Tensiones económicas y políticas en torno al dólar

27/07/2022 | Revista Norte

«El problema es la existencia de llamado dólar blue, o ilegal, de escaso volumen pero de fuerte referencia en el sentido común desde la importancia asignada a su cotización por los medios de comunicación con fuerte impacto ideológico político en la consideración de la coyuntura».

Por Julio Gambina, economista 

Cuesta explicar fuera del país la situación de la Argentina, incluso al interior, más allá de adhesiones ideológicas y políticas a los sectores en pugna: oficialismo y oposición de derecha.

Existe un contraste entre los datos macroeconómicos de crecimiento -incluso del consumo en general y especialmente recreativo, sea por la gastronomía, el turismo, entre otros- y la contracara de la pobreza extendida que involucra a trabajadoras y trabajadores regularizados, más aún quienes protagonizan la precariedad laboral, sin seguridad social, en situación irregular de empleo. La inflación no golpea de igual manera en una u otra de las caras que devuelve la situación argentina.

La realidad económica y política es de una enorme complejidad, con tensiones e incertidumbres, especialmente con el tema precios. La inflación es el tema principal que sufre la población más empobrecida de la Argentina.

Entre estos precios, uno determinante es el tipo de cambio de la moneda local, el peso, con relación a las divisas, especialmente el dólar.

Asistimos en la coyuntura a una fortísima presión política, especulativa, sobre el tipo de cambio. Sobre todo, por los tipos de cambio paralelos, los que inciden para inducir una fortísima devaluación de la moneda local que mejore las ganancias del sector más concentrado de la economía.

Existe un tipo de cambio oficial, en torno a los 130 pesos por dólar, que es el más importante. Con esa cotización circula el comercio exterior de la Argentina, exportaciones e importaciones de bienes y servicios.

En los últimos años se verifica un crecimiento muy importante de los precios internacionales de los productos de importación y exportación, pero también de los volúmenes de intercambio internacional. Por ese tipo de cambio oficial circula el importantísimo excedente comercial de la exportación primaria de la Argentina, sea soja, trigo, maíz, carne, oro, minerales diversos e incluso productos industriales, pero también la importación, sobre todo de la energía.

En el primer semestre de este año 2022, la Argentina ha pagado importaciones de energía en más de 4 mil millones de dólares respecto de las importaciones que para la misma fecha se hicieron el año anterior. Si el año anterior se pagó un poco más de dos mil millones de dólares por importaciones energéticas, este año se han pagado más de seis mil millones de dólares: cuatro mil millones de dólares más.

Digamos que ese es el tipo de cambio más importante, que expresa las relaciones económicas de la Argentina con el mundo y desde el gobierno se insiste que es un tipo de cambio competitivo. Es lo que señaló la ministra Silvina Batakis ni bien asumió el ministerio de economía.

El gran volumen del comercio internacional, con saldo positivo, explicaría que no resulta necesaria una devaluación y que la falta de divisas en el país se explica por la fuga realizada por distintos mecanismos, el crecimiento del costo de la energía y los recursos afectados a la cancelación de servicios de la deuda.

El poder quiere devaluar

Señalamos que es un momento de tensión porque los sectores del poder económico concentrado están reclamando la devaluación de la moneda nacional, el peso. Demandan que el tipo de cambio se corrija al nivel de los dólares paralelos. Estos son dólares financieros, como el contado con liquidación (CCL) que cotiza en torno a 330 pesos por dólar; o el dólar bursátil del Mercado electrónico de Pagos (MEP) cotizando a 320 pesos por dólar. Incluso el dólar turista cercano a los 240 pesos por dólar.

Todas estas cotizaciones remiten a operaciones legales, de mucho menor volumen que las referidas al intercambio de bienes y servicios. El problema es la existencia de llamado dólar blue, o ilegal, de escaso volumen pero de fuerte referencia en el sentido común desde la importancia asignada a su cotización por los medios de comunicación con fuerte impacto ideológico político en la consideración de la coyuntura. Su cotización llegó en estos días a 350 pesos por dólar y ahora en baja, en torno a los 317, se encuentra en un nivel muy superior al del comienzo de mes, unos cien pesos menos.

Remitimos al momento de cambios en el Ministerio de Economía, renuncia de Guzmán y asunción de Batakis. Por eso es que en estas semanas se habló de “corrida cambiaria”, con una corrección al alza del tipo de cambio, acelerando la devaluación del tipo oficial.

La operación con dólares financieros -vía compra de títulos públicos en la argentina-, con pesos  -títulos valuados en dólares que se los puede vender en el mercado externo, por ejemplo en Estados Unidos, y dejar los recursos de esa venta en dólares en el exterior- es una forma de transformar pesos en la Argentina en dólares depositados en el exterior, una operación típica de fuga de capital. Se trata de una operación permitida, legal. No se trata de una cuestión ilegal. Junto a este tipo de dólar financiero va el dólar ilegal, clandestino, el llamado “blue”, que es más o menos equivalente al contado con liquidación o estos otros dólares financieros que mueven cifras muy minoritarias respecto del principal, como señalábamos, asociado al elevado volumen del comercio internacional de la Argentina.

Pero claro, los medios de comunicación expanden la importancia que tienen estos tipos de cambio paralelos; y generan en cualquier sector en condiciones de establecer precios, que su precio está ligado a esa cotización paralela y no a la cotización oficial; y por lo tanto se genera un clima de expectativa donde el que puede aumentar los precios los aumenta. Y eso exacerba expectativas en espera de medidas que anuncie el gobierno para calmar a los mercados.

En ese sentido hay que aclarar: mercado es el que compra y el que vende, mercado es el que gana y el que sufre con pobreza y miseria. El mercado es el ámbito de intercambio donde entramos absolutamente todos y todas en Argentina y en el mundo. Estamos hablando del capitalismo que es una relación monetario-mercantil. Pero cuando los medios de comunicación dicen que “los mercados esperan medidas” están hablando de los sectores más concentrados, del poder económico; y esos sectores esperan medidas que en definitiva lleven a procesos devaluatorios.

Lo que se pretende es un dólar cotizado al tipo de cambio más cercano a los dólares financieros, paralelos o ilegales. Por eso hay una fuerte presión en la compra y venta de esos dólares paralelos como en la acción mediática e ideológica que instalan la mayoría de los medios de comunicación, y aparece un clima social de que eso beneficiaría al conjunto de la sociedad cuando cualquier devaluación -aun las que están ocurriendo ahora porque el gobierno ha acelerado la devaluación del tipo de cambio oficial- en una perspectiva para este año 2022 en que la devaluación oficial de la divisa puede superar a la inflación que ya a esta altura se estima en torno del 90% o 100%. Ese pronóstico de una inflación de tres dígitos preocupa por el impacto sobre los sectores más empobrecidos.

Pero podríamos decir que, del lado del mercado empobrecido -de los trabajadores y trabajadoras, jubilados y jubiladas- se esperan otras medidas que recompongan la capacidad de compra de los pesos con los que vive la mayoría de la población argentina. Por ello, las inquietudes o demandas son contradictorias: no es lo mismo lo que esperan los sectores del poder económico (minoritarios) de capital externo como capital local, de lo que espera la mayoría de la sociedad.

Por eso, con la ministra Silvina Batakis en Estados Unidos intentando lograr aval y si es posible que se destraben prestamos de los organismos internacionales que están hoy retenidos, los movimientos sociales y centrales sindicales salen a la calle en estos días demandando reivindicaciones muy concretas para mejorar la capacidad de compra para satisfacer necesidades de la mayoría de la población.

En síntesis, la economía como siempre pasa por la política. La presión del poder o la presión de los sectores más perjudicados por el orden económico actual. –

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