En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador, se impuso Guillermo Lasso, el candidato de la coalición de derecha CREO y Partido Social Cristiano con el 52.48%. El candidato progresista Andrés Arauz obtuvo 47.52% de los votos.
Por Silvia Aranda / Rebelión
Según resultados preliminares, con el 98% de las actas electorales escrutadas, se considera ganador al binomio Lasso-Borrero. Andrés Arauz, candidato de la coalición Unión por la Esperanza (UNES), reconoció el triunfo de Lasso; afirmó que es la hora de construir consensos y tender puentes, pero también es la hora de organizarse y continuar trabajando para impedir toda política que ataque los intereses del pueblo ecuatoriano y beneficie a las élites económicas.
Arauz enfatizó que se trata de un «traspié electoral, pero no de una derrota política ni moral».
Por su parte, el expresidente Correa, quien respaldó la candidatura de Arauz dijo: «Sinceramente creíamos que ganábamos, pero nuestras proyecciones eran erradas. Suerte a Guillermo Lasso, su éxito será el de Ecuador. Solo le pido que cese el lawfare, que destruye vidas y familias».
Lasso en su discurso agradeció a Dios, a su familia y a sus colaboradores -entre los que mencionó al asesor político Durán Barba. Dijo: «Como presidente me dedicaré al proyecto nacional para escuchar a todos. Todos los ecuatorianos nos vamos a beneficiar del cambio, de un país libre, próspero y democrático. Hoy todos podemos dormir en paz y en calma».
Agregó: «No llego con una lista de a quien perseguir». Este comentario se puede interpretar como una crítica al gobierno de Moreno, que persiguió judicialmente a varios dirigentes de la Revolución Ciudadana -a pesar de haber sido elegido presidente por esa fuerza política.
A partir de que el asesor político Jaime Durán Barba se sumara a la campaña electoral de Lasso -en la segunda vuelta- esta comenzó a cobrar más fuerza. La campaña electoral de Lasso trabajó para resaltar un supuesto distanciamiento con el gobierno de Moreno -con el cual tanto Lasso como sus aliados habían colaborado. Dado que el gobierno de Moreno por la catástrofe sanitaria de la pandemia, la desocupación, la destrucción del Estado es considerado el peor gobierno de la historia de Ecuador, el «distanciamiento» -crear la percepción de que Lasso era lo opuesto de Moreno- fue clave. Al lograr crear esa percepción en un sector de la población, consiguieron los votos que les hacían falta para superar al candidato Arauz.
Además, el binomio de UNES partió con desventaja, fue cuestionado por el Consejo Nacional Electoral y luego de varias tentativas lograron aprobación. A ello se sumaron las campañas sucias, como los videos falsos en los que supuestos integrantes del ELN colombiano entregaban dinero para la campaña de Arauz. Estos videos a pesar de haber sido burdamente realizados, fueron ampliamente difundidos en la prensa ecuatoriana y colombiana.
Finalizó una larga, pero relativamente tranquila jornada electoral, que a diferencia de la primera vuelta, estuvo libre de confrontaciones y denuncias. Tras esa calma aparente, se halla un pueblo sacudido por una fuerte crisis económica y social, aquejado por un alto nivel de contagios de covid-19 y con uno de los índices más bajos de vacunación en América Latina. Y sin embargo, una parte de este pueblo -más del 52% de los sufragantes- ha preferido votar por el representante de la banca y los grandes grupos económicos. Adicionalmente, un 16% ha votado nulo -acción aconsejada por un sector de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), Pachakutik y otros-, y un 20% no ha concurrido a votar (una cifra récord en un país donde el voto es obligatario, pero explicable por un pico de contagios de covid-19).
No por nada, tanto Arauz como Lasso hablaron de tender puentes…