«Si un hermano aborigen se enfermó, tenés que rogarle a Dios que se mejore porque vuelve en un cajón»

27/01/2015 | Revista Norte

desnutricion 3

LA MUERTE DEL NIÑO DESNUTRIDO DE MORILLO.

Contradicciones que buscan tapar la muerte de Marcos Solís ocurrida en el Hospital de Orán.

Autoridades reconocen que cambiaron la forma de medir la desnutrición en Salta, pero se esfuerzan para que no aparezca como causa de muerte. A la desnutrición la deben llamar ahora distrofia.

 

El testimonio de un dirigente originario

«Es lamentable que cuando internan a un hermano aborigen no lo atienden como debieran», opinó Reinaldo «El Oso» Ferreira, dirigente aborigen y candidato a intendente en el municipio de Coronel Juan Solá-Morillo. Luego evaluó la situación sanitaria de Morillo: «En el hospital hay solo tres médicos, entre los que se encuentra el director del nosocomio. Si ingresa un aborigen y empeora lo derivan a Embarcación, y de allí hacia Orán. Si te enterás de que un hermano aborigen se enfermó, tenés que rogarle a Dios que se mejore porque vuelve en un cajón». Añadió que los puestos sanitarios y hospitales se inauguran con personal completo, pero luego decaen por múltiples carencias. «Muchos están cerrados. Uno cree cuando los abren que se termina el sufrimiento pero no. Cuando nos quejamos en los medios los equipan», advierte.

 

Según el Gobierno, el niño wichi de Orán no murió desnutrido.

Por María Rojas / El Tribuno

Una consecuencia directa de la muerte de Marcos Solís -el niño de 2 años que falleció el 20 de este mes en el Hospital Público San Vicente de Paúl, de Orán, por desnutrición severa- fue la denuncia de médicos de ese nosocomio de que el Gobierno de la Provincia cambió las tablas de mediciones corporales con que se determinan los niveles y grados de nutrición de los infantes. Según estiman los profesionales de la salud, así se busca minimizar el índice de niños desnutridos. Quien confirmó a El Tribuno las modificaciones de parámetros para la evaluación antropométrica infantil fue la directora del San Vicente de Paúl, Liliana Canini. Aunque aseguró que las nuevas mediciones «son recomendadas por la Organización Mundial de la Salud». En relación con la prohibición que pesa sobre los médicos de colocar «desnutrición» como causa de muerte en los certificados de defunción, hecho desvelado a este medio por la periodista oranense Silvana Brezina el lunes pasado, Canini expresó que desnutrición y distrofia «son lo mismo».
Por su parte la secretaria de Alimentación y Nutrición Saludable de la Provincia, Cristina Lobo, desmintió que Marcos Solís haya muerto por desnutrición. «La desnutrición te lleva a la muerte, pero generalmente es otra patología la que te lleva a la muerte», dijo.
Comunidad vulnerable
Marcos Solís vivía en Misión La Cortada, localidad de Coronel Juan Solá y municipio de Rivadavia Banda Norte. Allí además hay otras tres misiones que albergan comunidades originarias: Chañar 2, Villa Primavera y Cacique Catán. También se emplazan dos barrios con pobladores criollos: Villa Las Rosas y 1´ de Mayo. A todos ellos atiende el hospital de Morillo. Según Lobo, el niño llegó derivado de Morillo a la guardia del hospital de Embarcación con un episodio de diarrea aguda. Allí se le brindó un tratamiento clínico y nutricional, pero «los médicos se vieron sobrepasados» y lo enviaron a Orán, donde a minutos de ingresar falleció por un paro cardiorrespiratorio. De acuerdo con el registro del San Vicente de Paúl, Marcos medía 83 cm y pesaba 8 kg, mientras que el peso normal a los dos años promedia los 12. Acerca de esta situación Lobo precisó que Marcos fue restablecido el año pasado de un cuadro de desnutrición en el Centro de Recuperación Nutricional del Hospital Público Materno Infantil. De allí le dieron el alta en noviembre de 2014, con 9,900 kg y que «entre signos de pregunta» quedó hacerle una biopsia intestinal para descartar otra patología porque el niño desde los 4 meses tenía diarrea crónica. La fecha de este estudio había quedado en suspenso y el Centro de Recuperación debía citarla a la mamá de Marcos. Lobo insistió en que la de Marcos es una familia «muy protegida» por el agente sanitario. «Nos vemos sacudidos por la muerte de este niño, que nos preocupa mucho, pero estaba bajo control y era asistido por la Intendencia de Morillo», definió. Agregó que las comunidades originarias reciben leche entera en polvo, bolsones mensuales de alimentos y tarjetas sociales, que otorga el Ministerio de Derechos Humanos a través de las intendencias. También admitió que según datos recogidos hasta diciembre de 2014 por la Secretaría que encabeza hay en la provincia 1.500 niños menores de 5 años con bajo peso. Señaló que las áreas críticas son la zona de San Antonio de los Cobres, el Chaco salteño y los departamentos Rivadavia y San Martín. Por último, se refirió a la restricción de colocar en los certificados de óbito la palabra «desnutrición». «Cómo les vamos a decir que no pongan si es un cuadro de desnutrición. Me parece rarísimo que un médico de la República Argentina no sepa lo que es una causa primaria y una causa secundaria. La desnutrición te lleva a la muerte, pero generalmente te lleva otra patología a la muerte. Tenés como primaria la deshidratación y secundaria la desnutrición», concluyó.

«Vuelven en un cajón»
«Es lamentable que cuando internan a un hermano aborigen no lo atienden como debieran», opinó Reinaldo «El Oso» Ferreira, dirigente aborigen y candidato a intendente en el municipio de Coronel Juan Solá-Morillo. Luego evaluó la situación sanitaria de Morillo: «En el hospital hay solo tres médicos, entre los que se encuentra el director del nosocomio. Si ingresa un aborigen y empeora lo derivan a Embarcación, y de allí hacia Orán. Si te enterás de que un hermano aborigen se enfermó, tenés que rogarle a Dios que se mejore porque vuelve en un cajón». Añadió que los puestos sanitarios y hospitales se inauguran con personal completo, pero luego decaen por múltiples carencias. «Muchos están cerrados. Uno cree cuando los abren que se termina el sufrimiento pero no. Cuando nos quejamos en los medios los equipan», advierte.-
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Otra muerte por desnutrición en el norte salteño

El obispo de Orán sacó a la luz la muerte de una niña por desnutrición

Publicada el 20-11-2014 – Liliana Sarmiento, una nena wichí de La Unión, Rivadavia, falleció hace un mes. Pese a que parajes del Chaco salteño tienen puestos sanitarios, Salud sigue sin habilitarlos.

A Liliana Sarmiento, una nena de un año y cuatro meses de La Unión, la desnutrición la llevó a la muerte. Falleció el 18 de octubre, pero el caso recién se hizo público horas atrás.
‘Lamentablemente hace un mes murió por desnutrición una niña de una de las comunidades wichí en La Unión (Rivadavia Banda Sur). Esto no debe suceder más hermanos míos’. De ese modo, el obispo de Orán, Gustavo Zanchetta, a través de una carta que envió a las parroquias pertenecientes a la Diócesis, sacó a la luz el fallecimiento de la pequeña.
La pérdida de esa vida ocurrió en medio de una crisis sanitaria, que excluye a miles de familias del Chaco salteño del derecho a una atención básica.
Anoche, la secretaria de Nutrición de la Provincia, Cristina Lobo, confirmó que Liliana tenía muy bajo peso, aunque argumentó que su muerte fue por ‘una deshidratación grave’.
Liliana, afirmó Lobo, fue derivada el 16 de octubre del hospital de La Unión al nosocomio de Orán. El traslado, que según fuentes de Rivadavia se dilató demasiado, no le salvó la vida.
La funcionaria admitió que no es la única muerte vinculada a la desnutrición. Señaló que el 14 de septiembre, una niña de un año y cuatro meses a la que identificó como Olivia Matorra, oriunda de Rivadavia, ‘falleció por neumonía pero tenía bajo peso’.
En el Chaco salteño el sistema sanitario deja ver su lado más precario. En el hospital de La Unión, por cierto, faltan médicos. ‘Aunque llegaron dos profesionales, no dan a basto. Se siguen dando pocas fichas por día y las más perjudicados son las personas que vienen desde los parajes’, manifestó Edgardo Torres, presidente del Concejo Deliberante de Rivadavia.
Pese a reiteradas promesas, que datan desde 2010, el ministerio de Salud jamás habilitó puestos sanitarios que urgen en esa azorada región, que ahora llora una muerte más.
El Tribuno constató (ver fotos en la página siguiente) que los puestos de El Ocultar, El Totoral, Las Bolsas, en Rivadavia, y de El Retiro, en Orán, están abandonados.
En El Ocultar se construyó un Centro de Integración Comunitaria (CIC) con un sector destinado para la atención sanitaria. Hoy los habitantes de ese paraje deben recorrer 23 kilómetros por un médico.
Con el paso del tiempo, el edificio se deteriora e incluso parte del techo se vino abajo, mientras familias esperan que alguna vez el Gobierno designe enfermeros y médicos y lleguen equipos básicos para que puedan ser atendidas por profesionales sin la necesidad de recorrer la poco transitable ruta 13 hasta La Unión.
En Las Bolsas, la realidad no es más afable. El puesto sanitario, ubicado al lado de la escuela, solo es utilizado como refugio por algunos docentes. El único avance es la humedad en las paredes. Los habitantes de ese paraje también deben desplazarse más de 30 kilómetros para llegar a La Unión. Ese nosocomio también recibe a familias de El Totoral, donde hay un puesto sanitario que se levantó en 2010 pero aún sigue sin un medicamento.-

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