La relación entre Latinoamérica y EE.UU. tras el triunfo de Obama

08/11/2012 | Revista Norte

América Latina, gran olvidada de Estados Unidos en la última década, aguarda cambios hacia Cuba y la fracasada guerra contra las drogas.

Expertos consideran que la victoria del presidente demócrata puede llevar a cierta flexibilización hacia la isla comunista y a una política antidrogas menos centrada en la represión, pero la región es consciente de que no figura entre las prioridades de Washington.

América Latina estuvo prácticamente ausente en las campañas de Obama y de su rival republicano Mitt Romney.

La región sólo apareció en la campaña «como mercado para resolver los problemas económicos de Estados Unidos, que nos imponen medidas proteccionistas, sobre todo en la agricultura», lamentó recientemente Marco Aurelio Garcia, el principal asesor en materia de relaciones internacionales de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, al diario Valor Económico.

El vacío dejado por Estados Unidos ha sido ocupado en parte por Brasil, que se ha afianzado como líder de una región que ha incrementado poco a poco su independencia de Washington desde 1999, cuando los presidentes sudamericanos convocados por Brasil se reunieron por primera vez a solas sin Estados Unidos.

Desde entonces, la región ha ganado autonomía y creado sus propios organismos de coordinación de políticas regionales sin presencia de Washington, como la Unión de Naciones del Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC).

«Para Brasil ese olvido fue bueno; Brasil continúa avanzando económicamente en la región, políticamente está muy bien» y las relaciones con el gobierno de Obama son «excelentes», estimó el ex embajador brasileño en Washington Rubens Barbosa, aunque destacó que Washington «no va a abrir el sector agrícola que nos interesa».

«En el caso brasileño, lo más importante es defender el fin del proteccionismo. Queremos acceso al mercado estadounidense» pero «Estados Unidos tiene otras prioridades», afirmó Bruno Borges, experto en relaciones internacionales de la Universidad PUC-Rio.

ESCASO MARGEN DE MANIOBRA

Los expertos no esperan cambios hacia Venezuela, a la cual Washington compra un millón de barriles de petróleo por día y no considera una amenaza, pero creen que Obama podría abrir la puerta a una flexibilización en Cuba.

«Obama sabe que no puede ser reelecto para un tercer mandato, por lo cual va a tener más libertad en estos cuatro años» que en su primer gobierno, dijo David Fleischer, de la Universidad de Brasilia, al destacar la posibilidad de cambios en la política hacia Cuba.

No obstante, al no haber recuperado la mayoría en la Cámara de Representantes su margen de maniobra será escaso, alertó.

El presidente estadounidense ya eliminó restricciones al envío de remesas a Cuba y amplió los permisos para viajar a la isla. La Habana anunció a su vez que desde enero los cubanos no necesitarán pedir permiso para viajar al extranjero.

Obama «ya no tiene nada que perder. Quería hacer una apertura desde el comienzo, no lo hizo porque la comunidad cubana no se lo permitió», pero ahora «es capaz de hacer una apertura mayor», indicó Barbosa.

Pero para Oliver Stuenkel, de la Fundación Getulio Vargas, Cuba «no es una prioridad para Obama», que deberá lidiar con un Congreso más radicalizado y la fuerte oposición del bloque anticastrista en Florida. Obama apostará más bien «a esperar a que Raúl Castro abra más el país», estimó.

La reelección de Obama despierta asimismo esperanzas sobre nuevas maneras de enfrentar la violencia ligada al narcotráfico, que sólo en México, que comparte 3.200 km de frontera con Estados Unidos, ha dejado 60.000 muertos en los últimos seis años.

Obama tendrá «una mayor apertura para el debate sobre un eventual cambio de enfoque represivo contra la producción y comercialización de la droga», estimó Mario Torrico, de la Facultad de Ciencias Sociales de México.

En su última cita con sus colegas latinoamericanos, en Cartagena en abril, Obama aceptó estudiar alternativas a la guerra contra las drogas lanzada por Estados Unidos en 1971 y centrada en la interdicción, que no ha disminuido ni la producción ni el consumo.

«No podemos ver el tema de la oferta sin considerar el tema de la demanda de Estados Unidos»; debemos trabajar con países como México «no sólo en las drogas que llegan al norte sino en las armas y el dinero que van hacia el sur», admitió entonces.-

 

Observador Global

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