En los últimos tiempos el gobierno le otorgó a la “maquinita” de imprimir un ritmo que permite que al argentino no le falte billete y para tener aceitado el consumo, cuando queda tan poco para finalizar el año sigue utilizando como variables de ajustes las obras públicas y las transferencias a las provincias, que mes a mes notan una sustancial disminución.
En un escenario donde la cantidad de pesos circulando por la economía crece a un ritmo sorprendente (los agregados monetarios registran aumentos interanuales del orden del +40%), la economía transmite otros indicadores, que vale la pena tener en cuenta.
Destaca un informe de IDESA, que parte del crecimiento del gasto público responde a subsidios a empresas otorgados de manera poco transparente y, en muchos casos, sospechados de corrupción. Mientras tanto inversiones estratégicas en infraestructura siguen pendientes. La prueba es el deterioro de la red eléctrica nacional, el gas, las inundaciones, el deterioro del sistema vial por ausencia de un sistema ferroviario de cargas, que aleja cada vez más las intenciones de las provincias de poder bajar los costos de transporte.
Por otra parte el gasto público consolidado de la Nación y el conjunto de provincias ha crecido en los últimos siete años a un ritmo mucho mayor que el de la economía. En 2002 alcanzaba al 31 por ciento del producto bruto nacional, mientras que en 2009 llegó al 41 por ciento, sin contar que en los últimos años creció potencialmente, teniendo en cuenta que el promedio histórico de los 20 años anteriores había sido del 30 por ciento. En una reciente publicación del Fondo Monetario Internacional (FMI) se presentan estadísticas sobre evolución de los ingresos y los gastos del sector público desde 2006 al 2012
Estos datos muestran que, en 6 años, la presión impositiva total creció en aproximadamente 8 puntos porcentuales del PBI (ver infografía). Se trata de un récord histórico para la Argentina, con pocos antecedentes en el mundo. Sin embargo, no alcanzó para financiar el enorme incremento del gasto público que llegó a casi 12 puntos porcentuales del PBI. También se trata de otro récord.
De los 30 países emergentes de mayor importancia que analiza el FMI, ninguno muestra tamaño crecimiento en el gasto público.
Tan elevado ha sido el aumento del gasto público, que su crecimiento absorbió la mitad de lo que creció el Producto Bruto Interno (PBI) de toda la economía.
Que el Estado se apropie de la mitad del crecimiento de la economía implica que los individuos sólo pudieron disponer de la otra mitad del incremento en el PBI.
Esto no sería un problema si el Estado hubiese invertido en infraestructura económica para elevar la competitividad de las empresas y en infraestructura social para elevar la calidad de vida de los ciudadanos. Pero los déficits en ambos aspectos son visibles, considera el informe.-
El Tribuno