LA SEGUNDA HERIDA DE LA PACHAMAMA

26/08/2019 | Revista Norte

Incendio en la Amazonia. Brasil 2019

Los mas de 75.000 focos de incendio provocados por esa ambición desmedida ocasionará pérdidas irreparables de biodiversidad al principal pulmón verde del mundo.

Por Alcira Figueroa / Revista Norte

Estamos en el mes de la Pachamama, entre fiestas, inciensos, comidas típicas bailes y música.

En cada rincón de nuestro noroeste argentino los herederos de culturas milenarias como la kechua y aymara hacemos un alto para honrar a la madre tierra, a la naturaleza, a ese ser espiritual y material que nos dio la vida y a la cual volvemos.

Ella es no solo tiempo, sino espacio. Es la que provee de alimentos, la que da y retribuye a los que también dan sin medir a quién ni cuánto.

Por siglos las culturas se desarrollaron al amparo de ella, la que cuida, alimenta y protege a todos los seres vivos. De su vientre sale no solo el alimento sino también la medicina, el equilibrio, la armonía.

No obstante, la Pachamama no es ese espacio ni tiempo apacible donde la vida transcurre sin conflictos, enfrentamientos o guerras. Su sola existencia es motivo de peleas entre quienes disputan su posesión, su propiedad privada con los que supieron cuidarla, protegerla, respetarla, convivir desde ella y con ella; estos son a los pueblos originarios. Ellos dicen: “la tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a ella”, y he allí la gran diferencia.

Mientras algunos que optaron por la ambición desmedida por no conformase con vivir dignamente sin lujos ni prepotencias, se han lanzado detrás de la acumulación y el enriquecimiento desmedido, últimamente han echado mano a las diferentes formas de crueldad humana, a la religión y a la política, para lograrlo y para justificar tamaña depredación.

Hace unos meses, los campesinos de un paraje de Rondonia nos contaban que se habían cansado de su presidente Lula Da Silva y que Bolsonaro los había visitado y les había dicho que él era el enviado de dios, que les iba a traer una vida mejor si lo votaban y lo seguían. Que no tengan miedo. Ellos viven de la recolección de frutos silvestres, venta menor de plátanos, cocos y almendras. También crían patos, gallinas y cerdos. Estaban expectantes e ilusionados con su nuevo presidente.

En estos momentos me los imagino envueltos en llamas, en humo negro, desesperados sin tener adonde ir, tomándose quizás su pequeña lancha con sus escasas pertenencias y huyendo del fuego, ese fuego que lo devora todo, que calcina todo, que despoja en segundos toda la realidad, lo material, los afectos, las pertenencias, la economía. Ese fuego que se parece al poder, que cuando se despliega en forma voraz se hace omnipresente, imponente, casi como un dios,; quizás ese mismo dios que lo envió a Bolsonaro.

Los mas de 75.000 focos de incendio provocados por esa ambición desmedida ocasionará pérdidas irreparables de biodiversidad al principal pulmón verde del mundo, generará miles de migrantes climáticos, sumando a los que ya existen en las principales y populosas ciudades de Brasil. Mientras investigadores ambientalistas vienen advirtiendo al gobierno sobre el cuidado de la amazonia, Bolsonaro redujo el presupuesto a los organismos encargados de regular y controlar los desmontes y los incendios, culpando a los mismos por obstaculizar el desarrollo de los agronegocios. Él y sus amigos empresarios tienen sin dudas otro plan para la amazonia: convertirlo en una gran fuente de acumulación económica a través de proyectos que llaman rentables.

Hace siglos arribaron los enviados de dios con la biblia y la espada a nuestro continente y arrasaron millones de vidas. Este, sin dudas, es el nuevo enviado de dios que regresó con la biblia y el fuego.

¿Cuál será el resultado de no levantarse la humanidad en un solo grito en defensa de la madre tierra?-

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