Indigencia, hambre y muertes en Salta. Reflexión

20/05/2016 | Revista Norte

operativo abrigo

OPERATIVO ABRIGO: EL EXITO DEL FRACASO

Pletórico, a fines del pasado año, todo el equipo de Prensa de la Policía de la Provincia celebraba el éxito del Operativo Abrigo. No hacían más que exteriorizar la honda satisfacción que sentía el Comisario Lami. Eso estimuló a toda la fuerza para que este 2016 lanzaran su campaña anual con más camas.

Mas comodidades. Mas compromiso. Todo eso porque  saben que será mayor la demanda. Es que el frío desnuda la indigencia. Y nadie mejor que los policías callejeros para transmitir las necesidades de la gente, especialmente de los humildes. Los del uniforme azul tiemblan junto al desamparado que yace en una recova, o en la vereda misma. Los guardianes del orden, a pesar de ser instruidos para ver en cada ciudadano un potencial delincuente, ofrecen al desamparado cama y mate caliente. Lo salvan esa noche, pero -sin quererlo-  prolongan su agonía. Porque al otro día seguirá igual. Y al otro también, en el mejor de los casos, ya que corre el riesgo de pasar (el indigente) a integrar las nóminas de N. N. en necrológicas. Y, aunque cueste una vida, será un problema menos. Así es de cruel el abandono.  No hay una política de fondo para auxiliarlos en lograr un mejor destino. No hay un programa que les brinde un techo, ni un «cobijo seguro». La confirmación de ello es la angustia que lleva a optimizar el Operativo Abrigo.

Pero el Policía de calle, quizá indigente como el auxiliado, no hace más que interpretar la veta humanitaria del Julia Petrona, licenciado en esta disciplina social. Aunque «el Jefe» ni toda su Institución, son responsables de tan dolorosa miseria. Si hasta pareciera que con este Operativo se desafiara a sus máximas autoridades. Pero ellos solo brindan un modesto paliativo.
Debe pensarse  que, así como los hoteles envían su diaria nómina de pasajeros a la Policía, ellos enviarán a las dependencias responsables la nómina de indigentes para que los registren y les brinden protección estable. Y haya un indigente  menos en la calle.
Y aquí cabe preguntarse: 13 Ministerios «mostrables» más otros tantos «paralelos» ocultos, no son capaces de diagramar un programa serio que logre terminar con esta diaria miseria? La política social, o la atención al ciudadano, se agota en una cama, frazada y mate circunstancial?
Ministerio de la Primera Infancia
Cuándo un Ministerio tomará absolutamente en serio esta desgracia humana? Cuándo entenderán que es «abandono de persona» o indolencia desentenderse de los más humildes. No basta con que el Ministro  reconozca que hay más de 2.000 Indigentes desnutridos solo en el Norte más pobre. Allí la muerte cruel arrebató a la humanidad a Brenda, en sus 2 añitos. El año pasado ya había muerto su hermanito. La oculta desnutrición terminó también con otras vidas. La Mamá Wichí Nanci Choque, golpeada por la miseria y el desamparo,  junto a sus otros 7 niños (seguramente también desnutridos) se quejaba «ni un agente sanitario vino. Ni leche me alcanzaron. Nadie me ayuda».
Y ese grito desesperado no venía del interior profundo: a apenas 10 km de Embarcación está asentada  esta comunidad, en las narices del Intendente Alfredo Llaya, que también es responsable y debe dar explicaciones, que igual nada cambiarán.
Esto muestra que las visitas para las fotos de altos funcionarios  junto a los originarios, de nada sirven. Con determinación y seriedad debe trabajarse para que NI UNO MAS DE ESOS 2.000 DEBAN MORIR.
Sin un programa honesto la hambruna seguirá cobrándose vidas. Basta ya de anuncios grandilocuentes. De Ministerios gravosos. De edificios «Conin» inaugurados solo en su estructura edilicia pero vacíos de contenido. Cerradas sus puertas a los más necesitados. Miremos en Entre Ríos y Siria. Más de 3 millones costó. Carísimo para lo que es.
Decididamente se impone trabajar para lograr una mejor distribución y lograr que desaparezca la desnutrición. No ayuda dibujar ni ocultar  estadísticas ni muertes: solo vale evitarlas.
No solo cemento debe mostrar el gobernante. También hace falta corazón.
Por Nolverto Guerra / Dirigente PJ

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