Después de desalojar a una mujer y a sus ocho hijos y de destruirle muchos de sus muebles, ahora las autoridades quieren destinar a las criaturas a orfanatos. Cuando el Estado se encarniza puede destruirlo todo.
La situación es kafkeana: es como si el estado se hubiera obsesionado con destruir a la familia: 14 días atrás el gobierno movilizó decenas de policías para desalojarla a la familia: Karina Roselos y sus ocho hijos. Los desalojaron e inmediatamente destruyeron la vivienda. Literalmente: la demolieron.
Muchos de los muebles, en el traslado, fueron destrozados; pero los integrantes de la familia literalmente erigieron una nueva vivienda desde los escombros: buscaron qué ladrillos servían y los apilaron y armaron, frente a donde habían vivido, algo así como una nueva casa.
Siguen viviendo como pueden. Les roban los útiles escolares y en esa precaria vivienda pasan frío, mucho frío.
Salvo por un par de frazadas, no han recibido ninguna ayuda Y ahora, la justicia quiere quitarle sus hijos a la mujer: recibió un comunicado en el que se decía que le podrían quitar los hijos, y la policía ya intentó llevárselos hace unos días, por la fuerza.
Cuarto Poder