El Cura viroche de Tucumán y “Los Monos” de Santa Fe.
“Tucumán en alerta por los suicidios de adolescentes. Una provincia movilizada tras la muerte del cura Viroche. Son jóvenes adictos que se ahorcan en medio de la depresión que les genera el consumo. En Costanera, el barrio “cuna” de la pasta base, hubo diez casos en menos de dos años”, dicen los diarios del tercer fin de semana de octubre de 2016.
La tierra del azúcar parece volverse amarga por el regreso del mito de El Familiar, la bestia que vivía en el interior de los grandes ingenios y que todas las noches se tragaba la existencia del obrero más rebelde. Un monstruo al servicio de los patrones. El Familiar fue institucionalizado a partir del genocidio iniciado el 24 de marzo de 1976. Hoy la bestia parece haber regresado y desafía al poder de la democracia que en diciembre cumplirá treinta y tres años, los mismos que vivió el revolucionario de Galilea. Y la señal del regreso de otro familiar parece haber sido la extraña muerte de un sacerdote que intentaba caminar por el sendero de aquel insurgente crucificado.
“La muerte del padre Juan Viroche es la muestra de hasta qué punto llega el apriete de las bandas del crimen organizado”, dice el obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano, también presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Espiscopal Argentina.
“También es un mensaje para el Estado. Estas bandas criminales pretenden desplazar al Estado de derecho. Y muchas veces lo logran. Imponen por la fuerza sus códigos reemplazando las leyes y deciden quien sí y quien no en la circulación, la asistencia sanitaria, educativa; quien vive y quien muere. Es un atropello contra la democracia. Nadie los votó, pero deciden y “gobiernan” igual. Son como “poderes de facto” que enlutan la Patria. Hace años que desde diversos lugares y actores sociales lo venimos señalando”, agregó Lozano.
Esas bandas criminales que se tragan la vida de los pibes en Tucumán recuerdan a El Familiar.
Pero Lozano habla de poderes de facto.
En la causa conocida como “Los Monos”, en la resolución de febrero de 2014, el juez provincial de Santa Fe, Juan Carlos Vienna, dice que la organización creó un “gobierno de facto” en la zona sur de Rosario luego de usurpar las casas de los que debían irse con motivo de la construcción del más espectacular casino de Sudamérica, el “City Center”, propiedad de Cristóbal López, el otrora poderoso empresario kirchnerista. El intendente de Rosario era el actual gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz.
Nunca dijo nada al respecto.
Pero en las últimas horas tuvo que hablar como gobernador: “En lo personal obviamente no comparto la decisión que han tomado estos ex ministros (de las gestiones de Hermes Binner y Antonio Bonfatti) de asumir la defensa de personas que están imputadas en caso de lavado y defraudación. Por supuesto que desde el ámbito profesional esto se puede entender, pero no desde la ética política. Tenemos que estar de un lado o del otro en la lucha contra el narcotráfico, la violencia y la corrupción, en todas sus formas y todos sus niveles”, dijo Lifschitz, el mismo ex intendente que nada dijo del gobierno de facto constituido por Los Monos.
El miércoles 12 de octubre fueron allanados 21 lugares céntricos rosarinos e imputados una docena de profesionales por estafas cercanas a los 50 millones de pesos. Los ex ministros de justicia y derechos humanos de las primeras gobernaciones socialistas de la provincia, Héctor Superti y Juan Lewis, asumieron la defensa de algunos de esos presuntos timadores.
Los gobiernos de facto, tanto en Tucumán como en Rosario, solamente pueden ser posible por el lavado de dinero que se hace en la geografía del privilegio de las principales ciudades, intereses que, de alguna forma, siempre tendrán vinculaciones con nichos corruptos de los tres poderes de la república que no es.
Las andanzas del nuevo familiar tienen los protectores de siempre, los profesionales amigos del poder.
Las víctimas, también como siempre, están en los barrios y son jóvenes menores de treinta años.-
Carlos del Frade / Periodista / APE