Millones de pesos de más en el presupuesto, infraestructura de metrópolis para escasos 121 habitantes. Tolar Grande se transformó en los últimos tiempos en un ejemplo de dibujo de números y de gestión polémica.
Por Gonzalo Teruel
Tolar Grande es una de esas maravillas que sólo Salta puede regalar al universo. Casi insignificante ante la inmensidad de la Puna, es un pequeño pueblito de una belleza indescriptible. Es un páramo rodeado de magia y misterio. “En sus cercanías existen ojos de mar, lagunas pequeñas aunque profundas y muy saladas, donde se encuentran algunos de los pocos estromatolitos vivos en el mundo”, describe e informa, por ejemplo, la enciclopedia virtual Wikipedia. La presencia de estos estromatolitos, la más primitiva forma de vida conocida en el planeta, y el hallazgo de los “Niños de Llullaillaco” le dieron en los últimos años una notoriedad que nunca antes había tenido.
Amén de la geografía y la biología, Tolar Grande es una “maravilla” administrativa y política. De acuerdo a información estadística oficial, en 1991 contaba con 120 habitantes y en 2001 con 119. El último censo, realizado en octubre de 2010, reveló que viven allí 121 personas.
Pese a ser una de las localidades más despobladas del país cuenta con igual estructura institucional que las grandes ciudades argentinas. Es un Municipio y tiene, por ende, Intendente, Concejo Deliberante y representantes en la Legislatura. Este dato no es menor ya que, de acuerdo al artículo 170 de la Constitución de Salta, se requieren como mínimo 1.500 habitantes para ser considerado Municipio. Esta irregularidad institucional no es la única que motivó denuncias contra el jefe comunal de Tolar, Sergio Villanueva, y otras autoridades provinciales. En agosto del año pasado un ex senador por Los Andes, Mario Herrera, y un vecino de nombre Armando Francisco Isas, reclamaron a la Auditoría General de la Provincia que revise el destino de los fondos que recibe para obras y servicios la municipalidad.
“Tiene el mismo presupuesto que San Antonio de los Cobres, que cuenta con casi 6 mil habitantes”, explicaron los denunciantes y aseguraron que “en todos estos años (entre 2003 y 2011) se destinó a Tolar Grande una considerable cantidad de planes nacionales, provinciales y subsidios que, sin embargo, no se tradujeron en obras públicas específicas ni mejoraron la condición social de sus pobladores”. Ante la falta de respuestas, hace un par de semanas, Isas denunció al propio titular de la Auditoría, Oscar Salvatierra. El organismo de contralor, sin embargo, auditó las cuentas de Tolar Grande. Por lo menos las del ejercicio 2009 sobre las que emitió dictamen hace 3 semanas.
Flojito de pelpas
El informe de los especialistas de la Auditoría reveló, tal como se preveía, que la administración de Tolar Grande es precaria. “El municipio no cuenta con un régimen contable propio”, expresaron en una de sus primeras observaciones los técnicos que, de cualquier manera, se las ingeniaron para obtener información. A continuación, denunciaron que, por ejemplo, “los talonarios de recibos utilizados para el cobro de algunos tributos, no se entregan con cargo a los responsables” y que “no se encuentra formalmente instrumentado el sistema de Caja Chica”. Sin embargo, se efectuaron erogaciones y registros que cubren los gastos menores y “se habilitan periódicamente fondos, que quedan a disposición de la Tesorería del Municipio, sin una norma legal que lo autorice”. En incumplimiento con las normas contables más elementales, en Tolar Grande “no se realizan arqueos o controles periódicos y sistemáticos de los fondos existentes en Tesorería”.
La precariedad administrativa se completa con “Órdenes de Pago en blanco, sin anular, con la firma del intendente” y otros comprobantes en los que “la imputación del gasto no corresponde al concepto indicado en la factura”. También, como detectó la Auditoría en otros municipios y organismos públicos, la fecha de emisión de algunas facturas “es anterior a la fecha de impresión de la misma”. En Tolar Grande se encontraron Órdenes de Pago donde “no consta” ni firma ni el listado de beneficiarios y constancia de entrega de alimentos para pequeños productores pecuarios. En consecuencia y como no podía ser de otra manera, “la imputación del gasto consignada en Ordenes de Pago no coincide con el registro en el Libro Diario”. La administración comunal llega al extremo de no presentar el “Estado de Bienes” al término del ejercicio, consignando las diferencias entre las existencias iniciales y las de cierre.
¿Intendente generoso?
Ante estas falencias, los profesionales de la Auditoría cursaron un pedido de información a la Contaduría, la Tesorería y el ministerio de Desarrollo Humano para recopilar datos suficientes para aseverar que Villanueva gastó casi $3,5 millones cuando su presupuesto era inferior a los $3 millones. En efecto, el intendente ejecutó recursos por más de $500 mil que no tenía presupuestados. ¿Villanueva puso plata de su bolsillo para sostener la municipalidad?, la respuesta es, obviamente, negativa. Fue la provincia la que giró más fondos de los que tenía previsto recibir la comuna. La coparticipación de impuestos provinciales estaba estimada en $519 mil y se concretó por $628 mil. La diferencia entre lo pautado y lo efectivizado se agiganta en el rubro “Transferencias Corrientes” pasando de $35 mil a $170 mil, un 387% más de lo esperado por Villanueva.
El presupuesto de gastos revela idéntica ejecución. Las “Erogaciones Corrientes” debían sumar $2,2 millones pero acumularon $2,8 millones y las “Erogaciones de Capital” $674 mil y totalizaron $701 mil. La provincia “fondeó” con unos $700 mil adicionales a Tolar Grande. El total de los gastos de la municipalidad debían cerrar el 2009 en $2,9 millones pero superaron los $3,5 millones.
El empleador del año
El rubro “Personal” también entregó datos singulares al equipo de auditores. “En la ordenanza que aprueba el Presupuesto 2009 se fija una planta de 44 cargos pero sin discriminar la cantidad por tipo de empleados (…) no fueron contemplados los funcionarios de gobierno, que al 31/12/09 sumaban 6 agentes”, reseñó la Auditoría en su documento. Los recursos destinados a los sueldos también revelaron un particular manejo administrativo. Para el personal de planta debían destinarse $306 mil y, en realidad, se gastaron $267 mil y para el Concejo Deliberante fueron $90 mil cuando debían ir $104.
El “ahorro” se completó con el salario de los funcionarios del gobierno comunal a los que se abonó $198 mil cuando estaban presupuestados $210 mil. Lamentablemente, la administración de Villanueva incrementó sin mayor justificación el gasto en la planta no permanente: pagó $489 mil cuándo tenía calculado aportar $436 mil. En términos generales la cuenta le dejó saldo positivo al intendente: debía pagar sueldos por $1.057.971 y lo hizo por $1.045.990.
En 2009, se incorporaron a la estructura de Tolar Grande 4 trabajadores, 2 en planta permanente y 2 en el Concejo Deliberante. No parece mucho pero eleva el número de empleados a 50, lo que representa el 40% de la población total del municipio. Los desmanejos administrativos, contables y financieros se repiten en otros municipios y despachos oficiales de Salta pero el caso de Tolar Grande es especialmente llamativo porque se trata de la más pequeña y deshabitada de las administraciones comunales.-
Publicado por Cuarto Poder