos buitres y, en particular, la empresa NML Capital. En estos días de campaña electoral, está en el centro del debate el papel de Estados Unidos en el mundo y el impacto de la crisis financiera en ese país. Por tanto, titularía la solicitada “Los buitres que devoran el bienestar”.
Allí, no ahorraría ni datos ni pluma. Pintaría a NML Capital como el ícono de la especulación financiera internacional, la misma que golpea desde 2008 a Estados Unidos y a Europa. Le pondría rostro, nombre y apellido: Paul Singer, 68 años, especialista en bonos basura.
En el texto, no hablemos de derecho internacional ni de inmunidad diplomática. Golpeemos en el plexo solar.
Simplemente hay que explicar, sin demasiada pasión porque queda mal, quiénes son los que nos embargan. Ojalá seamos tan duros como para que NML Capital tenga que cambiar de nombre.
También sería una buena señal que el Gobierno enviara cien mujeres y hombres a Accra para aumentar y rotar la tripulación de la Fragata; para que sepan, los que deban saberlo, que lejos de abandonar, los argentinos recién estamos empezando.
Estoy seguro que trabajando juntos, un grupo de personas que conocen estos asuntos imaginarán otros caminos que se agreguen o reemplacen los que acabo de sugerir.
En todo caso, no tengo dudas que si empleamos nuestro ingenio, nuestro conocimiento y una razonable dosis de maldad, que no nos falta, la Libertad volverá.-
Publicado por Perfil