El juez federal de Orán, Raúl Reynoso, quedó en medio del escándalo. Ocurrió cuando Roxana Brítez se presentó a un programa para denunciar que fue golpeada por Jaime “Ñato” Sarmiento, a quien señaló como su expareja. Lo vinculó al narcotráfico y lo acusó de pagar coimas a Reynoso para manejarse con impunidad. (Federico Anzardi)
Con moretones debajo de cada uno de sus ojos y una mirada que transmitía resignación más que temple, Roxana Brítez se presentó el 19 de agosto en los estudios de VideoTar para dar testimonio en el programa “El Margen”, que conduce la periodista Mabel Carrizo. Allí, la mujer de 37 años denunció públicamente a su exmarido, Jaime “Ñato” Sarmiento, por maltrato físico, amenazas, narcotráfico y vínculos con la Policía y el juez federal de Orán, Raúl Reynoso.
Sentada junto a Carrizo, Brítez aseguró estar cansada de denunciar a Sarmiento sin lograr una respuesta positiva por parte del 911 o la Justicia. La televisión le dio una fortaleza mayor a su reclamo pero lo cierto es que las revelaciones fueron aún más pesadas: Brítez denunció que Sarmiento tiene vinculaciones con el narcotráfico y que goza de impunidad gracias a sus contactos en la Brigada de Investigaciones, en Gendarmería y el juez Reynoso.
Relató que en diversas oportunidades Sarmiento fue detenido por Gendarmería y trasladado al Juzgado Federal, en Orán, adonde iba “confiado, porque pagaba para salir”. La mujer puso el cuerpo y su testimonio para subrayar sus declaraciones: “Yo en persona llevaba el dinero al abogado de él para que arreglen y salgan. No sé cómo hacía pero de adentro (en la cárcel) tenía un celular, me llamaba a la hora que quería”. Agregó que el Ñato tiene amigos en la Brigada de Investigaciones que la espiaban. “Él se ríe en la cara de nosotros diciendo que tiene seguridad en todo, que puede arreglar todo”, completaba.
En vivo para todo Tartagal, Brítez se involucró en los manejos turbios de su ex pareja, con la que tiene una nena de nueve años: “Su abogada me decía ‘llevá a tal hora la plata’. La abogada es la Doctora Esper. Ella vive en Orán, es de Tarija. Acá (en Tartagal) lo defendió varias veces”.
Rodeo al juez
La denuncia que Brítez realizó contra Raúl Reynoso no es la primera que aparece. En junio, el Dr. David Arnaldo Leiva denunció públicamente que dentro del Juzgado Federal de Orán se vende la libertad a los presos por narcotráfico, trata de personas o tráfico de divisas. La información fue difundida oportunamente por Radio A, de esa localidad. Allí se agregaba que el letrado decía que existe un grupo de abogados que apañan ese delito, actuando como mediadores en el trato económico entre el juez y los delincuentes. La versión de Leiva coincide con el testimonio que Brítez dio en VideoTar.
La actuación de Reynoso fue incluso objeto de notas en medios nacionales y hasta de cruces que incluyeron la referencia hasta de la presidenta de la Nación, aunque siempre el juez se ha mostrado diligente para presentarse como un cruzado contra las drogas y de poner en riesgo su propia vida en la tarea.
Con respecto al primer punto, hace un mes le dio la libertad a José Luis Sejas Rosales, un empresario boliviano que tenía que dar testimonio. Se le imputaba contrabandear 600 kilos de cocaína en nueve camiones de su empresa Creta SRL. El magistrado fue recusado por los fiscales Luis Villalba y Ricardo Toranzo, y la causa recayó en el juzgado federal Nº 1 de Salta, a cargo de Julio Bavio.
La situación originó columnas en el portal Infoabe, donde tras denunciar que las liberaciones obedecían a la falta de jueces, luego se celebró: “La Justicia apura designación de jueces por avance narco en Salta”. Ese era el título de una columna que informaba que el Consejo de la Magistratura había aprobado tres ternas para cubrir las vacantes de jueces en las ciudades de Salta y Tartagal, donde hay 25.000 causas penales abiertas a raíz del tráfico ilegal de estupefacientes. Recordándose siempre que “la situación de la frontera de Salta necesita ser atendida con urgencia”. “Se trata del coladero ‘narco’ más grande del país: una franja de 1000 km de largo por 300 de ancho, son insuficientes los controles por tierra de la Gendarmería. De hecho, hay siete pasos formalmente habilitados pero -según explican expertos en la materia- se puede cruzar por otros 60 lugares”, aseguraba la nota.
Situaciones como esa se salpican con otras de tintes más épicos, como las ocurridas en mayo, cuando se realizaron cuarenta allanamientos en Salta, Tucumán y Chaco por una megacausa de lavado de dinero y narcotráfico. Se revelaron amenazas de muerte contra Reynoso que provocaron su alejamiento de esa causa; fuegos cruzados que incluían a la presidenta de la Nación y la Corte Suprema de Justicia por el tema de los recursos que manejan los juzgados que dieron pie para que el mismo juez declarara por medios nacionales sobre las condiciones en la que realiza su trabajo: “Tuvimos tres empleados con licencia psiquiátrica por agotamiento y estrés. Trabajamos tanto que se puede considerar que soy un juez explotador de empleados, pero si se quiere, siempre mis empleados han manifestado que lo hacen voluntariamente para acompañar la gestión”, expresó en mayo en radio La Red. O los cuestionamientos de los que fue objeto esta semana, cuando fue acusado de extralimitarse en sus funciones. La acusación fue realizada por el fiscal Federal de Orán, José Luis Bruno, y por la Dirección General de Aduanas, en contra de la autorización de exportar mercadería a gente que el organismo no habilita, según informó Nuevo Diario el jueves.
Y ahora el Ñato
La denuncia que se hiciera pública el jueves a través de Roxana Brítez no hizo más que volver más espesa la atmosfera controversial que envuelve al juez. Y es que sus presuntos vínculos con el Ñato Sarmiento son un verdadero escándalo por el vínculo que se señala – las coimas – y los antecedentes del segundo.
En mayo de 2011, por ejemplo, la casa que Sarmiento y Brítez compartían en Tartagal fue baleada. La información aseguraba que se trataba de un ajuste de cuentas del mundo narco. “El juez de Instrucción Formal 2 de Tartagal, Fernando Mariscal Astigueta, tomó declaración ayer a los dos sujetos detenidos que realizaron el sábado pasado más de 80 disparos, con diferentes armas de distinto calibre, a la vivienda de Jaime el ‘Ñato’ Sarmiento (44), un hombre sin oficio ni actividad conocidos, a quien le reclamaban a viva voz una ‘mejicaneada’, término utilizado entre los narcotraficantes para definir a aquel que recibe droga en consignación, la vende por su cuenta y no participa de las ganancias a sus proveedores. Los dos ataques se produjeron en la intersección de las calles Esmeralda y Escalada, de villa Saavedra”, aseguraba El Tribuno, el 10 de mayo de ese año.
El párrafo siguiente involucraba a Brítez: “De acuerdo con lo que declaró la esposa de Sarmiento (…), uno de los detenidos, Nelson del Castillo (43) conocido como el ‘Coya Vilca’, abrió la reja perimetral de la vivienda y gritó ‘Ñato, devolveme la merca’, mientras su cómplice, Marcos el ‘Chaqueño’ Pereyra, aguardaba con una escopeta entre sus manos, en la vereda”.
Tras el hecho, Sarmiento salió en televisión diciendo que todo había sido un intento de robo de su camioneta. Brítez lo desmintió en VideoTar: “La causa no fue esa. Fue como decían las dos personas que fueron a la casa”, explicó, y marcó ese momento como el comienzo de su calvario personal. “A partir de ahí siempre fue vivir mal. Él siempre iba con amigos. Yo tenía que ir con mi hija a la pieza mientras el hacía sus cosas en la casa. Muchas cosas tuve que pasar”, indicó. Habló de amenazas de quedar en la calle y los golpes.
Mientras daba la entrevista, Brítez mostró dos golpes más, además de los evidentes moretones en sus ojos. “Tengo un golpe acá (señalando su frente) y otro acá (el costado derecho de su cabeza)”. Carrizo entonces quiso saber cuáles fueron las razones por las cuales esta vez, tras cuatro años de denuncias, la mujer decidió revelar la situación en los medios.
“Porque la última vez que me pegó (el sábado a la mañana) me sentí mal. Con cada golpe que me daba pensé que me mataba. Se sentaba arriba mío, me pegaba piñas y me decía que me iba a cagar matando”, contestó, contundente, y se mostró como una condenada a muerte en vida si las cosas no cambian. “Si no consigo ayuda no sé dónde más me voy a ir. Hice denuncia pero acá estoy y el anda en la calle tranquilo. Tiene exclusión de hogar. Tiene prohibido el acercamiento a mí y a mi hija y esto sigue. Hablé con el secretario fiscal, Dr. Salem, y quiere que se haga presente, que se notifique y que si está en falta recién va a ser arrestado. Yo lo único que pido es vivir tranquila”.
Amenazas en vivo
Durante la entrevista, de quince minutos de duración, mientras las dos mujeres hablaban en vivo para todo Tartagal, Sarmiento se presentaba en las puertas del canal e intentaba ingresar. No pudo hacerlo. Las cámaras de seguridad del lugar lo captaron en su accionar y la periodista Mabel Carrizo confirmó a Cuarto Poder en comunicación telefónica que efectivamente Sarmiento era el que pretendía violentar la puerta de acceso a los estudios con un comportamiento lógico en alguien que goza de impunidad. Alguien que supone que puede ir e imponerse donde sea.
Adentro, Brítez estaba acompañada por miembros de su familia. Al respecto, la mujer relató que Sarmiento también acosa a sus familiares: “Pasa por el domicilio de mi hermano, de mi padre. Hoy mi casa tenía la ventana rota y él pasaba con el auto. Lo tengo afuera de mi casa todos los días. Los vecinos juntaron firmas para quejarse de lo que hace cuando anda borracho. No sé qué hacer”.
Mientras todo terminaba, sus denuncias terminaron involucrando a un juez en particular y a una situación en general que hace rato sobrevuela en la provincia donde policías, gendarmes, funcionarios y también jueces forman parte de una trama siniestra: la de sectores del Estado que debiendo combatir al narcotráfico no son inmunes al largo brazo reclutador y corruptor de esa actividad.-
Cuarto Poder